El femicidio está considerado como la muerte violenta de una mujer por razones de género. Sandra fue una de sus víctimas. Tenía solo 18 años. Por las calles porteñas, 30 años después, Mariela Alejandra, hermana mayor de la joven asesinada, estrenó La oso, una obra de teatro que dura 60 minutos, pero que duele toda la vida, en la que recuerda y reconstruye el olvidado y silenciado caso que atravesó a su familia.
En 1995, los asesinatos a mujeres a manos de sus parejas eran catalogados como “crímenes pasionales”, diluyendo la responsabilidad del asesino y poniendo el foco en los conflictos privados que podía atravesar dicho vínculo. El machismo era plato de todos los días en la sociedad, no había leyes que protegieran a la mujer en un contexto judicial. Ni hablar de prevención o asistencia. Los medios y las canciones se encargaban de producir y masificar este tipo de pensamientos.
A los 16 años, Sandra decidió partir de su casa para casarse y formar una familia. Dos años después regresó a su casa separada y con Yamila, su beba de un año y medio.
Solo Sandra sabe qué fue lo que vivió en esos años de matrimonio. Sin embargo, eso no impidió que el 5 de agosto volviera a la casa que compartió con su femicida, citada con la vaga excusa de conversar en buenos términos.
Él le disparó en la cabeza. Junto al cuerpo inerte, dejó una carta antes de fugarse: “Por amor se mata”- Sin embargo, luego se entregó.
La Justicia lo condenó por homicidio calificado por el ví
nculo. Solo estuvo 13 años preso y se transformó en un vecino más de Monte Chingolo. Como si no fuera un asesino. Como si su deuda estuviera pagada.
Como si eso devolviera a Sandra.
“Mi hermana no era una chica débil”, recuerda Mariela. Y resalta: “Era valiente, segura, decía lo que pensaba”.
Recién en 2012 apareció la figura del femicidio en el código penal argentino. Y es desde entonces que se castiga con prisión perpetua.
Yamila hoy tiene 32 años, creció sabiendo quién era su padre y lo que había hecho. Sin embargo, tuvo que vivir con la presión social de escuchar una y otra vez: “Igualmente es tu papá”.
Luna Leszkiewicz – 2°B Turno Mañana