Alpine atravesó un 2025 complicado, con resultados que estuvieron lejos de lo esperado y un proyecto deportivo que parecía estancado. Sin embargo, la escudería francesa eligió no insistir en la lucha del presente, sino apostar al futuro: la reformulación técnica que entrará en vigor en 2026. En ese contexto, el nombre de Franco Colapinto empezó a aparecer no solo para confirmarlo como piloto titular, sino como pieza estratégica del nuevo monoplaza. Su rol excede lo deportivo: su equipo lo quiere como parte activa del desarrollo del auto que inaugurará la nueva era de la Fórmula 1.
La decisión fue drástica: detener la mayor parte de las actualizaciones del coche actual (A525) y redirigir recursos hacia el nuevo modelo, con la intención de maximizar la ventana que abre el reglamento. Para lograrlo, Alpine necesita más que talento al volante: necesita un piloto que aporte información técnica, que se integre al simulador y que se comunique con los ingenieros como si fuera uno más del departamento de desarrollo. Y Colapinto empezó a mostrar justamente esa cualidad. No se comportó solo como un piloto provisorio, sino que se involucró en simulaciones, compartió datos con los titulares y dejó huella con su ética de trabajo. En la escudería francesa, aquello lo tomaron como una señal de madurez.
Alpine busca capitalizar otro beneficio: al terminar atrás en la clasificación de Constructores, dispone de más horas de túnel de viento que varios rivales directos. Eso, sumado al nuevo motor Mercedes que utilizará a partir del año próximo (reemplazando al Renault de años anteriores), abre una ventana de desarrollo que no pueden desperdiciar. La escudería cree que el cambio reglamentario puede “resetear” parte de la parrilla, y quiere que Colapinto forme parte de ese reinicio.
El nuevo reglamento traerá variaciones en el tamaño de los autos y neumáticos, la aerodinámica, la distribución de masa y, sobre todo, en la integración del sistema híbrido. Por ello, la unidad de potencia no será totalmente revolucionaria, pero sí exigente en términos de gestión energética. Allí radica uno de los desafíos clave: lograr que el chasis permita aprovechar toda la capacidad del nuevo sistema de recuperación de energía. Alpine sabe que es una apuesta con margen de error limitado: si se retrasan en esa etapa, cualquier ventaja teórica se diluye rápidamente. Y en 2026 no habrá mucho tiempo para la prueba y error.
En ese contexto, el papel de Colapinto podría ser diferencial. La escudería valora su capacidad para procesar información, admitir errores y traducir sensaciones del simulador en indicios concretos para los ingenieros. No es un detalle menor: el auto está siendo pensado mientras él ya lo “maneja” de forma virtual. El objetivo es que sus sensaciones estén incorporadas al diseño desde antes de rodar la primera vuelta real.
Las expectativas, sin embargo, están contenidas. Alpine no quiere prometer resultados inmediatos: reconocen que la adaptación al nuevo reglamento será compleja y que el éxito no depende solo del motor. El interrogante más grande parece estar en la batería y los sistemas de refrigeración. Si logran un buen equilibrio entre peso, eficiencia y carga aerodinámica, podrían dispararse hacia media tabla o incluso más arriba. Pero si fallan en una sola de esas áreas, el riesgo de quedarse atrás es significativo.
¿Qué lugar ocupará entonces Colapinto? Si el plan avanza como se proyecta, puede convertirse en un piloto-modelo para la nueva F1: joven, técnico, dispuesto a integrarse y con margen económico y mediático para sostenerse. Además, al no cargar con la presión de resultados inmediatos, tendría espacio para crecer sin quedar atrapado por la urgencia. Sin embargo, su rendimiento deberá ser sólido: un piloto activo en el desarrollo debe demostrar también constancia en pista, porque solo así su aporte técnico cobra valor real.
La gran pregunta para 2026 es si Alpine podrá transformar esta fe en un coche competitivo. El talento de Colapinto está, su actitud también. Lo decisivo será si el proyecto técnico llega a tiempo y con la consistencia necesaria. Lo que está claro es que Alpine no lo ve solo como piloto: lo ve como una herramienta de futuro. Si el auto funciona, podría ser el comienzo de una nueva etapa. Si no, seguirá siendo una apuesta con buenas intenciones y poco margen de recuperación.
Por ahora, en Enstone no sueñan con hazañas. Sueñan con una base sólida. Y la decisión es que Colapinto sea parte de esa base. En la F1 moderna, a veces esa es la forma más inteligente de comenzar a ganar.
Ezequiel Domínguez – 2°A Turno Mañana
