Durante más de dos mil años, la tumba de Cleopatra permaneció envuelta en silencio, como si el paso del tiempo hubiera decidido tragarse la última pista de la reina que desafió a Roma. Pero en las costas de Egipto, a unos 50 kilómetros de Alejandría, una arqueóloga dominicana asegura haber encontrado la primera señal concreta para desandar ese misterio. Se trata de Kathleen Martínez, abogada e investigadora de National Geographic, cuyo trabajo reciente en la ciudad costera de Borg El Arab abrió un nuevo capítulo en la búsqueda de la última faraona de Egipto.
Martínez lleva dos décadas dedicada exclusivamente a la historia de Cleopatra. Su pasión nació cuando aún trabajaba como abogada en República Dominicana, pero pronto la curiosidad y su deseo la llevó a la arqueología, donde encontró su verdadera obsesión: descubrir qué había pasado con el cuerpo de la gobernante tras su muerte. Esa búsqueda la condujo ahora hacia un puerto antiguo, actualmente sumergido bajo el Mar Mediterráneo, un escenario que para ella no es una casualidad, sino una pieza más de un rompecabezas milenario.
Comenzó su hipótesis en Taposiris Magna, un centro religioso y comercial clave durante el período en el que Cleopatra gobernaba Egipto. Las autoridades egipcias, a través del Ministerio de Turismo y Antigüedades, ya confirmaron que las estructuras halladas coinciden con lo que se esperaba de ese antiguo puerto. Para Martínez, esto es más que un dato técnico: es la posibilidad real de que Cleopatra haya elegido ese sitio como su morada final, junto a su amante Marco Antonio.

La arqueóloga explica que Taposiris Magna reunía las condiciones que una reina como Cleopatra podría haber buscado para asegurar su descanso eterno: un puerto, donde tuviese una distancia prudente del dominio romano, que en ese momento avanzaba con violencia sobre Egipto. “Era un lugar donde podía sentirse protegida incluso después de la muerte”, señaló.
El hallazgo más sorprendente de los últimos años fue un túnel de 1300 metros descubierto en 2022, en aquél centro religioso que conducía directamente al puerto. Construido en tiempos de Cleopatra, como lo hacían todos los faraones en vida: eligiendo el lugar y cómo debía ser su tumba. Una parte de este pasadizo aún permanece en tierra firme, pero la mayor extensión se encuentra completamente bajo el agua, luego de un terremoto que le permitió al agua ganar terreno a la tierra egipcia. Dentro del túnel se recuperaron vasijas, fragmentos de cerámica y otros restos de la época ptolemaica, señales que alimentan la teoría de que esta obra arquitectónica cumplió un rol estratégico en los últimos días del reino.

Martínez realizó junto al descubridor del Titanic, el oceanógrafo Dr. Robert Ballard, una inmersión con un pequeño submarino para explorar el sector hundido. Su hipótesis fue correcta y lo que descubrieron fue aquél puerto perdido, sumergido bajo el mar. Es la primera persona en dos milenios en observar el antiguo puerto de Taposiris Magna tal como quedó tras su desaparición en el mar, con estructuras de más de 6 metros de altura y construidas en hilera. Acercándose a la tumba que tantas generaciones buscaron sin éxito.
La historia que rodea a Cleopatra y Marco Antonio sigue siendo una de las más trágicas y fascinantes de la Antigüedad. Tras el asesinato de Julio César, ambos iniciaron una relación que se sostuvo durante once años, marcada por alianzas políticas y gestos extravagantes. Cleopatra solía sorprenderlo con espectáculos acuáticos, navegando en embarcaciones ornamentadas como si fueran escenarios flotantes. Esa mezcla de poder, romance y desafío al imperio romano los convirtió en una pareja imposible de olvidar y una de las más fuertes para los romanos, que quisieron deshacerse de ella y lo consiguieron.
Después de perder la batalla naval contra las fuerzas de Octavio, Marco Antonio eligió la muerte antes que la humillación, y se quitó la vida dentro del mausoleo de Cleopatra. Ella, ante la inminencia de ser llevada encadenada a Roma como trofeo y ser abucheada por el pueblo romano, tomó la misma decisión. La versión más extendida cuenta que se dejó morder por una serpiente venenosa, aunque nunca hubo pruebas concluyentes. Lo cierto es que sus cuerpos desaparecieron, y con ellos, una de las búsquedas arqueológicas más persistentes de la historia.
Hoy, mientras los restos de un puerto antiguo emergen bajo el agua y las piezas vuelven a reacomodarse, la posibilidad de encontrar la tumba de Cleopatra ya no parece una fantasía. Es un recuerdo de que la historia, a veces, se esconde en silencio durante siglos hasta que alguien con la paciencia y pasión necesaria, decide escucharla.
Ariadna Lisette Santillán Alfano, 2° A TT
