River Plate venció a Boca Juniors por 27 a 24 por la séptima fecha del Torneo Metropolitano Apertura, en un encuentro disputado el pasado viernes en La Casa del Handball.
Una vez más el apellido Gallardo fue el artífice de sellar a fuego en los libros del Superclásico una victoria frente al eterno rival. En esta oportunidad no fue Marcelo Daniel, sino que el encargado de poner de rodillas a Boca fue Eduardo “Dady” Gallardo. Era el primer enfrentamiento de la historia del handball argentino entre los dos equipos más populares del fútbol.
El Millonario le hizo sentir la jerarquía del último campeón al recién ascendido a la Liga de Honor. En un encuentro vibrante el triunfo quedó en manos de River, para hacer delirar a los hinchas que llegaron desde Núñez.
Estaba todo preparado para un evento de la magnitud de un Superclásico. La Casa del Handball, en Villa Soldati, colgó el cartel de sould out, varios días antes del encuetro. Los hinchas no quisieron pasar inadvertidos y le pusieron el color y el aliento como si se tratara de un partido del deporte más popular del país. No faltaron los globos, las banderas ni los bombos. Y mucho menos el duelo de hinchadas. Pero todo en paz y con muchas familias en las tribunas.
Al partido no le faltó nada. Fue vibrante para que lo disfruten los neutrales, un expulsado por lado, para el sufrimiento de ambos. River llegó al partido con la responsabilidad de la victoria, por ser el último campeón argentino y ser el quipo más ganador a nivel nacional. Y además enfrente estaba el rival de toda la vida, sin importar de que deporte se trate y el recién ascendido a la Liga Honor.
El primer gol de la historia lo hizo el mendocino Martín Maya para el Xeneize, pero enseguida River se acomodó en el partido y se puso adelante en el marcador. Todo hacía parecer que se iba a ir al descanso con una amplia victoria, ya que a falta de dos minutos estaba dos goles arriba y con superioridad numérica. Pero Boca apeló a la garra defensiva para dejar a su rival clavado en 13 tantos. Y mientras en arquero de la Ribera se hacía gigante en el arco, sus compañeros se encargaron de achicar la diferencia en el tanteador e irse al vestuario un gol arriba frente al último campeón.
En el completo River salió con todo a revertir el resultado, y enseguida ya se había vuelto a poner adelante en el marcador. En los primeros dos minutos ya se había puesto dos arriba y daba la sensación de que sería un trámite para el Millonario. Sin embargo, Boca sacó a relucir todo su orgullo, ajustó la defensa y el arquero Leandro Rodríguez, que llegó al club este año, se hizo gigante ante cada ataque rival.
A falta de cinco minutos para final del partido, River estaba dos goles abajo. Eran claras las muestras de fastidio en Gallardo, que pidió minuto para despertar a sus dirigidos. Hizo hincapié en el aspecto defensivo. Y ahí se terminó de vestir de héroe el arquero Guillermo Ojeda. Con su buzo color verde como Barovero frente a Gigliotti, o como Armani frente a Benedetto. Ojeda también dejo su huella en los Superclásicos y fue la figura del encuentro.
En los últimos cinco minutos los de Núñez sacaron la chapa de campeón y no tuvieron piedad. Los hermanos Gallardo dejaron su huella en resultado y fueron los goleadores del clásico. Tomás marco ocho tantos, mientras que Bautista festejó en cinco oportunidades.
A falta de tres minutos el encuentro no tenía dueño estaba igualado en 24. Con River en ataque si poder encontrar un hueco en la defensa rival, Giovagnola tomó un rebote largo del arquero Rodríguez, luego de una ejecución de De La Quintana desde lejos, y con una definición de emboquillada puso en ventaja al Millonario para empezar a sellar la victoria. Luego llegaron los goles de Bauti Gallardo para desatar la locura del equipo de la banda roja.
Fue el primero de muchos superclásicos, pero la historia ya está escrita; el inaugural quedó en poder de River Plate, y nuevamente el apellido Gallardo queda en los libros del clásico de los clásicos. Gallardo otra vez amargó a Boca.
Rodrigo Valdez. 2° A TN