Rugby en la cárcel: la historia de Los Espartanos

La Fundación Espartanos es una organización sin fines de lucro que se sustenta con el aporte de voluntarios y donantes. Busca bajar la tasa de […]

La Fundación Espartanos es una organización sin fines de lucro que se sustenta con el aporte de voluntarios y donantes. Busca bajar la tasa de reincidencia delictiva promoviendo la integración, la socialización y el acompañamiento de personas privadas de su libertad a través del rugby, la educación, el trabajo y la espiritualidad. El proyecto se puso en marcha en marzo de 2009, en la Unidad Penal de máxima seguridad número 48 de San Martín, en la provincia de Buenos Aires, y cuenta en la actualidad con 286 jugadores que juegan este deporte en la cancha de césped sintético construida a principios de 2017.

La denominación “Espartanos”, proviene de la legendaria historia acontecida en las Termópilas en la que diversos pueblos de Grecia se unieron para rechazar la invasión persa, entre ellos el grupo de los 300 y la misma ya se ha conformado como un sello identificativo para este colectivo de sujetos, que a partir de la iniciativa de su mentor, el ex jugador del SIC y abogado penalista Eduardo “Coco” Oderigo, busca trastocar la dura existencia de cientos de sujetos a través de lo lúdico y del compromiso en lo laboral.

La raíz inicial de este proyecto emergió de la idea de recurrir al deporte como modelo de liberación, sin embargo los primeros pasos no le resultaron sencillos a su impulsor, dado que los responsables del penal de alta seguridad, no veían con buenos ojos crear un equipo con presos para la práctica de un deporte violento. Pero la paciencia de Oderigo y sus argumentos sociales y jurídicos, de a poco fueron convenciendo al director del establecimiento carcelario y fue de ese modo que un martes del 2009 se puso en marcha el primer entrenamiento, al cual apenas asistieron 10 presos.

 

El devenir de las prácticas, el cúmulo de los martes y la capacidad didáctica del maestro que tuvo que empezar de cero, ya que ninguno de los detenidos poseía la menor idea del juego, le fueron dando forma a este sueño convertido en realidad, donde nadie estaba obligado a integrarse, pero que sin embargo cada vez fue ganando más adeptos.

Pero esto no se reduce al mero acto de jugar, en tanto que la fundación también apunta a potenciar la capacidad laboral de los jugadores, promoviendo cursos y las mejoras de las habilidades laborales, para que puedan salir adelante con sus vidas, es decir: otorgándoles herramientas para el presente y para el futuro. Para ello resulta vital el aporte de más de 50 empresas, que han generado 152 puestos de trabajo formal.

Pero cabe decir que las actividades deportivas no solo se limitan a la periferia del propio penal, ya que las mismas se han expandido a otras unidades y a otras provincias, a partir de las subvenciones del Estado que alcanzan el 11%, de las Empresas, Asociaciones y Fundaciones que registran el 37%, de los donantes individuales que llegan a un 7% y de los eventos de recaudación que producen un 45%, conformando los ingresos obtenidos en el ejercicio fiscal del 2017, que se complementan con los egresos del mismo período que se desglosan del siguiente modo: el 8% para el programa de educación y empleo, el 11% para la comunicación y la coordinación, el 20% para la construcción de la cancha U48 y el Plan Rugby, el 24% para los gastos de eventos y el 37% para el Plan Nacional.

 

Pero los programas de la Fundación no se reducen al deporte, en tanto que también apuntan a la espiritualidad, a través del intercambio de experiencias en las unidades penales, tanto para personas religiosas o laicas y el acompañamiento para mujeres, creando espacios de apoyo, motivación y guía para aquellas que acompañan a Los Espartanos. Todo esto se complementa con el concepto que la cancha de rugby iguala a todos y que resulta prioritario que cada individuo tenga actividades que desarrollar, lo que explica el entusiasmo de los presos que se han sumado a este proyecto, tal como lo manifiesta Emiliano “Buñuelo” Garrido, tercer línea del equipo cuando expresa que “espero los martes con ansias” o como lo sintetiza Ezequiel “Hueso” Brito, wing del conjunto cuando esgrime que jugar “me saca la bronca, lo malo lo descargo ahí, es como una terapia”. Testimonios que certifican la necesidad de integrarse junto a los demás, lo que les permitió comprender que el rugby no era solamente una práctica para aquellos sectores socialmente más privilegiados y recibir el reconocimiento de vastos sectores de la comunidad, el interés de los medios de prensa e incluso la visita de los All Blacks, el seleccionado de rugby de Nueva Zelanda, bicampeón del mundo, que fueron a dar una clínica deportiva en la Unidad 48 y que a su vez recorrieron los pabellones 8, 10 y 12 que son los que alojan internos que participan de este programa e incluso el apoyo del propio Ministro de Justicia de la Provincia de Buenos Aires, Gustavo Ferrari, que sostuvo que “la práctica del rugby en contexto de encierro tiene como objetivo brindar a los internos un espacio para desarrollar las aptitudes y los valores que enseña este deporte: sacrificio, esfuerzo y solidaridad”.

Por Ignacio Mansilla