En el deporte, la relación padre-hijo generalmente es clave. Cuando al papá le gusta practicar, ver o jugar algo, normalmente va a querer inculcar al hijo esa misma actividad, y hasta la misma pasión. Porque al final, es una manera de conectar y de tener un lazo fuerte en común, más (en este caso) si tu papá es considerado el mejor jugador de voley de la historia del país.
Facundo Conte nació en Vicente López un 25 de agosto de 1989. Hijo de Hugo Conte, legendario ex jugador de voleibol y medallista olímpico de bronce en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988.
Facu comenzó su carrera en la temporada 2005-2006 en Rosario Sonder, donde ganó una Copa ACLAV. Luego, en la temporada siguiente fue transferido a GEBA, lugar en el que coincidió con su padre, ya en su ultima temporada como profesional. Esta experiencia la describe como “lo mejor que le pasó” en el deporte, ya que con 17 años, aprender directamente de su referencia más importante, fue fundamental para darle inicio a su carrera y su tutela de “heredero”.
Y si, no es fácil empezar a desarrollar una carrera con semejante mochila encima, sobre todo en la Selección Argentina, pero él cumplió con creces: jugó desde 2008 hasta 2024, siendo un jugador emblemático y clave para el seleccionado durante esos 16 años, jugando de punta-receptor y también habiendo heredado el legendario dorsal “7”.
El hito que marcó su historia con el conjunto albiceleste y también en parte su carrera fue su otro paralelismo con su padre: lograr emular la medalla de bronce en unos Juegos Olímpicos, tal cómo lo hizo Hugo en Seúl 88, en este caso 33 años después, en Tokio 2020.
Representó al país por más de 15 años, jugando además varios Mundiales entre juveniles y mayores, ganándole a Brasil en numerosas oportunidades y además, participó en 4 ediciones de los Juegos: Londres, Río de Janeiro, Tokio y ya en lo que se transformó en su retiro. en París 2024.
En clubes, tuvo una carrera larga y movida pasando por muchos países y equipos. Pallavollo Catania, Zanella Volley Bologna, Lube, Umbria Volley, Gabeca Pallavollo, etc, son algunos de los cuadros donde jugó, en diferentes países cómo Italia, Polonia, Rusia, Brasil y Qatar. Hasta que, en 2022, volvió a Argentina para jugar en el club Ciudad de Buenos Aires, conquistando la Liga Argentina y retirándose de la práctica profesional en 2024.
La carrera de Facundo Conte no puede entenderse sin la profunda y omnipresente sombra de su padre, Hugo. Cargar con el apellido de una leyenda del voley argentino, portar la misma camiseta número 7 y ser comparado constantemente, representó inicialmente una presión titánica. Sin embargo, en lugar de sucumbir a la carga del heredero, Facundo la transformó en combustible. El breve pero significativo paso por el club GEBA junto a su padre fue menos una coincidencia y más un simbólico traspaso de “legado” que le permitió aprender, madurar y, finalmente, separarse. Al forjar su propio camino a través de ligas internacionales exigentes y manteniendo una constancia de 16 años en la Selección Argentina, demostró que su talento era nato, no por su padre.
La culminación de su legado llegó en los JJOO, donde la medalla de bronce no solo fue un hito histórico para el deporte nacional, sino un emotivo cierre de su ciclo familiar. Al igualar la hazaña de Seúl 1988, Facundo no solo honró el nombre Conte, sino que también grabó el suyo propio en la historia olímpica, esta vez haciendo su propio camino. Su carrera se completa con una dimensión más allá de la cancha, lo que refuerza la idea de un atleta que ha pasado de ser el «hijo de» a un líder reflexivo que cerró su carrera deportiva a la altura de las expectativas que él mismo se impuso.
José Torrealba Giménez, 2° B, turno mañana
