La UBA volvió a experimentar una caída en la cantidad de inscriptos a su Ciclo Básico Común (CBC). Según datos publicados por medios especializados y fuentes académicas, durante 2024 se registraron cerca de 54.000 nuevos estudiantes, una cifra menor a los 55.857 que habían iniciado sus estudios en 2023. Si bien la baja es leve en términos porcentuales, representa una tendencia descendente que comenzó tras el pico de 2022, cuando la universidad superó los 63.000 ingresantes.
Esta situación genera preocupación dentro de la institución, ya que se proyecta que el ciclo 2025 podría reflejar una nueva disminución. Los especialistas señalan que el fenómeno responde a una combinación de factores estructurales: la crisis económica, la caída del poder adquisitivo, el impacto educativo postpandemia y los cambios en las expectativas laborales.
La UBA, históricamente líder en matrícula universitaria en América Latina, enfrenta ahora un escenario de ajuste en su población estudiantil. En 2023 ya se había registrado una baja significativa del 11 %, y en 2024 el número volvió a retroceder. El dato preocupa no tanto por su magnitud sino por la persistencia del descenso, que sugiere un cambio de comportamiento en los jóvenes que terminan la escuela secundaria.
Medicina fue nuevamente la carrera más elegida en 2024, con alrededor de 8.000 inscriptos, aunque también mostró una merma respecto del año anterior. Le siguieron Ingeniería, que por segundo año consecutivo superó a Derecho, y Ciencias Económicas, que mantuvo su tendencia a la baja. El resto de las facultades mostró comportamientos similares, con descensos moderados en la mayoría de las áreas y una mayor estabilidad en Exactas y Odontología.
Para los especialistas, el atractivo de las carreras tecnológicas y científicas se mantiene, pero el contexto económico desincentiva la continuidad de los estudios largos. “Muchos jóvenes deben priorizar el trabajo por sobre la universidad. El esfuerzo que requiere el CBC y la extensión de las carreras hacen que algunos posterguen su ingreso”, explican desde la Secretaría Académica de la UBA.
El impacto de la pandemia también sigue siendo un factor clave. La interrupción prolongada de clases presenciales en el nivel medio afectó el rendimiento y la preparación de los egresados, generando mayores dificultades para afrontar el ingreso universitario. A su vez, la inflación y el costo del transporte complican la asistencia regular a los centros de cursada, en especial para los estudiantes del conurbano bonaerense.
Ante este panorama, la universidad busca implementar medidas de contención y atracción. Entre ellas, reforzar la articulación con escuelas secundarias, ampliar la oferta del programa virtual UBA XXI, que en 2025 alcanzó un récord de más de 75.000 inscriptos, y mejorar los mecanismos de tutoría y acompañamiento para los ingresantes.
Además de las medidas académicas, la universidad analiza su capacidad de infraestructura y recursos humanos para el próximo ciclo lectivo. Una menor cantidad de ingresantes podría permitir redistribuir espacios y docentes, pero también implica un desafío en la planificación de aulas, laboratorios y programas de acompañamiento. Las autoridades destacan que mantener la calidad educativa es clave, independientemente del volumen de estudiantes, y que se están evaluando políticas de retención y programas de incentivo para asegurar que quienes ingresen puedan completar sus estudios con éxito.
La discusión de fondo va más allá de los números. Las autoridades académicas plantean que la baja en las inscripciones puede reflejar una brecha creciente en el acceso a la educación superior pública, especialmente entre los sectores con menos recursos. “El desafío es garantizar que todos los jóvenes tengan la posibilidad de comenzar y sostener sus estudios universitarios, más allá de la situación económica”, sostienen desde el Consejo Superior.
De cara a 2025, la expectativa está puesta en revertir la tendencia. La UBA confía en que una recuperación económica y una mayor difusión de sus programas puedan impulsar nuevamente las inscripciones. No obstante, la persistencia de la baja entre 2023 y 2024 deja una advertencia clara: la universidad más grande del país deberá redoblar esfuerzos para evitar que la caída se convierta en una tendencia prolongada.
Santiago Abraldes, 2° A TT
