Apareció en Mar del Plata un cuadro robado por un jerarca nazi

El “Retrato de una dama”, parte de la colección saqueada a un galerista judío durante la Segunda Guerra Mundial, fue hallado en la casa de la hija de un alto funcionario nazi; la Justicia argentina investiga si la obra debe regresar a sus legítimos herederos.

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“Retrato de una dama”, el cuadro de Giuseppe Ghislandi colgado en el living de la acusada Patricia Kadgien.

El hallazgo en la ciudad balnearia de una pintura del siglo XVIII, robada en Europa por Friedrich Gustav Kadgien, apodado “La Serpiente” y quien ha sido asesor financiero de Hitler, abrió una causa judicial de alcance internacional. Su hija, Patricia Kadgien, imputada por encubrimiento agravado por mantener dicha obra de manera oculta, asegura que ésta misma estuvo en su familia durante décadas y que fue adquirida “de buena fe”.

Las imágenes del cuadro salieron a la luz de manera inesperada ya que aparecieron en el catálogo online de una inmobiliaria de Mar del Plata, que ofrecía a la venta la casa de Patricia. En las fotos del living podía verse colgado el “Retrato de una dama”, lo que permitió identificar la obra y encendió las alarmas de especialistas y de la Justicia, que rápidamente ordenó su incautación.

Antes de la incautación oficial, la pintura fue retirada de la vivienda por los propios dueños y mantenida oculta durante varios días. Esa maniobra despertó sospechas en la investigación, ya que se interpretó como un intento de ocultamiento, lo que derivó en la imputación de Patricia Kadgien y su esposo por encubrimiento agravado.

Ella busca ahora demostrar que la pintura ha estado en posesión de su familia durante décadas, desconociendo cualquier origen ilícito. A través de un escrito, la acusada afirma que la pieza fue comprada en 1943 por una pariente de su padre, el funcionario nazi, y que, tras sucesivas herencias, pasó a formar parte del patrimonio familiar como una pieza más. En un documento presentado ante la Justicia Civil, Kadgien asegura que la pintura, ahora bajo custodia judicial, fue una adquisición legal de su familia y que la conocieron con otro nombre: «El monje».

Para respaldar su versión, la acusada adjuntó un supuesto recibo de compra fechado en 1943, emitido por el Museo Wallraf-Richartz de Colonia, Alemania. Sin embargo, en la traducción del texto, obtenida con el apoyo de Inteligencia Artificial, no se menciona el «Retrato de una dama», sino otras dos obras. Kadgien sostiene que la pintura en cuestión fue comprada por una cuñada de su padre, Leonore Bertholdt, y que, tras su fallecimiento, pasó a la propiedad de la hermana de esta, Augusta Ana Sofía Hildegarda Bertholdt, quien era la esposa de su padre en su primer matrimonio. Al morir Augusta, el cuadro se incorporó al patrimonio de Friedrich Gustav Kadgien, un experto en finanzas de los más altos círculos del gobierno de Adolf Hitler.

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La prueba presentada por Patricia, una factura de compra del retrato en 1943.

La mujer, que afirma haber conocido la obra desde su infancia en las distintas casas de su familia, sostiene que la tuvo a la vista de todos durante más de 35 años, colgándola en el living de su vivienda en Mar del Plata. En su relato, explica que el nombre de «El monje» se debía a las vestimentas del retratado, lo que la llevó a pensar que se trataba de un religioso, y por sobre todo, de un hombre.

La información sobre el origen ilegal del cuadro llegó a la familia a través de un periodista holandés que ya se encontraba investigando el pasado de “La Serpiente” Kadgien. Según su declaración, los contactos le parecieron una «estafa virtual», lo que la llevó a retirar el cuadro de la venta de su casa y a guardar otros bienes de valor, por temor. La imputada asegura que se enteró de la verdadera historia de la obra cuando el caso se hizo público en los medios de comunicación, y que nunca intentó ocultarla hasta que la fiscalía ordenó su incautación para «salvaguardarla».

El «Retrato de una dama» se encuentra actualmente a disposición de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Mientras tanto, el proceso legal continúa. La demanda civil de Kadgien para retener la posesión de la obra fue rechazada por incompetencia del tribunal, pero su defensa ha apelado esta decisión. Por otro lado, la Fiscalía Federal la acusa de encubrimiento agravado por robo en el contexto de genocidio, un delito por el que ella y su esposo, Juan Carlos Cortegoso, enfrentaron prisión domiciliaria.

¿Cómo llegó el cuadro a las manos de Kadgien?

La historia de este retrato se remonta a 1940, cuando el galerista judío Jacques Goudstikker, su dueño original, que intentó huir de la invasión alemana junto a su esposa e hijo. Jacques falleció a bordo; sin embargo, quienes lo acompañaban lograron llegar a Estados Unidos con un inventario de más de mil obras de arte de su propiedad. Tras la ocupación, un banquero alemán compró la galería, y la colección fue dispersada entre altos funcionarios del Tercer Reich, entre ellos, Friedrich Kadgien, también conocido como “el mago de las finanzas” del nazismo. El cuadro que alguna vez fue parte de la colección de Goudstikker, y que la hija de Kadgien considera como una «posesión de buena fe», ahora está en el centro de una compleja batalla legal internacional que busca determinar su destino final, regresándola a sus legítimos dueños y hacer justicia por las atrocidades cometidas durante aquella penosa y triste parte de la historia mundial.

Ariadna Lisette Santillán Alfano, 2° A TT