El reciente descarrilamiento de una formación del tren Sarmiento, a la altura de la estación Liniers, dejó un saldo de alrededor de veinte personas heridas. Desde las primeras horas, la investigación judicial y técnica se inclinó categóricamente en descartar la falla humana, concluyendo que el incidente se debió a un «problema técnico» propio del funcionamiento de los nuevos sistemas de señalamiento y desvío.
El juez federal Julián Ercolini ordenó pericias clave, incluyendo tests que arrojaron resultados negativos para el motorman y los operarios (cabineros y señaleros). Esto eliminó la posibilidad de negligencia, orientando la pesquisa hacia los elementos técnicos. La evidencia más crucial se buscará en la «caja negra» del tren para reconstruir los instantes previos y determinar si hubo alertas sin cumplir.
La hipótesis principal se concentra en una falla en los «Aparatos de Vía (ADV)», los mecanismos que permiten el desvío de las formaciones. Las imágenes muestran que los últimos dos coches del tren terminaron circulando por una vía paralela, sugiriendo un problema puntual en el desvío. Fuentes de la investigación señalaron que este mecanismo estaba en vías de ser automatizado, pero la obra aún no había finalizado.
Esta apreciación fue reforzada por Rubén “Pollo” Sobrero, secretario general de la Unión Ferroviaria, quien explicó que el fallo es técnico debido a la automatización del proceso. Sobrero detalló que una vez que el señalero marca la ruta, «el cambio cambia solo». Además, afirmó que el sistema cuenta con un «cerrojo de seguridad» que, según el protocolo, debería impedir que el cambio de vía se mueva una vez accionado.
La investigación se enfoca en desentrañar por qué falló esta protección. La Unión Ferroviaria sugiere que el problema se encuentra específicamente en las «cajas de señales», las cuales alojan los circuitos lógicos que controlan los ADV.
El contexto de obras en la zona de Liniers es clave. Trenes Argentinos confirmó un proyecto de renovación y automatización de ADV entre Villa Luro y Liniers, con un avance declarado del 81% y finalización prevista para mayo de 2026. Aunque las vías y aparatos de vía estaban renovados, la obra estaba incompleta en el «montaje de cables y la instalación de salas técnicas» para operar el nuevo señalamiento.
Se confirmó que solo diez días antes del descarrilamiento, se realizaron obras de mantenimiento relacionadas con el sistema de señalamiento en Liniers. Las autoridades investigan si algún «descuido puntual» durante esos trabajos pudo haber dejado alguna «imperfección técnica o mecánica» en el sistema de desvíos, una grieta que el tren terminó por exponer.
Finalmente, el incidente pone en primer plano la política de inversión. Desde la Secretaría de Transporte se destacan los «$520.000 millones de pesos» destinados a la mejora de vías y señalamiento, priorizando estas obras estructurales. Si bien la cifra de inversión es significativa, el gremio ferroviario mantiene su postura crítica. Sobrero argumenta que el sistema se enfrenta a un problema de concepción, señalando que mientras se considere la inyección de capital en el ferrocarril como un gasto y persista la dicotomía entre la carga privada y el transporte de pasajeros bajo gestión pública deficitaria, la seguridad del servicio se verá comprometida. La postura oficial, en cambio, defiende la continuidad de los trabajos y enfatiza que la modernización es el único camino para garantizar la seguridad a largo plazo, independientemente de las fallas puntuales que surjan durante el proceso de transición de tecnología. El análisis de la caja negra y las pericias accidentológicas serán determinantes para identificar la falla que anuló el cerrojo de seguridad.
Lourdes Pérez Repetto, 2° A TT
