El rugby de Buenos Aires tiene un nuevo campeón, y también una nueva historia. Newman alzó por primera vez el trofeo del URBA Top 12 tras vencer 15-3 al San Isidro Club (SIC) y quebró una serie de rachas que parecían escritas en piedra. No sólo se trata del estreno de una estrella largamente postergada: el Cardenal es el primer campeón inédito en 29 años —desde Hindú en 1996— y apenas el cuarto equipo que logra derrotar al poderoso SIC en una final, un privilegio que hasta ahora sólo compartían Hindú, CASI y CUBA.
El título resume medio siglo de búsqueda, frustraciones y crecimiento. Desde su fundación en 1975, Newman había estado muchas veces cerca, pero siempre se le escapaba la gloria: cuatro semifinales consecutivas perdidas por un punto, tres finales frustradas —una de URBA y dos del Nacional— y una fama injusta de “jugar lindo, pero no ganar”. Esa etiqueta quedó pulverizada en la tarde del 1° de noviembre de 2025, cuando el equipo de Benavídez, con una defensa de hierro y una madurez táctica notable, superó con autoridad al multicampeón de San Isidro.
La conquista tiene un valor simbólico que excede lo deportivo. “La vida es un poquito más justa”, declaró Agustín Gosio, el tryman histórico del Canario que vivió la coronación desde la hinchada, para describir el cierre de un ciclo de desilusiones y la llegada de una generación que “rompió el hechizo”.
Esa frase resume el espíritu de un club que eligió persistir en lugar de cambiar su esencia. Que formó jugadores con identidad, paciencia y autocrítica. Y que, en una era donde el profesionalismo global parece borrar los matices del rugby amateur, reivindicó el valor de la comunidad, del proyecto compartido, del largo plazo.
El desahogo fue total. En el CASI, el grito de “¡Newman campeón!” se hizo eco de cinco décadas de espera. Lucas Marguery, capitán y emblema, rompió en lágrimas al alzar la copa, mientras miles de hinchas vestidos de bordó y verde invadían la cancha. Detrás suyo, hombres como “Scooby” Gutiérrez Taboada —a los 38 años, símbolo de resiliencia y puntería infalible— ponían el cuerpo a una emoción colectiva que se transmitió de generación en generación.
La victoria también selló una marca inédita para el rugby porteño. Desde la implementación del formato de playoffs en 1998, ningún club que nunca hubiese sido campeón bajo el viejo sistema de liga había logrado coronarse. Newman rompió esa estadística, reivindicando el mérito deportivo de un equipo que se forjó a base de constancia y autocrítica.
El recorrido del Cardenal es también una historia de identidad. Nacido del Colegio Cardenal Newman en 1948 y transformado en club en 1975, su crecimiento fue pausado, casi artesanal. De jugar de local en campos prestados, pasó a tener su propio predio en Benavídez, símbolo del esfuerzo de generaciones que apostaron por un sueño. De sus filas salieron figuras que marcaron al rugby argentino: Manuel y Felipe Contepomi, Gonzalo “Canario” Gosio, Julián Montoya, el “Toro” Ayerza, entre otros.
El triunfo sobre el SIC, además, reescribe parte del mapa emocional del rugby bonaerense. En 126 años de competencia, sólo 15 clubes lograron consagrarse campeones de la Unión de Rugby de Buenos Aires. Con este título, Newman se une a ese linaje selecto y le da aire fresco a un torneo dominado por apellidos históricos como CASI, SIC, CUBA, Hindú y Belgrano. En la memoria colectiva, quedará grabado como el día en que un club que nació en las aulas de un colegio católico irlandés tocó el cielo con las manos.
Newman campeón. Dos palabras que cargan más que un resultado: condensan medio siglo de trabajo, la superación de los estigmas y la validación de una forma de hacer las cosas. De ahora en más, ya no habrá que explicar quiénes son ni qué representan. El Cardenal, finalmente, se hizo escuchar.
Dante Di Rocco, 2° B, turno mañana
