La calma habitual del mediodía en el barrio Castagnino, en la ciudad cordobesa de Río Tercero, se quebró por un trágico accidente doméstico. Un hombre de 64 años murió dentro de su vivienda, ubicada en la calle Leopoldo Lugones, mientras manipulaba un rifle de aire comprimido.
Según las primeras informaciones, la víctima realizaba tareas de mantenimiento cuando una de las piezas del inflador de aire se desprendió repentinamente. El impacto le provocó una herida profunda en el abdomen, que resultó fatal. Vecinos escucharon un fuerte golpe y, al acercarse, encontraron al hombre tendido en el suelo. De inmediato llamaron a los servicios de emergencia, pero los bomberos y el personal médico que acudieron al lugar no pudieron reanimarlo.
El caso quedó bajo investigación de la fiscalía de Río Tercero, que busca determinar las causas exactas del accidente. Los peritos trabajan sobre el rifle, el inflador y las herramientas que el hombre estaba utilizando para establecer si hubo un desperfecto en el equipo o una falla humana durante la recarga. También se ordenaron pericias balísticas y mecánicas para analizar la presión del aire comprimido y el estado de las válvulas.
Fuentes judiciales indicaron que el rifle no era un arma de fuego convencional, sino un modelo de aire comprimido utilizado habitualmente para prácticas de tiro o caza menor. Aun así, el funcionamiento de estos dispositivos puede ser riesgoso si se manipulan de manera incorrecta o si presentan fallas en el sistema de presión.
Los especialistas en seguridad remarcan que este tipo de armas requieren cuidados específicos. La utilización de infladores no compatibles, la falta de mantenimiento o la exposición prolongada al calor pueden generar explosiones o fugas repentinas de aire, capaces de causar lesiones graves. “Aunque no disparen pólvora, siguen siendo armas, y deben tratarse con la misma responsabilidad”, señaló un instructor de tiro consultado por medios locales.
La tragedia generó profundo dolor en la comunidad de Río Tercero. Vecinos y allegados describieron a la víctima como un hombre tranquilo, meticuloso y amante de las tareas de bricolaje. “Siempre estaba arreglando algo o inventando herramientas. Nadie puede creer lo que pasó”, contó una vecina que lo conocía desde hacía años.
El hecho también reavivó el debate sobre la falta de controles en la venta y el uso de armas de aire comprimido. Aunque su adquisición no requiere la misma autorización que las armas de fuego, su manipulación indebida puede tener consecuencias igual de graves. Desde las fuerzas de seguridad recomiendan revisar el estado de los infladores, no realizar reparaciones caseras y consultar a especialistas antes de intervenir los mecanismos de presión.
Mientras tanto, la fiscalía aguarda los resultados de las pericias para definir los pasos a seguir. Todo indica que se trató de un accidente, aunque se busca establecer si existieron negligencias o fallas estructurales en el dispositivo que provocó la explosión.
En una ciudad marcada por la historia industrial ,la noticia volvió a estremecer a los vecinos. Una herramienta doméstica, un descuido o una falla mínima fueron suficientes para transformar una tarde común en una tragedia que deja una advertencia clara: ningún artefacto que maneje presión o energía ,por más inofensivo que parezca, está exento de peligro.
Ariel Pérez Evans, 2° A TT
