Nicolás Varrone perseveró y lo logró. Cuando se creía que, a sus 25 años y afianzado en las carreras de resistencia, su camino ya no se acercaría al camino que conduce a la Fórmula 1, se confirmó su participación el próximo año en la categoría que antecede a la máxima: la Fórmula 2.
El joven piloto bonaerense fue confirmado por Van Amersfoort Racing para correr en la telonera de la F1 en 2026, y el salto no es menor. Pasar de un auto de resistencia, pesado, con techo y pensado para correr por largas horas a un monoplaza liviano y rápido, es un cambio total dentro del automovilismo.
Durante los últimos años se ganó un lugar dentro del endurance, donde el ritmo es distinto, las carreras se ganan con consistencia y trabajo en equipo. En Le Mans, por ejemplo, Varrone se impuso cuidando el auto y coordinando con sus compañeros. Ahora, todo cambiará, ya que en F2 las carreras son más cortas, el margen de error es mínimo y el piloto depende de sí mismo.
Aunque muchos lo conocen por su éxito en competencias de resistencia, Varrone no es ajeno a los monoplazas. En su paso por Europa ya había ganado el campeonato V de V Challenge Monoplace en 2018.
Su salto a la categoría también tiene un valor simbólico. Con Franco Colapinto ya en Fórmula 1, su llegada a la F2 refuerza la presencia argentina en la élite. Son parte de una misma generación que creció soñando con volver a ver la bandera celeste y blanca en las grandes categorías.
Para el automovilismo argentino esta confirmación significa algo más que una noticia deportiva, es la consolidación de un retorno. Con presencia en la F1, F2 y otras categorías internacionales, el país vuelve a ocupar un lugar en el mapa mundial del automovilismo.
Katherine Céspedes. 3 “A” TM.
