El 25 de mayo de 1925, en Villa Mercedes, San Luis, nació José María Gatica, una figura que marcaría para siempre el deporte y la cultura argentina y que estaba destinado a convertirse en una figura irrepetible del deporte. Su vida, entrelazada con la historia del país, fue una mezcla de brillo y polémica. Desde su llegada a Buenos Aires, donde lustró zapatos en Constitución y forjó su carácter en peleas callejeras, hasta convertirse en ídolo de masas. Lázaro Koczi lo descubrió en esos rudos inicios y lo introdujo al boxeo organizado, primero en combates clandestinos.
Su debut profesional llegó el 7 de diciembre de 1945. Su primer rival rentado fue Leopoldo Mayorano, a quien noqueó en el primer round. En diciembre de ese año, ganó otras dos peleas, demostrando una enorme superioridad y virtudes como la agresividad y la potencia. En 1946, ganó los siete combates que disputó, todos en el mítico Luna Park, donde demostró su estilo agresivo y ambicioso que llamó la atención del público, siendo también seducido por su carisma y origen humilde. Gatica representó la reivindicación social de la época, siendo «El Tigre» para los populares y «El Mono» para los sectores acomodados.
Si algo le faltaba a Gatica para ser figura pública era estrechar la mano del General Juan Domingo Perón y ganarse su afecto. Éste último y su esposa, Eva Duarte, solían ir a verlo pelear en el Luna Park y eran sus admiradores. Tras una pelea en pleno movimiento de revolución, el boxeador le dedicó su triunfo al General Perón y esta reacción selló su identificación con el movimiento peronista, convirtiéndose en un símbolo de ese ascenso.

Su gran rival en el ring fue Alfredo Prada. Protagonizaron seis batallas épicas, con tres victorias para cada uno. Si bien sus estilos eran opuestos, la dureza y el respeto mutuo marcaron aquellos duelos que paralizaron al país. En 1951, Gatica tuvo su gran oportunidad internacional en Nueva York, enfrentando al campeón mundial Ike Williams en el Madison Square Garden. Allí cayó derrotado por KOT (Knock Out Técnico) en el primer round, a pesar de la leyenda que suavizó el hecho. Aunque nunca ganó un título mundial, se consagró como el campeón en el corazón del pueblo.
Sin embargo, la indisciplina y los excesos lo llevaron por un camino oscuro y desolador para quién había visto el estrellato en lo más alto. Fue en 1954 cuando perdió su licencia como boxeador profesional, y a los 28 años, su carrera terminó abruptamente. Cayó en la decadencia, sin recursos y explotado por falsos amigos, los famosos lobos vestidos de corderos. Sin embargo, Alfredo Prada, su antiguo rival, se ofreció a darle trabajo en una cantina que había montado.
Corría el año 1963, José María Gatica que estaba lejos del boxeo, fue a la cancha a ver a Independiente, club del que era fanático. A la salida el trágico final llegó cuando el ex boxeador fue atropellado por un colectivo. Murió dos días después, el 12 de septiembre, en el hospital a causa de múltiples heridas, según un relato, llamando a su madre, con tan sólo 38 años. Su velatorio, en la Federación Argentina de Box, reunió a muchos aficionados del boxeo y a grandes figuras del mundo deportivo, incluyendo a Alfredo Prada, quien supo ser su rival.
A un siglo de su nacimiento, Gatica sigue vivo en la memoria colectiva. Su espíritu popular, su carisma y su valentía en el ring lo convierten en un ícono ineludible del boxeo argentino. Más que un campeón sin corona, fue un sentimiento popular que generó una conexión social y pasional única. En 2013, sus restos fueron repatriados a su natal Villa Mercedes, cumpliendo un deseo provincial. Allí, el «Palacio de los Deportes» se convirtió en monumento y museo en su honor, con una escultura que lo mantiene erguido, siendo recordado para siempre como «El Campeón del Pueblo».
Aunque no ganó títulos mundiales, conquistó un cetro más preciado: el amor de su pueblo, un logro que perdura en la memoria colectiva. “El Mono” Gatica, la leyenda de un campeón sin corona que el tiempo convirtió en rey.
Santillán Alfano, Ariadna Lisette – 2do A Turno Tarde