Bajo el agua, pero con esperanza: el desafío olímpico de la natación argentina

La natación argentina brilló en la historia de los Juegos Olímpicos con Alberto Zorrilla, Jeanette Campbell y Georgina Bardach, y sumó logros en Panamericanos, Sudamericanos y récords nacionales. Los problemas para que lleguen nuevamente los buenos resultados.

La natación argentina tiene una cita con el futuro: los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028. Con apenas tres años por delante, el desafío es tan exigente como ineludible, transformar el presente en un proyecto sostenido, apostando al desarrollo de jóvenes talentos que ya dejaron de ser promesas y potenciar el rendimiento de nadadores experimentados que acumulan rodaje internacional.

La falta de infraestructura adecuada, especialmente piletas olímpicas de 50 metros, que afecta tanto a nivel nacional como provincial. Esto impacta directamente en la preparación, especialmente en el interior del país donde se entrena en condiciones adversas o incluso improvisadas. Se suma la escasa inversión, tanto pública como privada, en programas de desarrollo, entrenadores de alto nivel y acceso a becas que garanticen entrenamientos de calidad.

La selección de los mejores nadadores para representar al país se vuelve una tarea crucial. No solo debe contemplar marcas y rendimiento deportivo, sino también experiencia, fortaleza mental y adaptación a la presión de la competencia internacional. A su vez, es urgente establecer competencias internas y programas de detección temprana de talento que garanticen el recambio generacional y eleven el nivel competitivo.

Otro punto clave es la mejora en la preparación para aguas abiertas. Argentina ha tenido tradición en esta disciplina, pero requiere mayor atención técnica y planificación para enfrentar las exigencias olímpicas en maratón acuática y triatlón.

Todo esto cobra mayor relevancia si se tiene en cuenta que el Comité Olímpico Internacional (COI) aprobó para Los Ángeles 2028 la incorporación de seis nuevas pruebas de 50 metros (mariposa, pecho y espalda en ambos géneros) y la expansión del torneo femenino de waterpolo. Así, la natación pasará a tener 41 pruebas con medallas, frente a las 35 de París 2024. Un cambio que amplía las oportunidades, pero también eleva la vara de la exigencia.

En este panorama complejo, hay señales que permiten ilusionarse. Una de ellas es Agostina Hein, la más joven de la delegación argentina en París 2024, con 16 años. Se especializa en estilo libre y apunta al próximo ciclo olímpico. También Ulises Saravia, de 19 años y especialista en espalda, ya compitió en París y forma parte de una camada con roce internacional. La más destacada en la última edición fue Macarena Ceballos, semifinalista en pecho.

Un ejemplo concreto de los desafíos y las esperanzas es el caso de Guadalupe Angiolini, nadadora bonaerense de 16 años que obtuvo dos medallas en el Mundial Escolar U18 en Bahréin, en 50 y 100 metros mariposa. Su historia refleja las carencias estructurales en Necochea, su ciudad natal, donde no hay pileta olímpica, por lo que debe entrenar en una de 25 metros y viajar a Mar del Plata para preparar algunas sesiones clave. “Este año recién pudimos usar una pileta de 50 metros una vez por semana. Es complicado, pero no dejamos de intentarlo”, explica. A pesar de las dificultades, no duda en señalar su meta: “Mi sueño a largo plazo es ir a los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028”.

Ese compromiso, esa entrega diaria a pesar de los obstáculos, debería ser el faro que ilumine las decisiones de dirigentes, federaciones y clubes. La clave está en potenciar lo que ya se tiene: jóvenes con talento, entrenadores comprometidos y una historia que, aunque fragmentada, tiene hitos que inspiran.

Pensar en un futuro competitivo para la natación argentina en los Juegos Olímpicos de 2028 exige asumir una mirada integral, desarrollar talentos emergentes, mejorar la performance de los nadadores con experiencia, invertir en infraestructura con políticas públicas y privadas consistentes. Solo así se podrá construir un equipo que no solo compita, sino que también sueñe con estar entre los mejores del mundo.

Laura Jazmín Vidal 2°A TT