El evento en Parque Roca reunió a más de 15,000 personas que, con aplausos y cánticos, celebraron a los protagonistas de aquella gesta. Las figuras centrales de la noche fueron los propios jugadores: Emanuel Ginóbili, Luis Scola, Andrés Nocioni, Fabricio Oberto, Juan Ignacio «Pepe» Sánchez, Alejandro Montecchia, Walter Herrmann, Gabriel Fernández, Hugo Sconochini, Leonardo Gutiérrez, Carlos Delfino y Rubén Wolkowyski, quienes compartieron el escenario una vez más, provocando que la nostalgia y la alegría se mezclaran en un ambiente único.
La celebración incluyó un amistoso entre dos equipos formados por los exjugadores, uno vestido de blanco y el otro de azul. Aunque el resultado fue lo de menos, la entrega de los protagonistas y el entusiasmo de los asistentes hicieron que el partido se sintiera como una verdadera competencia, con cada movimiento y enceste celebrados con intensidad. Además, los jugadores compartieron la cancha con sus hijos, en un símbolo de continuidad generacional y del legado que dejaron en el básquet nacional.
Manu Ginóbili, quien fuera una de las figuras más sobresalientes de la Generación Dorada y es recordado mundialmente por su paso en la NBA, fue el encargado de hablar en representación de sus compañeros. Con sus palabras, emocionó a la multitud al expresar la sorpresa y el agradecimiento por el fervor y el cariño que siguen recibiendo. “Es realmente fuerte”, dijo Ginóbili, conmovido por la respuesta del público. Destacó que, a pesar de los años transcurridos, los aficionados aún recuerdan y valoran ese momento histórico. «Esto es impagable», resumió el bahiense, logrando que el estadio estallara en aplausos y ovaciones.
Uno de los momentos más emotivos de la noche fue el homenaje al exjugador Ricardo González, quien, a sus 99 años, estuvo presente para ser honrado. González fue el capitán de la Selección argentina de básquet que ganó el primer campeonato mundial en 1950, otro de los grandes logros de la historia del deporte argentino. Este reconocimiento sirvió como puente entre dos generaciones de campeones, uniendo el pasado y el presente del básquet nacional en una sola celebración.
El evento contó también con diversas actividades pensadas para el disfrute de los asistentes. Hubo un torneo de triples y se presentaron las mascotas Rosco, de la Selección argentina, y Burnie, del Miami Heat, aportando un toque de diversión. Además, artistas, periodistas y figuras de otros deportes también se hicieron presentes para acompañar la conmemoración de un logro que trascendió fronteras y generaciones.
La noche cerró con una recreación simbólica del podio de Atenas, donde los jugadores volvieron a colgarse las medallas doradas entre lágrimas y risas. Al grito de “¡Dale campeón!”, los fanáticos hicieron vibrar el estadio, recordando ese triunfo que marcó un antes y un después en el deporte argentino. La escena final, con los jugadores abrazados y las medallas al cuello, fue un reflejo de la hermandad y el espíritu de equipo que caracterizaron a este grupo a lo largo de su carrera.
La Generación Dorada, más allá de los títulos y los éxitos deportivos, dejó un legado de esfuerzo, unión y humildad que continúa vigente. Veinte años después, el impacto de aquel equipo sigue latente, y su historia permanece como un referente para el deporte argentino y mundial. La reunión en Parque Roca no solo fue un homenaje, sino una reafirmación de los valores que esta generación sembró, inspirando a nuevas generaciones a soñar en grande.
Mauro Volpe, 2° B, turno mañana