El 23 de marzo de 2024, según testimonios de historiadores y distintos expertos, será un día recordado por todos, ya que miles de personas, entre ellas alumnos, docentes, graduados, padres y también organizaciones políticas, se unieron por un bien común: defender la educación pública. Las cifras marcan que no se veía una convocatoria así desde 1969, con el “Cordobazo”.
Los ejes centrales de la movilización fueron, por un lado, los recortes del 70% del presupuesto, y por otro, la decisión de mantener el presupuesto nacional de 2023 pese a los incrementos de la inflación, según lo impuso el presidente Javier Milei, quien a su vez, acusó a los docentes de “adoctrinamiento y “lavado de cerebro”. En referencia a esto, desde las casas de altos estudios mencionan que están atravesando una situación preocupante debido al congelamiento de las partidas y el aumento de los gastos de funcionamiento. Manuel Adorni, vocero presidencial, se manifestó al respecto indicando que el tema de la discusión presupuestaria, tanto de los hospitales como de las universidades, es un tema cerrado y que había quedado saldado la semana anterior.
La Universidad de Buenos Aires (UBA), que se declaró en estado de emergencia, centró las bases de su reclamo en el aumento del presupuesto nacional, la implementación de un boleto educativo y el incremento salarial para docentes y no docentes. Las otras 70 casas universitarias que se sumaron a la movilización, a lo largo y a lo ancho del país, pertenecen a Ciudad Autónoma de Buenos Aires, provincia de Buenos Aires, Entre Ríos, Santa Fe, Catamarca, Neuquén, Tucumán, Chaco, San Juan, San Luis, Santiago del Estero, Jujuy, Formosa, Misiones, Rio Negro, Salta, La Pampa, Corrientes, Tierra del Fuego y Santa Cruz. Además, en la marcha hubo presencia de alumnos, directores y docentes de universidades privadas, como la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), Torcuato Di Tella (UTDT) y San Andrés (UdeSA,), que se solidarizaron y se unieron a la protesta.
Por supuesto que una movilización histórica como la que se vivió dejó varios testimonios interesantes, como por ejemplo el de Angélica, quien tiene 97 años, vive entre las calles Sarmiento y Rodríguez Peña, y ejerció su profesión de odontóloga hasta el año 1968. “Haber estudiado en la UBA me permitió una vida con la que no podría haber soñado de ninguna otra manera. Estudiar y convertirme en profesional es el ejemplo que más agradezco haberle dado a mis hijas. Yo no creo vivir para ver que la UBA no tiene plata para enseñar”, le contó a Infobae con lágrimas en sus ojos. Otro testimonio interesante fue el de Gerardo, abogado de 81 años, quien mencionó ante el mismo medio la oportunidad que le dio la universidad pública y que para su familia no había otro camino posible.
Para los alumnos que hoy se están formando como profesionales y para aquellos estudiantes futuros que decidan asistir a una facultad pública, representa una gran preocupación el no saber qué puede pasar. Para esto, podemos tomar el testimonio que brindó para distintos medios Diego de Charras, vicedecano de la Facultad de Sociales de la UBA, quien puso en duda el comienzo del segundo cuatrimestre debido a la situación alarmante. Además, los alumnos vienen teniendo hace ya unas cuantas semanas las denominadas “clases oscuras”, en referencia a los cortes de luz que realizaron las universidades para poder hacer frente a la situación, bajando a la utilización mínima los servicios básicos de funcionamiento.
Los estudiantes, docentes, ex alumnos y padres han hablado. Sin embargo, esta parece una situación que no tendrá una solución rápida ni mucho menos fácil, porque de ambos lados parece que nadie dará el brazo a torcer. El Gobierno parece fijo en su posición, pero los estudiantes ya no se callarán.
Gastón Calcagno 2°B – Turno Mañana