La llegada de Marcelo Bielsa a la selección de Uruguay pone de manifiesto que se pretende realizar un cambio radical desde lo futbolístico. En el último Mundial, no sólo que el seleccionado quedó afuera en fase de grupos, sino que se visualizó algo particular: el festejo de Federico Valverde al obtener un lateral frente a Corea del Sur muestra una forma de sentir y de jugar que los caracterizó durante gran parte de su historia, pero últimamente no lo llevó a obtener buenos resultados, y de hecho la última vez que ganó la copa del mundo fue hace 73 años, y hace varios que no es protagonista en el fútbol internacional.
Pelotazos a los centrodelanteros, juego fuerte y poco interés por tener el control de la pelota son algunas de las características de este modelo. Tras lo ocurrido en Qatar, llegó así un entrenador que busca de que sus equipos sean protagonistas, ofensivos y por sobre todas las cosas, que no intenten detener el juego o recurrir a la fuerza desmedida para lograr resultados. Si bien se trató de rivales de una menor jerarquía, las victorias en los amistosos disputados en junio frente a Nicaragua y Cuba por 4-1 y 2-0 respectivamente, dejaron buenas sensaciones en el pueblo uruguayo desde el juego y también por una marcada revolución en el plantel, que en Qatar contó con jugadores de una edad avanzada como Suárez, Cavani, Muslera, Cáceres, Godín, entre otros, y ahora apuesta por un equipo más joven, pensando en el mundial que va a disputarse en Estados Unidos, México y Canadá en 2026.
Quiere volver a ser protagonista y por qué no, volver a soñar con ser campeón.