Gilda eterna: a 60 años de su nacimiento

El 11 de octubre pasado Gilda hubiera cumplido 60 años. Fue y es una de las artistas más importantes y significativas de la cultura musical […]

El 11 de octubre pasado Gilda hubiera cumplido 60 años. Fue y es una de las artistas más importantes y significativas de la cultura musical en Argentina, compositora de grandes éxitos que hasta el día de hoy siguen sonando en la memoria de la cultura popular del país.

La cantante falleció el 7 de septiembre de 1996, con apenas 34 años y en pleno auge, en un fatal accidente automovilístico en la Ruta Nacional nº 12, camino a un show en la provincia de Entre Ríos. Además, en el incidente murieron su madre, su hija mayor, tres músicos de la banda y el chofer del micro.

Gilda junto a su banda.

“Fuiste”, “Corazón valiente”, “No me arrepiento de este amor”, “Se me ha perdido un corazón”, “Ámame suavecito”, “Paisaje”, “No es mi despedida”, entre otros, formaron parte de su gran repertorio. Con algunos de ellos ha logrado discos de oro, platino y doble platino.

Miriam Alejandra Bianchi -su verdadero nombre- nació en el barrio porteño de Villa Devoto el 11 de octubre de 1961, hija de Omar Eduardo Bianchi, empleado público, e Isabel Scioli, profesora de piano; y hermana mayor de Omar Bianchi.

Sus inicios poco tuvieron que ver con lo musical, a los 16 años había comenzado el profesorado de educación física aunque poco tiempo después tuvo que dejarlo por el fallecimiento de su padre en 1977, teniendo que hacerse cargo de la economía familiar. Tiempo más tarde pudo estudiar el profesorado de educación inicial, profesión a la que se dedicó durante varios años hasta el momento de su estrellato en la música tropical.

En 1981, Gilda se casó con Raúl Cagnin, con quien tuvo a sus hijos Mariela y Fabricio, aunque diez años más tarde decidieron separarse, ya que su esposo no apoyaba la carrera musical que Miriam acababa de empezar. Varios allegados a la cantante afirmaron que el éxito “No me arrepiento de este amor” estuvo inspirado en su relación con él, de quien parecía no haberse olvidado.

Miriam junto a sus hijos, Mariela y Fabricio.

“El ángel de la movida tropical”, como le decían sus seguidores, comenzó su carrera a partir de un aviso clasificado en un diario donde buscaban vocalista para un grupo de música tropical. Pese a su talento y carisma, la familia no estaba del todo conforme con su decisión, ya que el género musical todavía no había impactado en clases medias y altas del país y se respiraban climas de machismo. A pesar de estos inconvenientes, Gilda rompió con todas las barreras que se le presentaron y siguió su instinto pasional que tanto la caracterizó a lo largo de su corta pero exitosa carrera.

Sus primeras apariciones vocales fueron en algunas canciones del grupo “Las Primas”, banda a la que la acercó Juan Carlos “Toti” Giménez, compositor y tecladista, quien fue su pareja artística durante su corta carrera y con quien se rumoreó por mucho tiempo que habían mantenido una relación amorosa fuera de los escenarios, aunque con muchas contradicciones antes y después de la defunción de Gilda.

Gilda junto a «Toti» Giménez.

El primer productor de “La abanderada de la bailanta”, como le gustaba que le digan, fue José “El Cholo” Olaya, quien le dio su nombre artístico para el lanzamiento como solista posteriormente. Juntos conformaron el grupo musical que acompañaría a la cantante hasta el último día, con mitad de músicos argentinos y mitad peruanos. Gustavo Babini, Raúl Larrosa y Enrique Toloza, músicos de Gilda, murieron junto a ella en el accidente.

Luego del éxito rotundo en Argentina, Miriam llevó su talento a giras por Bolivia y Perú, donde la recibieron muy bien. A pesar de los logros obtenidos en tan pocos años, la cantante comenzó a sufrir alergias, problemas renales y dolores severos en los pies, aunque esta información salió a la luz años más tarde de su muerte.

Muchos productores le negaban a Gilda la posibilidad de cantar en distintas discotecas y eventos, por el simple hecho de ser mujer. Esto no fue problema para ella, ya que siempre se caracterizó por su empatía, querer colaborar con los que menos tenían, podía cantar en discotecas masivas como en clubes de barrio, incluso llegó a realizar un show en la Unidad nº 9 de La Plata, frente a los presos que enloquecieron y agradecieron su aparición.

El trágico final llegaría camino a uno más de sus shows, cuando un camión de origen brasileño embistió el micro que llevaba a Gilda con parte de su familia y de su banda, a la altura del kilómetro 129 en la Ruta Nacional nº 12, cerca de la localidad de Ceibas. Ese lugar se convirtió en un santuario para los fanáticos de la cantante y de la movida tropical en general, algunos se animan a catalogar a Gilda como “santa”, adjudicándole milagros a través de sus canciones. Sus restos descansan en el Cementerio de la Chacarita, Ciudad de Buenos Aires, en la tumba nº 3635 de la galería 24.

Santuario de Gilda en el lugar del accidente.

En el año 2016 se estrenó la película “Gilda, no me arrepiento de este amor”, protagonizada por Natalia Oreiro, quien personificó y revivió fragmentos de la vida de la exitosa cantante de la movida tropical.

Con el correr de los años, la figura de Gilda tomó cada vez más fuerza en el imaginario colectivo de la sociedad, se convirtió en un ícono popular, un ejemplo a seguir dentro de la música y el género tropical. Pasaron más de 60 años de su nacimiento y 25 de su muerte, pero siempre estará viva en la memoria de quienes disfrutaron y siguen disfrutando de su música. Gilda es eterna, por siempre en el corazón de la gente.

 

Lucas Nahuel Moschitta