Jose Massaroli

Jose Massaroli leyendo una historieta  ¿Que recordás de ese joven José que llegaba a Buenos Aires a sus 18 años, y cuáles eran sus sueños? […]

Jose Massaroli leyendo una historieta

 ¿Que recordás de ese joven José que llegaba a Buenos Aires a sus 18 años, y cuáles eran sus sueños?

A los 18 años yo tenía muchos sueños, es verdad, y algunos se han cumplido, otros no y otros se cumplieron de otra manera. No me puedo quejar ya que quería ser dibujante de historieta, ese era mi sueño y lo conseguí… tampoco fue fácil, pero las cosas se fueron dando. Yo venía prácticamente con una gran ignorancia, producto de haberme criado lejos de Buenos Aires y haber estudiado por correspondencia dibujo. No conocía las editoriales ni sabía cómo se trabajaba, tenía una vaga idea. Mis primeros contactos, cuando llegué, fueron rebotes tanto en García Ferrer como en otras editoriales. En la editorial Quinterno, donde hacían Patoruzú, me propusieron escribir guiones en vez de dibujar. Bueno, lo que saqué en limpio de todo eso fue que tenía que seguir estudiando dibujo, cosa que hice anotándome en el instituto IDA donde estaban grandes profesionales como Pablo Pereira, Ángel Borizos y Narciso Ballon . A Buenos Aires llegaba, con una mano atrás y otra adelante, se puede decir, paré el primer mes en casa de un amigo de mi padre. Luego pasé a un hotel, en donde viví varios años.

¿Cuáles fueron tus primeros trabajos, ya sea dentro del mundo del dibujo como fuera de este?

Mi primer trabajo, mientras empezaba a estudiar en el Eneida, fue salir a vender curitas casa por casa, e incluso en algún paso a nivel. Luego, en una casa de artículos para el hogar donde hice primero facturación, trabajo de oficina y luego, entrega de mercadería. Eso me permitió conocer los barrios. Salíamos con un camión a repartir televisores y heladeras, y me sirvió para conocer Buenos Aires. Eso fueron los primeros años, es curioso que cuando yo voy queriendo ser dibujante de historietas humorísticas, estilo Patoruzú o Hijitus, que eran las que yo leía y estaba acostumbrado, incluso lo que había estudiado en el curso de la Continental school por correo, empiezo a estudiar con Pablo Pereira, quien había sido director de arte de la revista Hora Cero, donde publicó El Eternauta, el Sargento Kirk, las mejores historietas, los más grandes dibujantes trabajaban ahí con él. Relataba historias y anécdotas muy lindas y muy interesante de todo eso, sobre Oesterheld, por ejemplo, y me empecé a interesar por ese otro mundo, el mundo de la historieta realista y justo en ese momento se me dio la oportunidad de empezar a trabajar con García Ferré, casi sin buscarlo. Tuve la oportunidad de ir a verlo, llevarle mis dibujos y me toman para trabajar en el estudio, en el equipo de la revista Aventuras de Hijitus, fue mi primer trabajo en historietas. Al poco tiempo pasé a las Desventuras de Larguirucho, en donde estuve más tiempo. Esos fueron mis primeros trabajos mientras seguía estudiando en Ida. Por mis ganas de estudiar historietas realistas, empecé a llevar muestras a la Editorial Columba y un par de años de después ya empecé a trabajar con Columba, sin dejar del todo García Ferré.

Tuviste la oportunidad de trabajar con un grande, como lo fue Manuel García Ferré, ¿qué recuerdos tenés de aquel hombre?

García Ferré era una gran persona y un gran artista, realmente tengo los mejores recuerdos de él, no era tal vez muy comunicativo, pero su palabra tenía peso. Cuando él decía algo tenía sentido, tenía autoridad. Sabía lo que decía y realmente yo puedo decir que abriéndome la puerta de su empresa, me dio un empujón enorme en mi carrera, realmente fue muy importante y tuve la suerte de poder decírselo años después y poder dedicarle una de mis libros y contarle como mi vida paso por su empresa. Quién sabe cómo hubiera sido mi historia de no haber arrancado por ahí. En los últimos tiempos, poco años antes de que falleciera, un grupo de fanáticos de García Ferré empezaron a hacerse cenas y almuerzos donde lo invitaban, e invitaban también a los que habían trabajado en la editorial, de manera que ahí tuve la oportunidad de estar varias veces y volver a encontrarlo y poder expresarle todo mi afecto y agradecimiento. Y mi admiración porque realmente también fue un gran artista, un gran creador.

¿Cuál crees que es la obra argentina de dibujo más importante hasta el día de hoy?

Sin ninguna duda es El Eternauta de Oesterheld y Solano López, luego Alberto Breccia propuso una visión distinta y después otros dibujante y guionistas, hicieron sus aportes. Pero la primera versión para mí es el Martín Fierro del siglo 20, lo tiene todo para ser considerado una obra irremplazable, como historieta, literatura y ficción. Se predicen cosas terribles que iban a suceder en la Argentina años después, aunque es evidente que él se inspiraba en cosas terribles que ya habían sucedido, como por ejemplo la revolución de 1955 y los fusilamientos de José Suárez de 1956 y el clima opresivo de esos años está presente en El Eternauta, sin ninguna duda.

Contame un poco sobre tus trabajos en Disney ¿Qué importancia tuvo en tu carrera?

En Disney estuve más de 20 años, pasé por varias etapas. El comienzo veía esas historietas que se hacían para Disney en el estudio de animación donde yo trabajaba, en el estudio de Jaime Díaz, que me parecía algo fuera de mi alcance, algo muy difícil, que no era para mí. Pero luego de varios años de hacer animación, empecé a sentirme ya más capacitado para ese tipo de dibujo. En 1991 me proponen hacer una historia estilo Disney con el Oso Baloo como personaje y acepto. Puse toda la carne en el asador, la historieta fue aceptada. Seguí haciendo este tipo de trabajo. Después en el 95, cuando se me da la oportunidad de hacer al Pato Donald, para Dinamarca que luego entregaba todo su material a Disney, que distribuye por todo el mundo, me cansé de dibujar historietas. Más de 1500 páginas, siempre con Raúl Barbero como colaborador, que se ocupa del pasado a tinta porque el destilado de Disney es un estilo, en donde pasar la tinta requiere una precisión y una una exactitud de un especialista.

Tuviste muchas obras a lo largo de tu carrera, ¿si tuvieras que elegir, con cuál o cuáles te quedás?

En tantos años hice muchas historietas, he creado unos cuantos personajes. Hice un poco de todo, animación, caricatura, ilustraciones y sobre todo historietas, he escrito muchos guiones. Me quedo sin ninguna duda con dos historietas, con Juan Moreira, que lo hice con gran amor, con muchas ganas por contar esa historia. Fue un momento muy creativo, muy especial donde laburaba en el estudio Géminis rodeado de amigos dibujantes y había un clima muy creativo, muy lindo. Y el otro es Orquídeo Madaina, que nace un poco antes, en el 82, Moreira es del 83. Nace en Ramallo, donde estoy ahora. Se puede decir en el mismo lugar en el que te estoy hablando, desde mi viejo estudio. En el fondo me casé rodeado de árboles y pasto verde y canto de pájaros y ahí nació Maidana, un guapo así inspirado en la en las milongas de Borges, humorístico, que lo publique en el 82 en Caras y Caretas. Estos dos personajes realmente son los que más feliz me hicieron y los que más quiero todavía hoy.

Haciendo ficción. ¿Si pudieras hoy en día tomar un café con algunos de los siguientes personajes, que dibujaste en varias ocasiones? ¿Cuál elegís? ¿Y por qué?

-Juan Moreira – Orquideo Maidana – Facundo – Dorrego

Es difícil elegir, pero creo que con Moreira no me animo porque era un hombre de mal carácter, era de sacar la daga por cualquier cosa y no sé cómo podría terminar esa charla. Dorrego y Facundo son personajes de nuestra historia que han tenido vidas heroicas, muertes terribles. Les tengo un gran respeto. Creo que si tomara un café con ellos, no me saldría palabra, me quedaría mudo, Por lo tanto me sentaría en una mesa de un bar con Orquideo Maidana que se puede decir que es hijo mío y tal vez es sobrino de Borges y Piazzola. Aunque no sé si un café, me parece que una caña o algunos brindis con vino tinto, podría ser más apropiado. Me gustaría conversar sobre tango y Borges, tantas cosas, como la novias de Maidana… bueno, habría mucho para conversar con este muchacho.

Santiago Umbides
2° «B» T.N.