El caso de Larry Nassar fue uno de los que más conmocionaron al deporte entero. Este ex médico de la USA Gymnastics (USAG) hasta el 2015, aprovechándose de su posición dentro del equipo y haciéndoles creer a las gimnastas que todo era parte de un tratamiento para ayudarlas con su desempeño en las competencias y poder reducir los dolores en los entrenamientos intensos al que estaban sometidas y así poder ganar medallas para su país, cometió más de 250 abusos contra mujeres, incluidas las gimnastas Maggie Nichols, Aly Raisman, McKayla Maroney, Gabby Douglas y Simone Biles, quien fue una de las grandes revelaciones en los Juegos Olímpicos de Rio 2016.
En el año 2018, Nassar fue condenado con una pena de hasta 175 años de prisión, debido a que también se sumaron otros cargos de abusos sexuales de primer grado durante su mandato en la Universidad Estatal de Michigan y la USAG. También decenas de entrenadores fueron vetados del deporte y tres miembros de la junta de la USAG renunciaron como consecuencia del caso.
Lo revelado en el documental, que generó un gran revuelo dentro del ámbito de este deporte, fue una puerta de entrada para que muchas gimnastas se animaran a denunciar públicamente que también habían sufrido maltratos físicos y psicológicos por parte del algún integrante de su equipo, en los que varios testimonios son coincidentes en el maltrato, cuestionamiento sobre el peso y el silencio. La mayoría fueron publicados por las diferentes gimnastas en sus redes sociales con el hashtag #gymnastalliance
En Gran Bretaña, las hermanas Becky y Ellie Downie, figuras del equipo británico de gimnasia, comentaron en un comunicado en Twitter que ellas tenían miedo de hablar y que el maltrato era algo constante
Amy Tinkler, medallista de bronce en Rio 2016 y que anunció su retiro en enero de este año, también denunció que fue victima del maltrato. La gimnasta reveló en su cuenta de Twitter mediante un comunicado que «sufría golpes en la cara y un abuso verbal por parte de su head coach, Amanda Reddin». Sin embargo, la federación del país desestimo por completo estos dichos, argumentando que “se trataba de palmaditas en la espalda para mostrarles a las gimnastas como hacer su trabajo”. La respuesta de Tinkler no tardó en llegar: “Por eso no denunciamos, por eso sufrimos en silencio. Sabemos que es inútil denunciar y termina con nuestra carrera”.
Lamentablemente en estos casos, Latinoamérica no se quedaría atrás. El Mundial de Stuttgart 2019 significaba la última oportunidad de clasificar a un JJ.OO para varias deportistas que ya se encontraban al final de su carrera. La mexicana Elsa García también fue una de las que expusieron que sufrió “agresiones físicas, psicológicas y verbales” por parte de los entrenadores franceses Eric y Cecile Demay. En una publicación en su cuenta de Instagram, la participante en Londres 2012 aseguró que no se le permitió competir y que fue reemplazada en la modalidad de barras asimétricas, su aparato mas fuerte.
Los casos en Argentina
En una situación muy similar a lo ocurrido con García y en el mismo escenario de Stuttgart 2019, la argentina Ayelén Tarabini también hizo su descargo en un comunicado que publicó en Twitter, en el que también anunció su retiro. Allí comentó que no le prestaron atención en plena competencia cuando necesitaba que le acomodaran la tabla de pique para poder realizar su salto y que tampoco se le permitió competir en la modalidad de All Around, siendo que de esta manera no podría clasificar a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. En sus acusaciones apuntó contra el head coach, Roger Medina, a quien también acusó de someterla a malos tratos y formas de entrenamiento poco apropiadas a su cuerpo por lesiones previas. La Confederación Argentina de Gimnasia negó los hechos y defendió a Medina de estas acusaciones.
Otra de las figuras que comentaron sobre su experiencia fue Ailén Valente, quien fue representante argentina en los Juegos Olímpicos de Rio 2016. En su cuenta de Instagram, la ex deportista reveló que se expuso a dietas extremas para poder cumplir con el peso que le exigían. A dos años de su retiro, cuenta que pesa 20 kg. más que en la cita olímpica: “Hoy soy una persona que no está conforme con su cuerpo y ¿por qué? Porque siempre creí que un cuerpo ideal tiene que ver con hacer dieta y estar siempre unos kilos abajo”, dijo. Y agregó que intenta cada vez sentirse mejor con su cuerpo, entendiendo que debe ser así y no tiene por qué pertenecer a un talle específico: “Hay que cuidarse para estar sanos, pero darse gustos y disfrutarlos”.
Son varias las deportistas que comentaron sobre sus experiencias para comenzar a ponerle fin a una cultura del miedo que se generó durante mucho tiempo.
Ramiro Soria