Años anteriores a su fundación, en 2012, se rumoreaba que los monoplazas de Fórmula 1 para 2020 iban a ser eléctricos. Pero por el arduo reclamo de pilotos, equipos y una amplia masa de simpatizantes, la decisión fue crear una categoría aparte.
Muchos subestimaron esta nueva competencia de los autos eléctricos. Tal vez por la poca emoción de los sonidos sónicos de los motores a la hora de acelerar, por la baja calidad de pilotos que iban a conducir, entre otros rubros. En aquel entonces, eran todas suposiciones las críticas de este certamen.
Hoy, está en auge y, a medida que pasan las temporadas y las competencias, la relevancia es cada vez mayor, tanto para el público y marketing como deportivamente, para los pilotos.
La categoría es atractiva por sus Eprix (Grandes Premios), por sus circuitos callejeros, por la estética que los coches ofrecen y por la paridad entre conductores y equipos a la hora de correr; lo que hace que sea una competencia atractiva para los fanáticos del automovilismo.
Además la índole de corredores es buena; hay ex pilotos de la categoría madre como Felipe Massa, Jean Pear Vergne (último campeón de la Fórmula E), Lucas Di Grassi, Sebastián Buemi, quien se consagró en la temporada 2015/2016, Stoffel Vandoorne, Bruno Senna y Pascal Wehrlein. Entre las marcas con más renombre y competitividad están Renault, Audi, Virgin Racing, Techeetah y Mahindra Racing.
El representante argentino es José María López, quien forma parte del equipo Toyota Gazoo Racing. Está en su segunda temporada y su mayor logro fue un segundo puesto el año anterior en el Eprix de París. Sin embargo, todo parece indicar que este ciclo está por acabar, debido a su mala relación con los ingenieros de la marca francesa.
Tanto Pechito como otros conductores entran a la Fórmula Eléctrica como trampolín a la F1, al mejor estilo de F2 o F3, categorías de ascenso de la principal competencia del automovilismo internacional.
Autor: Facundo Estelrrich.