Parque Patricios, un barrio de contrastes marcados

De tangos y milongas. También de borrachos y malvivientes. Parque Patricios es uno de los barrios de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires más emblemáticos […]

De tangos y milongas. También de borrachos y malvivientes. Parque Patricios es uno de los barrios de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires más emblemáticos por su historia y su cultura. Sus antiguos mataderos y la famosa quema -de ahí el apodo- lo convirtieron en uno de los barrios obreros a comienzos del Siglo XX. También fue y es uno de los pulmones de la Capital Federal al contar con más de cinco parques e incontables plazas, y cabe destacar que hubo una gran cárcel donde hoy se graban las temporadas de la serie El Marginal.

Con el correr de los años, el barrio fue creciendo en población -hoy cuenta con aproximadamente 41.000 habitantes- y en infraestructura. El punto clave en los últimos 50 años seguramente haya sido en el 2007, cuando Mauricio Macri asumió como Gobernador de la Ciudad de Buenos Aires y puso sus ojos sobre él. Con la ya empezada obra de la Estación Caseros del subte, el actual Presidente de la República Argentina decidió proyectar un nuevo barrio donde las inversiones inmobiliarias sean su fuerte y sea la atracción para que nuevas empresas pongan sus oficinas y locales, denominando esta zona como Distrito Tecnológico donde alberga todo lo anteriormente nombrado, cuatro estaciones de la Línea H y como si fuese poco, en 2015 se decidió llevar atrás del Parque Patricios la Jefatura de Gobierno de la Ciudad, dándole otros aires a un lugar donde sus calles siguen estando empedradas, con pintadas de Huracán y de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota -banda que tocó en el Estadio Tomás Adolfo Ducó en 1994- pero que nunca pierde su esencia.

Sin embargo, no todo es color de rosa en el barrio quemero. Así como la Avenida Caseros es el hogar de muchas familias, un nuevo sueño para emprendedores y hoy el albergue de grandes multinacionales como Starbucks, Megatlon o el Banco ICBC, también es una gran grieta entre distintas realidades socioeconómicas. Entre los habitantes, la gran mayoría se conoce, y como dice el dicho: pueblo chico, infierno grande. Dentro de Parque Patricios hay muchos «micro-barrios» ante las diferencias sociales, que igualmente, entre ellos son símbolos de respeto y de orgullo. De un lado de la avenida, el barrio que todos se imaginan y la pantalla del gobierno de turno. También grandes complejos como Las Torres de Salcedo y de Matheu. Del otro, el famoso «abajo», que suena despectivo pero es así: fabricas -algunas abandonadas-, monoblocks, edificios tomados y la entrada a la gigantesca Villa Zavaleta. Las mañanas y mediodías son protagonistas de gente que sale a ganarse la vida mientras que la oscuridad de las noches muestran la otra cara de la moneda: la clandestinidad y la calle, esa que atrapa a jóvenes y adultos (en muchos casos de manera hereditaria) y que puede ser un arma de doble filo.

A su vez, una gran problemática que fue agigantándose en los últimos años: el paco y la pasta base. Estas drogas son propias de los sectores bajos argentinos. ¿Sus consumidores? Personas sin esperanza, droga-dependientes o gente que busca sanar su hambre con “lo suyo”, como se le dice en la jerga a la peor escoria que se venden en las casillas de la Villa Zavaleta. Su precio vale menos que un plato de comida, y su nivel de adicción es altísimo, lo cual hace que en esta crisis socio-económica que sufre la República Argentina haya muchas víctimas (en su mayoría gente de 15 a 30 años) que lo ven como salida ante el sufrimiento. También cabe destacar que con el famoso Distrito Tecnológico los impuestos y expensas han aumentado en los hogares y edificios, causa que hace que también muchas familias de clase media esten con la soga al cuello.

Así es la vida en Parque Patricios, un barrio que no perderá jamás su esencia pero del que muy pocos saben más allá del Club Atlético Huracán o de las hermosas tardes que se pueden disfrutar en algunos de sus parques.

Ramiro Boz

@ramiroboz