El Tipográfico, un renacer en San Cristóbal

San Juan 3246 es la dirección exacta de una de las máximas recuperaciones culturales en la Ciudad de Buenos Aires, justamente en un tiempo donde […]

San Juan 3246 es la dirección exacta de una de las máximas recuperaciones culturales en la Ciudad de Buenos Aires, justamente en un tiempo donde la cultura no es ajena a los recortes del Estado. Allí, en la famosa avenida de San Cristóbal se aloja el “Tipográfico”, un lugar nacido como producto de una lucha gremial, que hoy es un espacio cultural en donde los vecinos y la iglesia trabajan en conjunto para la sociedad.

Para conocer su creación habrá que remontarse a 1857 cuando en ese mismo lugar surgía la Sociedad Tipográfica Bonaerense, movimiento autor de las primeras luchas obreras en el país y sede de varias discusiones sindicales. Pero el abandono provocado por la falta de manutención del edificio hizo que ese espacio de reunión y debate deje de despertar interés en el barrio.

Así fue como en uno de los desesperados intentos por levantar el lugar se fundó un cine que tuvo poco éxito y terminó exhibiendo contenido pornográfico, algo muy alejado a la idea principal. Tal fue la crisis que en los primeros años del siglo XX el Tipográfico cerró sus puertas.

Sin embargo, a mediados del año 2015 el Centro Cristiano Nueva Vida (CCNV) se acercó al abandonado edificio de San Cristóbal para hacer una verdadera revolución. Por un lado, el renacer de un espacio olvidado para ser un centro cultural, y por el otro, el papel activo que toma una iglesia con los vecinos, en tiempos donde crece el movimiento de la apostasía, que promueve la separación de la religión y el Estado.

El primer problema fue ponerlo en funcionamiento porque se encontraba en ruinas. El techo se encontraba prácticamente caído por las filtraciones de agua, los pisos estaban podridos y el sector del cine muy destruido. Cuando comenzaron las obras de restauración, se pudieron rescatar algunas de las butacas originales y fueron apareciendo tesoros históricos. Se buscó volver a darle la identidad de «la tipografía» con la restauración de máquinas y tipos móviles.

Pero también se abrió para diversas actividades, como la producción de café artesanal o el ciclo de cine independiente que funcionó hasta el año pasado, en el cual se invitaron distintos directores y actores para debatir con los presentes sobre la temática del filme. Una de las películas que pasaron por la Avenida San Juan fue “Quién mató a Mariano Ferreyra” de Alejandro Rath y Julián Morcillo.

Hoy, el Tipográfico cuenta con diversas atracciones: desde visitas guiadas por las máquinas de tipografía dónde se hace un recorrido histórico, hasta obras de teatro, shows musicales, eventos para los niños que viven cerca, talleres de vinilos, fotografía, zapateo, bombo, tango, literatura y encuadernación, entre otros.

A más de uno le puede surgir el interrogante ¿Otra vez la religión mete sus narices en los espacios barriales? Si bien desde el CCNV aseguran que hay una tarea evangelística de fondo, el objetivo primario es de acercar a los vecinos y darle al lugar la importancia que tenía en sus primeras épocas: el de ser un punto de reunión. Por eso, cualquier persona puede participar de las actividades y formar parte del centro cultural sin tener relación con el centro cristiano.

Aunque también uno de los objetivos es el de cobijar a quién busque un sitio seguro. Maito Tokumori, una de las encargadas de llevar adelante el proyecto, aseguro que se busca llegar a la gente por medios no tan convencionales, “no somos la iglesia en el sentido estricto de la palabra” contó.

Entre los ejemplos que dio está el de una de las profesoras de los talleres, que si bien no pertenece al credo, pidió oración por temas de salud; o el de una vecina que se acercó en busca de contención debido a problemas familiares.

Lejos de las formas de acercarse que conocemos de la iglesia católica, aparece una nueva y distinta, la del CCNV. Esta entidad evangélica, que promueve en sus templos la firma del trámite de apostasía, busca tomar contacto con la gente de una manera menos invasiva, como si el fin de llevar la palabra quedara en segundo plano. Cuando uno ve el día a día del Tipográfico ve que el objetivo es otro: ganar un espacio que estaba perdido, abrir las puertas al barrio y sumar a una cultura que no es ajena al tiempo de crisis que atraviesa el país.

Matías Margni
2° «B» T.N.