El «partido fantasma» y la sangrienta dictadura

En 1973 se “disputó” uno de los partidos más bochornosos en la historia del fútbol. Y  “disputó” está entre comillas porque no hubo ninguna disputa […]

En 1973 se “disputó” uno de los partidos más bochornosos en la historia del fútbol. Y  “disputó” está entre comillas porque no hubo ninguna disputa en este encuentro en el cual saltó a la cancha sólo un equipo.

Se trata del partido de vuelta entre la Selección Chilena y la URSS por el repechaje para entrar a la Copa del Mundo que se celebraba en Alemania Occidental el año siguiente. En ese momento el país chileno era gobernado por el general Pinochet (anticomunista), por lo que la ciudad de Santiago se transformó en el centro de tortura del régimen militar. Por obvias cuestiones de seguridad y políticas los soviéticos se negaron a viajar para jugar el partido, pero la FIFA, en clara muestra de apoyo a los sudamericanos, permitió que el partido se disputase ese mismo 21 de Noviembre, aparecieran los rusos o no.

Militares chilenos.

Esta decisión dio lugar al famoso partido fantasma, donde los chilenos jugaron sin rival con el objetivo de convertir un gol simbólico que los clasifique a la Copa de manera oficial. Los 11 jugadores ingresaron al césped del Estadio Nacional de Santiago (lugar que utilizó Pinochet para la detención y tortura de opositores a su régimen) y fue el capitán Francisco “Chamaco” Valdés quien se encargó de conducir y rematar la pelota hasta a un arco sin arquero para meter a su equipo en Alemania ante apenas 15.000 espectadores, quienes vieron luego un amistoso de su selección ante el Santos de Brasil, conjunto que vapuleó a los chilenos por 5 a 0. Tan bajos eran los ánimos que el evento culminó sin festejo de los clasificados, quienes no vivieron su pasaje al Mundial como una verdadera victoria.

No pasó mucho tiempo para que los diarios y medios del país se expresaran con furia. “La tarde más triste del fútbol” o “El partido de la vergüenza” son unos de los tantos fuertes títulos que encabezaron éstos. Los propios jugadores también se encargaron de dar a conocer su opinión. Carlos Caszely, delantero de los sudamericanos, declaró que “fue el show futbolístico más burdo que me tocó vivir. El teatro de lo absurdo”. Leonardo Véliz, delantero de “La Roja”, comentó que el partido frente al Santos sólo fue para que la gente que había pagado la entrada pudiese disfrutar aunque sea un poco de fútbol, pero que el plantel no estaba emocionalmente enfocado en el encuentro.

El gol, visto desde otro ángulo.

Si bien le frustraba la situación a los clasificados, la tristeza se multiplicaba para la URSS. El equipo había terminado como líder del Grupo 9 de los preliminares europeos por encima de Francia y República de Irlanda, pero el tener números inferiores a los líderes de los otros grupos les causó tener que jugar la repesca. Fue el 26 de septiembre cuando recibieron en su estadio a Chile, quienes previamente tuvieron que derrotar a Perú en Montevideo para llegar a éste encuentro. El recibimiento frío en medio del clima tenso por el que pasaban se trasladó al campo de juego, en donde pocas situaciones se crearon, por lo que se firmó un justo empate en cero. El resultado era negativo para los soviéticos, quienes debían trasladarse a Sudamérica en búsqueda de la hazaña que los clasificase.

Lo que sigue a esto ya se sabe: URSS nunca pisó territorio chileno. Igualmente jugó amistosos contra otros planteles sudamericanos, en muestra de que el problema no era viajar allí, sino que el problemático contexto político impedía que el partido de vuelta se dispute.

Las gradas de un estadio que debería expresar alegría y fiesta fue espacio de más de 40.000 personas que quedaron en condición de detenidos. Ésta ridícula situación quedará por siempre en los libros de historia del fútbol mundial, en donde el deporte se vio envenenado por los intereses de los gobernantes.

Por Diego González (diegong38@gmail.com), Santiago Goicoechea (santiagogoicoe2@gmail.com), Juan Ignacio De la Vega (juanidelavega1111@gmail.com).