¿Qué sucede con el cannabis medicinal?

El último 6 de abril se aprobó la resolución 258/2018, firmada por la Ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y publicada en el Boletín Oficial, que […]

El último 6 de abril se aprobó la resolución 258/2018, firmada por la Ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y publicada en el Boletín Oficial, que habilita predios de siembra y cultivos de cannabis con fines de investigación científica y/o médica.

Según indica esta resolución, “La Ley N° 27.350 establece un marco regulatorio para la investigación médica y científica del uso medicinal, terapéutico y/o paliativo del dolor de la planta de cannabis y sus derivados, garantizando y promoviendo el cuidado integral de la salud”. Para poder cumplir estos objetivos, en la órbita del Ministerio de Salud se creó un programa relacionado con el estudio e investigación del uso medicinal de cannabis, que estudiará también los derivados de la planta y los tratamientos no convencionales de la misma. Como indica uno de los anexos de la resolución, los predios e instalaciones que sean designados para el cultivo de marihuana deberán someterse a una inspección y a un estudio de seguridad, que será realizado por personal capacitado dependiente del Ministerio de Seguridad. Quien ejecute la inspección deberá realizar un informe, en el cual se indique un sistema de seguridad, que permita que los recursos disponibles se utilicen de forma eficiente para su optimización. Se publicó que será el Ministerio de Seguridad el encargado de habilitar los predios donde se cultive.

Esta resolución se aprobó luego de que pacientes y familiares, que ya venían empleando el uso de cannabis medicinal, reclamaron que la reglamentación se proclamara. Esto se debe a que a poco más de un año de la aprobación de la ley nacional que habilita el uso medicinal de cannabis, y a seis meses de su reglamentación parcial, los usuarios aseguraban que aún “no había avances”. Asimismo, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), organismo habilitado por la ley para el cultivo, confirmó que, hasta el momento, no hay pedido del área de Salud para empezar a cultivar cannabis y que tampoco existe el financiamiento que sería necesario para efectuar la tarea. Además, desde los laboratorios de Producción Publica de Medicamentos, que son los encargados de la producción de cannabis en todas sus variedades (la marihuana se puede fumar, comer, consumir como extracto liquido en forma de aceite, o vaporizar), señalaron que, por ahora, no hay avances.

Si un paciente quiere recibir el cannabis de forma gratuita (hoy en día se lo importa desde los Estados Unidos), deberá estar inscripto en el Registro Nacional de Pacientes en Tratamiento con Cannabis que gestiona la Anmat. Pero los únicos enfermos que pueden inscribirse son aquellos que sufren de epilepsia refractaria, y allí surge otro reclamo, ya que las propiedades medicinales de los cannabinoides también pueden tratar enfermedades como cáncer, epilepsia, glaucoma, esclerosis múltiple, fibromialgia, dolor crónico, artritis, VIH y Alzheimer. No se sabe la cantidad exacta de inscriptos en el Registro, pero no son muchos los pacientes registrados debido a que  la epilepsia refractaria es tan solo una mínima parte de todo lo que se puede tratar con cannabis. Distintas fuentes no gubernamentales, como Mamá Cultiva, siguen de cerca la reglamentación de la ley e indicaron que hay entre 45 y 50 personas inscriptas en el registro de importación de cannabis. Por su parte, las fuentes del ministerio de Salud informaron que hay alrededor de 80 pacientes inscriptos. Testimonios de distintos pacientes ya inscriptos afirmaron que el trámite de ingreso es fastidioso, y que hay falencias en el mismo; por ejemplo, la gente del interior deberá viajar para anotarse y también para retirar el producto.

Al igual que cualquier medicamento, el consumo de marihuana, aún siendo para uso medicinal, incluye efectos que pueden volverse nocivos. Los posibles síntomas físicos a causa del consumo de cannabis pueden ser: latido cardíaco rápido o irregular, mareos, tiempos de reacción lentos y somnolencia. Por otro lado, los síntomas mentales o emocionales que puede traer el consumo son: una fuerte sensación de alegría o bienestar, pérdida de memoria a corto plazo, problemas en la concentración, confusión y disminución o aumento en la ansiedad.

Luca Agnoletti