La leyenda que abrió las puertas de su deporte

Roberto de Vicenzo nació el 14 de abril de 1923 en el barrio de Villa Ballester. Su camino como golfista empezó cuando tenia 9 años, […]

Roberto de Vicenzo nació el 14 de abril de 1923 en el barrio de Villa Ballester. Su camino como golfista empezó cuando tenia 9 años, trabajando como caddie en un club muy cercano a su casa, para ayudar económicamente a su familia. Un año más tarde, jugó su primer torneo y logró el primer trofeo personal, cuando tenía solo 19 años, en el Abierto del Litoral de Rosario.

En todo el transcurso de su carrera, ganó más de 230 torneos, entre ellos 3 mayors profesionales y 6 PGA tour. Aunque no pudo adjudicarse el Masters de Augusta de 1968, debido a que su compañero de línea, le anotó un golpe de más en la tarjeta y por eso quedó segundo, sin oportunidad de llegar a un desempate con Bob Goalby, ganador de dicho torneo ese año.  Además, ganó la copa mundial de golf de Montreal en 1953, certamen que ningún argentino pudo volver a apropiarse.

Fue y será inspiración para todos los golfistas argentinos que lo sucedieron. Angel Cabrera se expresó en su twitter luego de enterarse del fallecimiento de De Vicenzo: “Una gran tristeza la de Roberto De Vicenzo. Sin duda hoy la Argentina y el golf están de luto”.

Eduardo Romero también dio su testimonio en las últimas horas: “Nos conocíamos desde hace 25, 30 años. Fue mi mentor. Roberto siempre ayudó a todos los golfistas que lo continuaron. A nosotros se nos abrieron las puertas del mundo de este deporte gracias a lo que él había hecho”.

De Vicenzo ganó el Olimpia de Oro al mejor deportista argentino del año, en 1967, e ingresó al salón de la fama del golf en 1989. En 1999, por una iniciativa del Círculo de Periodistas Deportivos, fue nombrado como uno de los cinco deportistas más grandes de la historia argentina, junto con Vilas, Monzón, Maradona y Fangio. Dejó de jugar profesionalmente al golf a los 73 años y su último trofeo lo levantó con 69; fue en el Center Senior Argentine Open de 1992.

Sus restos fueron velados el viernes pasado, en el cementerio Parque Iraola, a la altura del kilometro 33 de la autopista Buenos Aires-La Plata. Asistieron sus familiares y varios socios del club del que él fue socio vitalicio. Falleció por causas naturales en su casa de Ranelagh, dos meses después de estar internado por una fractura de cadera, de la cual no se pudo reponer.