Lula Da Silva, con una idea fija

Pese a no estar viviendo un buen momento personal, Luiz Inácio da Silva tiene la ilusión de poder presentarse en las elecciones del 7 de […]

Pese a no estar viviendo un buen momento personal, Luiz Inácio da Silva tiene la ilusión de poder presentarse en las elecciones del 7 de octubre cuando en Brasil comience el día de la primera vuelta de cara a la reelección del actual presidente o a la decisión de un nuevo mandatario. Tal es así que, más allá de estar preso, el Partido de los Trabajadores (PT) confirmó al expresidente como su candidato presidencial.

Lula da Silva se encuentra preso desde el 7 de abril pasado, acusado por los delitos de corrupción pasiva y lavado de dinero. Desde su cautiverio, envió una carta abierta en la que interpeló a todo el partido político y judicial brasileño. En ella, desafió a sus rivales políticos para que lo venzan por la vía democrática en las próximas elecciones de octubre.

La carta fue entregada al periódico Folha de Sao Paulo y manifestaba lo siguiente: “¿Me quieren derrotar? Hagan eso de forma limpia, en las urnas; discutan propuestas para este país y asuman responsabilidades. ¿De qué tienen miedo? ¿De la vuelta al diálogo, del desarrollo, del tiempo en el que menos conflicto social existió en el país?

Lula da Silva con muchas ganas de ser presidente
El ex presidente con la idea de volver a presidir

A su vez, el ex mandatario señaló el aumento del desempleo que le toca vivir a su país, la huelga de los camioneros y la falta de perspectivas de recuperación económica, entre otros asuntos que intentará cambiar si se le presenta la situación de ser nuevamente presidente de Brasil. Para esto, sabe que no la tendrá nada fácil ya que la legislación brasileña prohíbe que haya candidaturas de condenados en segunda instancia; y en este caso, la sentencia a Lula fue de 12 años y un mes de cárcel.

En contra posición, reiteró su inocencia y dijo que “los poderosos sin voto ni ideas” lo encarcelaron sin pruebas, después de cuatro años de investigación por miedo a que hable. Además, durante las convenciones partidarias, los diferentes grupos políticos realizan coaliciones y presentan a sus candidatos a la presidencia, pero su aprobación dependerá del Tribunal Superior Electoral que se encargará de revisar las propuestas.

Durante el tiempo que resta para el día de las primeras elecciones, se realizaron diferentes encuestas para medir a cada uno de los partidos políticos que se presentarán en las elecciones y a partir de allí saber qué grupo llevaría las de ganar. No obstante, quienes decidieron responder a las encuestas, no se mostraron conformes con el futuro que se les avecina en los próximos meses. Esto se debe a que el 61% de los electores brasileños no tienen interés en las elecciones presidenciales de octubre, según un estudio del IBOPE (Instituto Brasileiro de Opinión Pública y Estadística).

Además, casi la mitad del electorado (45%) se declara “pesimista” o “muy pesimista” con la elección del próximo presidente, cuya primera vuelta se realizará en poco menos de dos meses. Este es un dato llamativo para todos los partidos políticos ya que tendrán que apuntar a ese 45 por ciento con el objetivo de administrar la mayor cantidad de votos y así poder sacar una mayor venta por sobre el resto.

El estudio que se realizó fue encargado por la Confederación Nacional de la Industria, y fue realizado en base a entrevistas a 2000 personas entre el 21 y 24 de junio de este año. A esto se suma un informe realizado por el mismo instituto en diciembre del año pasado, las razone

s para esta situación de desencanto serían los escándalos de corrupción, la falta de confianza en el gobierno y los candidatos y la falta de opciones de candidatos a votar. Por último, en un porcentaje menor (11%), aparecen aquellos que muestran un desinterés marcado por la falta de cambios en la política del país.

Con este complejo panorama y la situación que atraviesa en su vida cotidiana, Lula da Silva tendrá que pelear contra viento y marea para poder cumplir con el objetivo de volver a presidir como lo hizo entre los años 2003 y 2010. Y, de no poder alcanzar esta meta, la última opción que tendrá a disposición será que quede al mando del país quienes los acompañen en las futuras elecciones.