Nelson Crispín, de Colombia al mundo

El colombiano Nelson Crispín se subió al podio en la categoría S6 100 metros estilo libre natación al haber logrado conquistar la medalla de plata […]

El colombiano Nelson Crispín se subió al podio en la categoría S6 100 metros estilo libre natación al haber logrado conquistar la medalla de plata con un tiempo de 1,04.82, quedando por detrás del italiano, Antonio Fantin, que consiguió la dorada. La medalla de bronce fue para el brasileño Talison Glock.

Con esta medalla, Crispín suma siete preseas Paralímpicas en su trayectoria, cuatro de ellas en Tokio. En estos Juegos, además de la ya mencionada, también consiguió bronce en 50 metros mariposa, plata en 100 metros pecho y medalla dorada en 200 metros combinado.

Anteriormente, en Río de Janeiro 2016, el colombiano se colgó tres medallas plateadas en 50 y 100 metros libres y en los 100 metros braza.

Hace 14 años que Nelson Crispín tomó la decisión de meterse de lleno en la natación. Su pasión y vocación por esta disciplina generó que, de a poco, se haya posicionado como uno de los mejores para-deportistas de su país.

Su hermano fue quien lo incentivó a sumergirse en el mundo acuático ya que era quien lo invitaba a entrenar con él. Con el correr del tiempo, Nelson conoció al profesor William David Jiménez, quien en ese entonces entrenaba a Moisés Fuentes. 

Los problemas de crecimiento de Nelson lo obligaron a asistir a constantes chequeos médicos, incluso pensaron en ponerle hormonas, pero desistieron de la idea cuando los exámenes no salieron a su favor. Obligado a salir adelante, entrenó y entrenó hasta llegar a Londres 2010, donde sería su primera presentación en unos Juegos Paralímpicos, en el cual quedó en 4to lugar. Luego, su basta dedicación y experiencia lo llevó a representar a su país en campeonatos mundiales, Juegos Panamericanos, así como torneos nacionales e internacionales.

El resto es historia ya contada, y sin dudas, Nelson Crispín Corzo es una de las promesas del deporte paralímpico del país con un futuro que ilusiona.

 

Por Alan Alarcón