Ana Frank: tan solo una niña

“Querida Kitty: hoy, 12 de junio de 2020, cumpliría 91 años. Lamentablemente no es así porque fui víctima del Holocausto Judío”. Así podría ser tranquilamente […]

“Querida Kitty: hoy, 12 de junio de 2020, cumpliría 91 años. Lamentablemente no es así porque fui víctima del Holocausto Judío”. Así podría ser tranquilamente la entrada en el diario personal de Ana Frank hoy. Annelies Marie Frank mejor dicho, su nombre completo.

Una niña tan solo, que vivió las peores miserias de la humanidad, la cual es una palabra que lastimosamente sigue vigente hasta hoy en día, el racismo. En aquel entonces maximizado a un nivel tal que se llegó al intento de exterminio de etnias enteras como lo fue el nazismo.

Una niña tan solo, que soñaba con ser escritora o periodista. “¿Quién más que yo va a leer esto?”, aparece escrito en una entrada de su diario. Paradójicamente, lo que nunca supo Ana es que con su diario y sus memorias se convirtió en ambas: en escritora y en periodista. Su libro es bibliografía de la cultura general, y una fuente primaria de los horrores de la persecución nazi hacia los judíos.  

Probablemente, el retrato más conocido de la cara de Ana Frank.

Una niña tan solo, que desde muy chica sufrió las injusticias de la lúgubre sociedad que le tocó padecer. En su niñez temprana fue obligada a abandonar su Alemania natal y emigrar a Ámsterdam. Luego, con la invasión de Hitler en Holanda, debió cambiarse de escuela. Y a sus trece años, ella, junto a su familia, y otra familia conocida (los Van Pels) se vio en la necesidad de refugiarse en un anexo secreto en la empresa del padre, llamado por ella como “las habitaciones de atrás”. “ A pesar de todo, pienso que la gente es buena de corazón”, supo decir Ana, con toda la triste realidad que le tocó vivir.

Una niña tan solo, que tuvo que soportar dos años de encierro en el anexo, y donde encontró refugio en su diario. En Kitty, el nombre que le dio. “Cuando escribo, puedo deshacerme de todos mis problemas”. Y los problemas de Ana traspasaban lo cotidiano claramente, más allá de los típicos que cualquier persona preadolescente atraviesa.

«Las habitaciones de atrás», en Ámsterdam. Actualmente funciona como museo.

Una niña tan solo, que luego de dos años encerrada fue descubierta por los nazis, y llevada a los campos de exterminio. De Westerbork en Holanda, a Auschwitz en Polonia, para finalmente ser trasladada junto con su hermana Margot a Bergen-Belsen, en Alemania. Su madre, su padre y los Van Pels quedaron separados a ellas. Salvo su padre, nadie sobrevivió. Ana vivió las condiciones más paupérrimas y tristes que cualquiera pudo atravesar. Torturas físicas, psicológicas, hacinamiento, asesinatos masivos y de múltiples formas posibles, plagas, y lamentablemente mucho más. Una plaga fue la que implicó su muerte, el tifus. Pero la principal causa fue el contexto donde tuvo que vivir.

Una niña tan solo, que en un mundo complicado tuvo que dejar de ser una niña. Entre los males del encierro y el racismo, Ana Frank supo florecer y dejarle al mundo su legado, sin saberlo en aquel entonces. Para ella, su diálogo era con Kitty, y con nadie más que Kitty. Y ella, como buena confidente que fue, la inmortalizó.

 

Lautaro Tiburzio. 2° A T.M.