Vemos lo que hay o lo que queremos

La programación televisiva en la Argentina es diversa. Mientras que los ciclos periodísticos y de entretenimiento mantienen a sus conocidos caballitos de batalla al frente […]

La programación televisiva en la Argentina es diversa. Mientras que los ciclos periodísticos y de entretenimiento mantienen a sus conocidos caballitos de batalla al frente de cada emisión, las ficciones han evolucionado, muestran realidades diversas y se proponen aggiornarse a los nuevos modelos de familia que hoy conviven en la sociedad. Con el streaming el público se ha vuelto más exigente, y exige para la televisión de aire programas de calidad. La audiencia elige, es selectiva y no consume cualquier contenido.

En los programas periodísticos o informativos hay diferentes modalidades, pero lo que es un factor común en cada uno de ellos es la búsqueda constante de la confrontación (de contribuir a la famosa grieta). Y la gente consume eso, le gusta que haya pelea, que haya un vencedor y un vencido. Para esto el público elige.  Desde hace ya muchos años está muy marcado el pensamiento de cada canal, y más específicamente de cada programa.

Con las elecciones presidenciales como tema principal, tomó más preponderancia este tipo de programas, y si hasta hace unas semanas el interés era menor que el actual, la incertidumbre y la definición en el futuro del país hacen que la gente se vuelque en mayor cantidad.

Con respecto a los programas de entretenimiento, no podemos dejar de observar -y mencionar- el problema económico por el que atraviesa el país, que se ve reflejado claramente en el público y en los formatos. En el público porque la gente se interesa por programas donde reparten dinero, y que ayudan a pasar el tiempo más distendidos. Para los canales, que el entretenimiento sea con programas de concursos o mediante reallity es una opción claramente ventajosa: los formatos de estos programas, en varios casos ya probados en el exterior, implican un gasto muy inferior a otro tipo de producciones y el rating acompaña de una manera importante.

También está el caso de los programas consagrados y que continúan en la actualidad, algunos continúan con sus formatos de los últimos años, caso Showmatch, y otros tuvieron que pasarse a un solo día por semana, como les pasó a Susana Giménez y Mirtha Legrand. Con respecto a “Showmatch” –de lo más visto en nuestro país- fueron dejando de lado el machismo explícito que reinaba en cada emisión, y su popular conductor, Marcelo Tinelli, pidió disculpas por algunas conductas del pasado que estaban aceptadas socialmente, corte de polleras, por ejemplo. Todos lo miraban y se reían de ello, hoy la realidad es otra.

Donde más se ve el cambio en la televisión argentina es en los programas de ficción, mientras antes había una identificación muy marcada en los horarios, por ejemplo las tiras para la familia iban por la noche, las novelas por la tarde, los programas para jóvenes entre las 17 y las 19, hoy es mucho más variado y la temática de la gran mayoría de las ficciones busca abarcar temas acordes a los tiempos en los que vivimos.

Por ejemplo, el año pasado «100 días para enamorarse» (Telefé) rompió varios estereotipos y su eje temático atravesó la identidad de género y sexual, temas hasta el momento tabú en la televisión nacional que sirvieron para que en las casas también se converse sobre el tema. Recientemente, el mismo canal puso en pantalla «Pequeña Victoria», que aborda temáticas como la subrogación de vientre, la maternidad compartida y las múltiples formas del amor que se manifiestan en nuestra sociedad.

Los tiempos han cambiado y la audiencia ya no se conforma. Han mutado también las maneras de ver televisión, de disfrutarla y consumirla. Es demasiada la competencia que tienen los canales de aire como para dormirse en los laureles y no ofrecer programas que se encuentren a la altura de la circunstancias.

Pablo Frontini
2° «B»