La cultura de las 64 casillas volvió a triunfar en la Feria del Libro

En la edición numero 44 de la feria, el ajedrez volvió a ser protagonista gracias al círculo de Torre Blanca, que brindó simultáneas a todos […]

En la edición numero 44 de la feria, el ajedrez volvió a ser protagonista gracias al círculo de Torre Blanca, que brindó simultáneas a todos los interesados y fue uno de los stands más visitados.

 

Pocos eventos tienen tantas ediciones seguidas como las tiene la feria del libro, que está en Buenos Aires desde 1974 y su repercusión es cada vez más grande. Gracias a ella, varias disciplinas pueden exhibirse en sus respectivos stands y darse a conocer para que muchas personas lo puedan tener al alcance de sus manos. Una de estas disciplinas es sin duda el ajedrez,
que es además considerado un deporte por todos los atributos que reúne desde el punto de vista físico y mental.

 

Este espacio tuvo su actividad en el Pabellón Amarillo, exactamente en la Zona Explora, donde se encontraban todos los elementos electrónicos y de alta tecnología. Pero increíblemente, este juego que esta impuesto en la cultura Argentina, competía de igual a igual con las nuevas tecnologías y se realizaron un total de más de 200 visitas en las escasas dos horas que se encontraba abierto. Fue sin duda, aprovechada en un 100% por los aficionados que, a medida que iban terminando de jugar, inmediatamente otro ocupaba dicho lugar y así sucesivamente.

El Círculo de Ajedrez de Torre Blanca, ubicado en Sanchez de Bustamante al 600 cerca del Abasto en Capital Federal. Esta escuela fue creada hace 46 años y divulga el ajedrez de una manera exhaustiva e interesante para que más personas se sientan atraídas en formarse en esta disciplina. Es un semillero de futuros grandes campeones para Argentina y para el mundo. Uno de los casos más resonantes fue el de Alan Pichot, un joven con talento innato que salió campeón mundial sub 16 en Sudáfrica, luego de una sequía de 22 años sin título alguno para el país. La recordada coronación en suelo argentino de Pablo Zarniki.

La feria le otorga este lugar desde la edición número uno, por ser una actividad cultural que otorga muchos beneficios sobre todo a los niños. Entre otros atributos desarrolla la capacidad de pensar por si mismos, los ayuda a razonar a una corta edad, los preparara para facilitarles el estudio en distintos niveles.

En dicho Stand, había 10 tableros con sus respectivas piezas y un solo jugador representante del Círculo. Ese jugador era el encargado de jugar simultáneas con 10 personas a la vez pasando mesa por mesa sin descanso ni tiempo para pensar. Estos por supuesto, eran jugadores acostumbrados a este rodaje y no se les complicó en lo más mínimo llevar a cabo las partidas. Dichos jugadores eran elegidos por las autoridades del club desde el 16 de Abril hasta el 14 de Mayo. En ningún momento se repitió la presentación de ningún jugador y se consiguió que vaya, desde el Gran Maestro más experimentado, hasta una pequeña campeona argentina juvenil sub 16, a la cual para nada le pesó la presión y se atrevió a jugar contra todos los interesados que estaban predispuestos a participar.

Secconvocaron jugadores para brindar simultáneas con gran capacidad mental y física para poder sobrellevar desde las 19  hasta las 21 todas las noches un trajín de partidas muy importante, que llegó hasta las 200 partidas por día.

Lo más asombroso e impresionante que se vio en esta actividad es la gran convocatoria y diversidad en las edades, se llegó a ver desde señoras de unos 80 años, hasta niños de apenas 5, todos con gran capacidad intelectual que ponían en aprietos a los maestros de turno.

La cultura ajedrecista en Argentina tomó vuelo a principio del siglo XX, dónde era común ver gente en las plaza jugando por diversión, y también a veces hasta por dinero. Año a año, se fueron sumando niños y mujeres hasta convertirlo en un encuentro cultural que unía a todo tipo de personas a compartir un momento ameno y amigable “repartiendo” conocimientos entre todos.

Por todos estos motivos, la feria tiene un lugar reservado e inamovible para este club, y le da el espacio necesario en el cual la gente se acerca para conocer el mundo del ajedrez, que es más que un deporte, es una manera de pensar, una filosofía de vida con una fuerte influencia en nuestra cultura.