La “previa”: ¿qué es, por qué se hace y qué efectos tiene?

Empecemos por definir qué es la “pre” o la “previa”. Es el nombre que se le da a la instancia anterior a las juntadas adolescentes, […]

Empecemos por definir qué es la “pre” o la “previa”. Es el nombre que se le da a la instancia anterior a las juntadas adolescentes, que se puede dar en una casa o en un espacio público, que consiste en tomar la mayor cantidad de alcohol posible. ¿Por qué se hace esto? Porque al estar bajo efectos de alcohol se reduce o se cancelan inhibiciones cuando se concurre, posteriormente, a una fiesta o boliche. Algunos también lo hacen porque “lo hacen otros”, para no ser “menor que los demás”, “aislarse” o porque “es divertido”. Así lo explica un joven de Caballito, llamado Federico, de 13 años: “¿Por qué tomamos? Porque parecés más grande y porque si no te quedás afuera. El que toma después lo cuenta y si nunca tomaste, los que sí tomaron vienen y te dicen, ‘¿sos boludo que nunca probaste?’”.

El alcohol, junto con el tabaco, es la droga de mayor incidencia en la etapa adolescente. Así lo revela el último estudio realizado por la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), que encuestó a jóvenes entre 17 y 30 años. Los resultados fueron que el 89% alguna vez tomó alcohol; el 80% lo hizo en el último año y el 59,5% hace menos de un mes. El 25%, 1 de cada 4, se embriaga todos los fines de semana. Además, un informe del SEDRONAR comprobó que aumentó el consumo de sustancias ilícitas y abuso de alcohol en jóvenes de entre 12 y 17 años. 82.453 chicos encuestados admitieron haber probado el alcohol, corresponden al 50% de la encuesta. En el año 1966 se consumía 9,5 litros de cerveza por persona cada año y en el 2003 ese índice aumento a 36 litros. Otro cambio se dio con respecto a la frecuencia del consumo: en 1970 el 81% bebía de forma cotidiana y 19% de forma intermitente, durante el fin de semana, y en el 2004 ese número de consumo intermitente, subió a 80%.

A pesar de que el consumo de alcohol es únicamente para mayores de 18 años, hay padres demasiados tolerantes que dan paso a los menores para hacer lo que quieran. Los padres deben ser firmes con los límites, y si bien deben demostrar confianza, no pueden comportarse como amigos. En una encuesta a padres de chicos de 7 a 17 años que realizó una fabricante de cerveza el año pasado, concluyó que mientras el 78% de los papas piensa que los jóvenes consumen mucho alcohol, el 81% considera que sus hijos no toman “nada”. Llevar el debate al interior del hogar sigue siendo parte del problema. También, conseguir alcohol siendo menor de edad es muy sencillo: los denominados “supermercados chinos” le venden a cualquiera sin pedir el documento para corroborar el año de nacimiento.

Estudios indican que los jóvenes no son conscientes de los riesgos que el alcohol implica y que, además de tomar de más, mezclan distintas bebidas alcohólicas con gran concentración de alcohol. A eso se lo llama “poli-consumo”. Se consultó a 14 mil alumnos de 15 a 17 años qué bebidas alcohólicas consumen en una cantidad menor a medio litro, el 48% respondió fernet, el 43% vodka, el 35% cerveza y un 4,4% vino o champán. Existen dos tipos de bebidas alcohólicas: fermentadas y destiladas. Las fermentadas se obtienen con la fermentación de levaduras. Las destiladas se obtienen mediante un proceso realizado por el hombre logrando mayor concentración alcohólica. Ambas contienen alcohol etílico o etanol. En el segundo caso, se alcanza un nivel máximo de alcohol en sangre entre 30 y 60 minutos después de consumido y al ser un depresor del sistema nervioso central, adormece el funcionamiento del cerebro.

Aunque este “ritual” se dé únicamente los fines de semana, se comprobó que el ingerir alcohol provoca daños irreversibles en el cerebro de los jóvenes. Esto se debe a que durante la adolescencia nuestro cerebro se encuentra en una etapa de maduración, por eso disminuye la corteza pre frontal, hay un menor tamaño de los hipocampos y la calidad de la sustancia blanca es peor. Se pueden encontrar fallas en la memoria (10% menos de capacidad), fallas en la atención, y falla en la toma de decisiones. Además, trae dificultades en el control inhibitorio y en el control de los impulsos. Al consumir alcohol se modifica la capacidad visual y auditiva, se disminuye la coordinación del movimiento y los reflejos, sumado a que puede producir violencia. A su vez, investigaciones científicas demostraron que el cerebro de adolecentes de sexo femenino, está más expuesto que el de los hombres, ya que por características biológicas, el consumo de alcohol tiene un mayor impacto y alcanzan un nivel de alcoholemia mayor que los varones, debido a que tienen menor tolerancia al consumo de bebidas.

Luca Agnoletti