Gastón Rudich, una vida de esfuerzo alrededor del deporte y de la comunicación

Gastón Rudich es, ante todo, un ser pasional. A sus 35 años, el actual pivot de S.A.G.  de Villa Ballester (Sociedad Alemana de Gimnasia de […]

Gastón Rudich es, ante todo, un ser pasional. A sus 35 años, el actual pivot de S.A.G.  de Villa Ballester (Sociedad Alemana de Gimnasia de Villa Ballester) -reciente campeón del Nacional de Clubes Adultos «A» Masculino- y comentarista de handball en DeporTV, sigue repartiendo los tiempos exitosamente entre sus dos trabajos, la familia y microPIXEL, su agencia de comunicación digital. El hacer lo que le gusta le aliviana el peso de las exigencias. «Yo siempre cito a un pibe que fue muy inspirador para mí, que fue Martiniano Molina, con quien tuve la suerte de compartir cancha siendo rivales. Trabajaba en la tele, tenía un restaurante, jugaba en la Selección Argentina. Tenía realmente un grado de exposición importante. Y yo siempre le preguntaba cómo hacía. Él me decía lo siguiente: ‘vos tenés que concentrarte en cada cosa en el momento en el que la estás transitando. Entonces, cuando estás en la empresa estás en la empresa, cuando estás en el entrenamiento estás en el entrenamiento y cuando estás con la familia estás con la familia», enumera.

Rudich, de padre uruguayo y madre argentina -bailarina del Teatro Colón durante muchos años-, es el mayor de dos hermanos. En su inclinación por el deporte tuvieron mucho que ver sus padres, que lo apoyaron y acompañaron siempre, incluso en sus intentos por encajar en distintos disciplinas. Tuvo una primera etapa en el handball, pero no se adaptó al grupo; luego probó con tenis, pero cuando tomó seriedad y vio que su hermano menor le ganaba con facilidad decidió dejar. También con natación, en donde padeció el hecho de que sus marcas no eran muy buenas; y luego con el básquetbol, también sin mucha fortuna. El ciclo se cerró con el deporte que lo inició, el handball: «Finalmente terminé resolviendo el tema en Ballester, a los 13 años aproximadamente». Mucho tuvo que ver también Carlos Guerrero, formador reconocido de S.A.G.V.B y su primer entrenador. «Sin lugar a dudas, fue el fundador de mi amor por el handball. Porque fue el primero. El que me dijo que ‘no importa que hoy no sepas picar la pelota’ «.

Sin embargo, el pivot de Ballester siempre se destacó por ser «un pibe al que le daba más el bocho que lo deportivo». Aficionado a leer y ver películas de historia, la tenacidad y el esfuerzo le permitieron cumplir sus objetivos. Entre ellos, ser deportista y comunicador.

– ¿Qué te llevó a dedicarte al periodismo?

– En realidad, mi pasión más que con el periodismo tiene que ver con la comunicación en general. Estudié Ciencias de la Comunicación en la UBA (Universidad de Buenos Aires) y no hice la carrera de periodismo. En algún momento pensé en ir a estudiar a Alemania periodismo deportivo porque de chico, a los 15 años, hice un intercambio estudiantil de 6 meses con el colegio. Así que vi mucho desde allá cómo se vivía el handball, y creo que eso me hizo ser todavía más apasionado y más fanático. En un pueblo ibas a una cancha y había 5 mil personas o jugadores extranjeros pagos, abrías el diario en la parte deportiva y había handball… Creo que eso me cambió un poco y me juré que iba a laburar en este deporte; en la difusión, en todo lo que pudiera.

De hecho, en su segundo año como juvenil creó HanBallester.com, una de las primeras webs dedicadas exclusivamente al handball en el país. Tiempo después, cuando tenía 19 años, mientras estudiaba, trabajaba y jugaba en la Liga de Honor de Ballester, decidió pergeñar algo más grande junto a algunos amigos: Super Handball, una página que en su momento duró 6 o 7 meses y que resucitó definitivamente en el 2006.

– ¿Cómo se dio la chance de jugar en la Selección de Uruguay?

– La selección aparece en un momento otoñal de mi carrera deportiva, porque yo ya tenía 30 años. Había estado en Italia, volví, me cambié de club y fui a Vilo como para tomármelo más light. Aparte porque me había mudado con mi actual mujer y estaba cerca del club. La realidad es que fue increíble cómo se dio porque mi viejo era uruguayo y en ese momento Uruguay estaba en un momento de recambio de jugadores. En una entrevista que le hizo Hernán De Lorenzi (actual compañero de trasmisiones de Gastón en DeporTV) en Handball de Primera a Jorge Botejara, que era el técnico de la selección en ese momento y lo sigue siendo en la actualidad, le preguntó si no vio jugadores en otros lugares que pudieran nacionalizarse, como acá en Argentina. Él dijo que sí, que había visto y que siempre es una buena posibilidad; de hecho, habían incorporado hacía un año a un chico que jugaba en ASOBAL (Liga española), Maxi Cancio. Y bueno, puntualmente para el torneo de Almirante Brown 2012 faltaba un pivot. Yo escuché el programa y Hernán le habló de mí a Botejara fuera del aire. En su momento, mucho tiempo antes, siempre me había planteado por qué no jugar para Uruguay. Tenía amigos y conocidos allá. Me pasaron el teléfono y hablé con el entrenador, un lunes me acuerdo -él me conocía porque habíamos jugado amistosos entre Vilo y Uruguay hacía unos meses-, y me dijo «bueno, venite ahora». Le comenté que no me podía ir porque trabajaba, estudiaba, tenía familia. Me dijo que vaya. Empecé a ir a entrenar, mi mujer estaba embarazada, y a los 2 0 3 meses era Almirante Brown, así que justo me salió la nacionalidad. Pude jugar el torneo, y fue una locura desde el punto que lo mires. Desde la aventura de haber ido todas las semanas para allá a embarcarse en algo raro, diferente, nuevo. Me sentí uno más enseguida, por suerte.

– ¿Qué análisis hacés de Argentina después del Cuatro Naciones?

– Me gustó mucho ver nombres nuevos en la selección y ver rendimientos buenos de esos nombres nuevos. A veces uno se encasilla o se enclaustra y la rotación siempre es buena. Inclusive, en el trámite de un partido hace que los equipos no pierdan intensidad, que modifiquen variables y sean menos predecibles para el rival. En este caso, la rotación fue un factor importantísimo. Ojo que es cierto que Daddy (Gallardo, ex DT) también había citado a muchos de estos jugadores al proceso y los tuvo en cuenta en algún momento, pero nunca les dio la posibilidad de tener minutos en cancha -que también ese es otro problema que hay en general: la continuidad-. Me parece que Argentina inició un proceso. El torneo de Brasil tuvo que haber sido un punto de inflexión. Obviamente que al haber un entrenador nuevo y de la jerarquía de Manolo Cadenas también cambia la forma de trabajar. Ojalá que la Confederación Argentina y el handball argentino lo sepan cuidar -y me incluyo, lo sepamos cuidar-, porque es una persona que va a haber que acompañar, que ha logrado cosas importantes en serio y de la que tenemos mucho que aprender, y él seguramente también va a aprender mucho de nosotros. Pero lo más interesante pasa por el plano deportivo en términos de rotación y los nombres nuevos; y que Manolo llega en un momento en el que Argentina tiene casi 20 jugadores en ASOBAL -ese no es un dato menor- producto de una Liga española menos competitiva, de un crecimiento de los jugadores argentinos, de una explosión globalizada del handball y de abrir posibilidades a nivel medios para poder ver ligas y querer dedicarse a eso. No hubo nunca, de parte de la Confederación o de los entes de Argentina, una idea de armar un puente, como sí tuvo Brasil, y de insertarlos. Sin embargo, se dio por decantación de golpe tener 16 jugadores en ASOBAL. Es un proceso bueno, auspicioso que comienza. Ojalá tengamos resultados, no a corto plazo, hay que pensarlos de acá a 10 años, y que Manolo pueda trabajar bien para dejarle algo al handball argentino.

– Jugaste en Lazio algún tiempo ¿Notaste diferencias con respecto a Argentina en cuanto a nivel organizacional y estructural?

– Sí, el paso por Italia fue cortito, 3 o 4 meses. Creo que la diferencia hay que plantearla de acuerdo a lo que es cada uno de los países: Argentina tiene un territorio realmente abarcativo, muy grande como para querer incluir a todos, e Italia es un país mucho más chico. Cuando yo viajé en aquel momento, te hablo del año 2008, Italia tenía una liga competitiva, que no llegaba a ser de elite como la francesa, la alemana o la española, pero tenía jugadores muy profesionales. La segunda división se dividía en norte y sur, y la tercera en norte, sur y centro. Osea, había tres terceras. Y yo jugaba en una. Era competitiva. Hay te das cuenta que había algunos jugadores argentinos en segunda y muy poquitos en primera. Hoy te diría que era un poquito menos que la ASOBAL actual. La realidad es que Italia tenía plata, pero hizo las cosas demasiado mal y la liga se fue descalabrando. Para que te des una idea de lo que fue el cambio, lo que era una tercera de aquel momento es hoy una primera. Por lo que entre Italia y Argentina no hay diferencias, lo único que hay es algo de dinero. Tiene que ver también por cómo está armado. Se apoya mucho al club del pueblo. Y, por un tema geográfico y de repartición de población, encuentro que en Europa en general es mucho más fácil poder emprender en proyectos deportivos porque siempre van a contar con la empresa local, con el municipio, con la gente del lugar. Acá en Argentina, principalmente, todo está nucleado en Buenos Aires, y somos demasiado tendientes a «si no vende no pongo». Ahí hay una cuestión de idiosincrasia. Por eso, yo creo que en Italia se hicieron las cosas demasiado mal. Inclusive, llegó a tener muchísimo más dinero que lo que tiene hoy la ASOBAL, sacando al Barcelona, y no lo supo aprovechar. Tiró la plata por la borda porque tampoco generó, en materia formativa, buenos talentos. A la luz está que Italia no juega los mundiales en mayores. Eso puede tender a cambiar, pero no veo grandes diferencias porque de alguna manera nosotros somos muy italianos. Somos más italianos que españoles.

Las lesiones lo marcaron. Luego de jugar en Lazio decidió volver a Ballester junto a otros jugadores, como Matías Scovenna y Mariano Cánepa, para sacar al equipo del mal momento deportivo que atravesaba. En el segundo partido, producto de una jugada desafortunada, se rompió la rodilla y estuvo 6 meses sin jugar. «Ahí pensé sinceramente en dejar. Tenía 27 o 28 años. Mirá todo lo que me hubiera perdido si hubiera dejado». Y también, en el Panamericano de 2015 de Toronto se rompió la espalda. Estuvo un año afuera de las canchas y volvió sin operarse, pese a que muchos creían que no iba a ser capaz de conseguirlo. Las situaciones eran adversas, sí, pero jamás bajó los brazos. Incluso, de estos momentos sacó experiencias fructíferas.

– ¿Te gustaría ser entrenador?

– La verdad que me lo planteo todos los días. Y cada vez más. De hecho, creo ya disfruto más analizar el juego que jugarlo, así que estaremos transitando la última etapa deportiva y después ver qué hacer. Lo que no me veo es dejando de lado actividades de mis hijos por ser entrenador. Y si mis hijos se dedican al handball, ser entrenador y estar con ellos desde otro plano nose si sería lo que más me gusta. Creo que haría lo que hicieron mis viejos conmigo, que es acompañarlos en lo que hagan. Por suerte tengo mi vida laboral en otro lado, por lo cual no tengo la necesidad de ser entrenador. Pero muchas veces me lo planteo, sobre todo a través de lesiones que he tenido: después de Toronto estuve como asistente de Dante Prina, que es uno de los mejores técnicos que tuve en mi vida, en Vilo y le hacía los trabajos de video, estadísticas y análisis en el momento del partido. Esa parte me fascina. Me gusta mucho. El análisis que puedo meter en los comentarios viene de ese lado también, de que hay una pasión por el dato, por el número. Eso lo llevás un poco adentro, porque a mí me gustaba esa información desde siempre. Buscar, leer, ¿viste? Y dónde está el jugador, de dónde viene, en qué equipo jugó. Estar muy interesado. Ese es otro tema. El interés, eso de tener la llamita encendida, no lo tenés que perder nunca.

Pese a que asegura que está lejos de ser entrenador, se lo nota con los conceptos bien digeridos. Más allá de hacer hincapié en el desarrollo cognitivo, la toma de decisión y la táctica, apunta a dos objetivos claros: la simpleza del juego -en donde, asegura, «reside la perfección»- y la inteligencia -«si vos le potenciás a un jugador lo que sabe hacer, vas a sacar un tirador que a lo sumo va a tirar más fuerte. El problema es cuándo tirar, cuándo no, cuándo dar juego, cuándo entender que te estás llevando la marca».

Y si se habla de inteligencia, no se puede dejar de citar a Albert Camus, el -entre otras cosas- reconocido filósofo, periodista y escritor argelino, que dijo: «Toda generosidad hacia el futuro reside en darlo todo al presente». Como balance, no se podría desear una frase tan oportuna para describir a Gastón Rudich: un hombre que jamás paró y forjó su destino mediante el esfuerzo.

Autor: Maximiliano Mansilla, Segundo B, turno mañana