Crece a ritmo sostenido, pero todavía no es popular

Ya ha pasado la gloriosa etapa del gran Roberto De Vicenzo, en la que el golf argentino podía mostrar su chapa de candidato en cada […]

Ya ha pasado la gloriosa etapa del gran Roberto De Vicenzo, en la que el golf argentino podía mostrar su chapa de candidato en cada competencia importante. Época en la que este deporte parecía de una vez por todas, haber dado el salto de calidad necesario para poder ocupar ese lugar tan soñado en la agenda deportiva de todos los medios.
En 1967, este excelente golfista logró el primer gran torneo en tierras británicas; fue el primero de tres que obtendría la Argentina en sus más de 100 años de historia golfística. El segundo lo lograría casi medio siglo después, en el abierto de los Estado Unidos, Ángel Cabrera, venciendo en una noche histórica al estadounidense Tiger Woods, número uno del mundo, por ese entonces. Pero Pato no se conformó con eso y en 2009, terminó en el primer puesto del Másteres de Augusta, el torneo más importante, al imponerse en una final soñada ante Kenny Perry.

Esos fueron momentos de esplendor para este deporte, breves períodos de difusión nacional, que no alcanzaron para una popularizaron suficiente, que no causaron que más personas se inclinen a seguirlo o jugarlo. Esto no le permitió crecer lo suficiente en estos últimos 50 años; es más, en un país de cuarenta millones de habitantes, hay alrededor de 100 clubes donde se practica esta disciplina y pocos fueron fundados en ese período.

La escasez de victorias en los grandes premios, no es el único motivo de su lenta visualización popular. Otra razón es el sector de la sociedad que mayormente practica esta deporte, desde un principio fue practicado por las clases altas y hasta hoy esa condición se mantiene. Esta situación hace que sea económicamente inaccesible para gran parte de los habitantes del país.

Son varios los acontecimientos que, históricamente, le impidieron al golf crecer como se lo merezca. La repercusión que genera en otros países es mucho mayor a la que se genera en toda Latinoamérica. Los pocos trofeos que se pueden ostentar de este lado del mundo -solo dos fueron los afortunados que se pudieron colocar la famosa chaqueta verde-, son un factor fundamental, en su cada vez menor difusión.

En la actualidad no está claro el rumbo que tomará este deporte, pero hoy en día hay varios deportistas que son profesionales y disputan los principales torneos del mundo, pero ninguno todavía pudo mostrar cualidades que hagan pensar que algún día puedan escribir con letras doradas su capítulo en la historia golfística de la Argentina.