El Hospital Garrahan fue escenario de un hito en la medicina argentina. Un equipo de más de 50 profesionales de distintas especialidades logró separar con éxito a las gemelas siamesas Pilar y Ámbar, de 16 meses. Las pequeñas, que habían nacido en Rosario unidas por el abdomen, ahora tienen la posibilidad de una vida independiente. La compleja operación, que duró 8 horas, terminó con la mejor noticia: las dos niñas se encuentran estables y en recuperación.
La cirugía fue el resultado de un minucioso trabajo de preparación que se prolongó durante varios meses, con el objetivo de permitir que el hígado, compartido por ambas, alcanzara una mayor madurez y resistencia. «En los prematuros, el hígado es mucho más frágil que en los niños más grandes», puntualizó el Dr. Mariano Boglione, jefe del quirófano. Desde el primer momento, los médicos sabían que el desafío era enorme, ya que las gemelas compartían órganos vitales. Por eso, los cirujanos planificaron cada paso y realizaron simulacros para estar preparados ante cualquier problema. «El quirófano fue adaptado y hubo simulacros previos. Cada paso estaba calculado», explicaron desde el hospital, destacando el compromiso de todo el equipo.
Pilar y Ámbar llegaron al Garrahan a los 3 meses de vida. Su caso fue analizado por un grupo de expertos que decidió que la cirugía era posible. A partir de ahí, se armó un plan de trabajo que incluyó a cirujanos pediátricos, anestesiólogos, cardiólogos, terapistas y enfermeros, entre otros. El objetivo no era solo separarlas, sino asegurar que cada una pudiera vivir de forma normal e independiente.
La operación se hizo el 7 de agosto en un quirófano especial. El equipo de cirujanos, liderado por el Dr. Oscar Zuker, trabajó en perfecta coordinación, avanzando paso a paso en la difícil tarea de separar los órganos que compartían. A medida que se hacían los cortes, se iban reconstruyendo los sistemas de cada una, un trabajo de mucha precisión que requirió paciencia y habilidad. El momento más tenso fue cuando separaron el hígado, un paso clave que se superó con éxito gracias a la experiencia de los especialistas. «Teníamos todo planificado, pero la realidad de cada paciente es distinta. La clave fue la sincronía del equipo», comentó el Dr. Zuker.
Una vez separadas, un nuevo capítulo se abrió para Pilar y Ámbar. Cada una fue llevada a su propia sala de terapia intensiva para seguir con su recuperación. Las primeras horas fueron cruciales, pero las niñas respondieron bien. Sus padres, que esperaron con fe durante toda la operación, no podían ocultar su alegría. «Soñar con que las cosas imposibles ocurren», dijo la madre al ver a sus hijas por primera vez por separado.
El éxito de esta cirugía se suma a los logros del Hospital Garrahan, una institución clave en la pediatría de alta complejidad en la región. El caso de Pilar y Ámbar no es solo un triunfo médico, sino también una historia de esperanza que muestra la importancia de la salud pública y el compromiso de los profesionales con la vida de los pacientes. El camino que sigue para las niñas será largo, con una rehabilitación que demandará tiempo y esfuerzo, pero el mayor obstáculo ya quedó atrás. El futuro, que antes era incierto, hoy está lleno de posibilidades para las pequeñas.
Lourdes Pérez Repetto, 2°A TT