Cómo son los primeros días de Contardi en prisión

La condena por abuso sexual y amenazas contra Julieta Prandi llevó al empresario a la cárcel; ya se encuentra en Alcaidía 3 de Melchor Romero, donde pasa sus primeras noches en soledad.

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Primera foto de Claudio Contardi tras las rejas luego de su extensa condena.

El veredicto de 19 años de cárcel para Claudio Contardi marcó el inicio de una nueva y cruda realidad. El empresario gastronómico, que alguna vez se movió en las altas esferas de la sociedad, ahora es un recluso. El drástico cambio de vida, que lo llevó del lujo a la celda, fue el resultado de una condena por abuso sexual y amenazas contra su ex esposa, la modelo, actriz y conductora Julieta Prandi. La Justicia consideró probados los delitos cometidos entre 2015 y 2018, un fallo que no sólo lo privó de su libertad, sino que también alteró por completo el destino de sus hijos y su propia vida.

La transición al encierro fue brutal. Tras conocer el veredicto, Contardi fue trasladado a la DDI de Campana para los procedimientos de rigor, que incluyeron una extracción de sangre para ser incorporado al Registro de Violadores. Durante el trayecto, se lo vio devastado, con lágrimas y expresiones de profunda negación. «Me hicieron una cama, me robaron plata», repetía Contardi una y otra vez según fuentes que presenciaron el momento.

Su primera noche la pasó en la comisaría quinta de Escobar. Lejos de cualquier familiar o amigo, fue alimentado con un guiso por la policía y otros reclusos, un símbolo de su abrupta caída social. Su semblante, descrito como «perdido», contrastaba con la firmeza que mostró durante el juicio.

Un nuevo hogar entre reclusos de alto perfil

El destino final de Contardi es la Alcaidía 3 de Melchor Romero, el mismo penal que aloja a los rugbiers condenados por el asesinato de Fernando Báez Sosa. Además, se espera que en el futuro sea trasladado a la cárcel de Campana, un centro penitenciario donde también se encuentra detenido el ex sacerdote Julio César Grassi, otro recluso condenado por abuso sexual a menores de edad. Este entorno, habitado por criminales de alto perfil, subraya la gravedad de los delitos por los que fue sentenciado y lo sitúa en un lugar particular dentro del sistema carcelario argentino.

La condena no sólo lo separó de su pasado, sino también de su futuro inmediato. La defensa del empresario presentó un hábeas corpus para intentar obtener su libertad o, al menos, la prisión domiciliaria. Los abogados argumentan que la sentencia no está firme y que Contardi tiene una bebé recién nacida, cuya madre sufre una severa depresión. Sin embargo, este pedido fue denegado, con la Justicia respaldando el fallo inicial y las preocupaciones de seguridad de Julieta Prandi. La modelo había advertido en el juicio que temía por su vida y la de sus hijos si Contardi no era detenido de inmediato.

La reacción de sus hijos: un adiós sin retorno

El drama familiar alcanzó su punto culminante con la reacción de los hijos que Contardi tuvo con Prandi. Mateo y Rocco, de 14 y 10 años respectivamente, han manifestado un profundo rechazo hacia su padre, a quien le tienen un profundo temor. La noticia de su encarcelamiento, lejos de generar dolor, fue de gran alivio para los menores.

Prandi reveló que sus hijos han pasado por momentos muy difíciles. Según sus palabras, los niños fueron forzados a tener entrevistas de revinculación a pesar de su explícito deseo de no ver a su padre. El alivio por la condena fue tan grande que el menor de sus hijos hizo un cálculo simple: al sumar su edad a los años de la condena de su padre, suspiró de alivio al darse cuenta de que tendrá 29 años cuando éste recupere su libertad.

La decisión más contundente de los adolescentes es la de cambiar legalmente su apellido. Este trámite, que ya está en marcha, es mucho más que un formalismo; es una declaración simbólica y definitiva de que desean borrar y eliminar cualquier vínculo con la figura paterna que los lastimó tanto a ellos como a su madre.

La historia de Contardi es el relato de un hombre que lo perdió todo: su libertad, su posición social y el amor de sus propios hijos. Su vida en prisión, marcada por las lágrimas y la soledad, es el eco de las irreversibles consecuencias de sus espeluznantes actos, una realidad de la que no puede escapar con sus maniobras legales. Esta condena le brinda seguridad, paz y justicia a una madre y sus hijos, tras años de sufrimiento y aislamiento familiar; una familia que puede rearmarse en un futuro desde las cenizas que ha dejado este violento hombre en sus vidas.

Ariadna Lisette Santillán Alfano, 2° A TT