Durante mucho tiempo, Justin Engel no quería saber nada con el tenis. A los tres años agarró por primera vez una raqueta, pero el entusiasmo inicial se desvaneció rápido. Incluso llegó a afirmar que odiaba el deporte que hoy lo tiene como una de las grandes promesas del circuito ATP. Su historia, tan inusual como inspiradora, acaba de sumar un nuevo capítulo brillante: con solo 17 años, se metió en los cuartos de final del torneo de Stuttgart y se convirtió en la gran revelación alemana en plena antesala de Wimbledon.
Engel nació el 21 de octubre de 2007 y hasta hace poco era un completo desconocido fuera del ambiente juvenil. No parecía seguir el camino clásico de un prodigio: se aburrió del tenis en plena infancia, pensó en dedicarse al kickboxing y necesitó del impulso familiar para retomar los entrenamientos. Su padre Horst y el ex tenista Philipp Kohlschreiber —quien ahora lo entrena— fueron claves para convencerlo de seguir. Recién en 2023, el joven comenzó a tomarse en serio su carrera, y menos de dos años después está jugando de igual a igual ante profesionales con ranking y experiencia.
La primera señal de su talento surgió en octubre de 2024, cuando debutó como profesional en un torneo en Kazajistán y venció al hongkonés Coleman Wong. Esa victoria no solo le permitió sumar sus primeros puntos ATP, sino que lo convirtió en el primer jugador nacido en 2007 en ganar un partido en el circuito. Desde entonces, su ranking avanzó a pasos agigantados. En junio de 2025, rompió la barrera del top 300 y ya se ubica en el puesto 235 del mundo, según el ranking actualizado del 16 de junio.
Pero fue en Stuttgart donde todo explotó. Tras superar la clasificación, venció al australiano James Duckworth y luego dio el gran golpe al eliminar en sets corridos al estadounidense Alex Michelsen, séptimo preclasificado del torneo. Lo hizo con autoridad, sin ceder ni una sola chance de quiebre, y con una frialdad impropia de un debutante. Así, Engel se convirtió en el jugador más joven en alcanzar los cuartos de final del certamen desde que se disputa sobre césped, igualando marcas que en Alemania remiten al mítico Boris Becker.
Su victoria ante Michelsen no fue casualidad. Engel ya había mostrado su potencial en arcilla y pista dura, y ahora sumó una victoria destacada en césped, lo que lo convierte en uno de los pocos jugadores de su edad en lograr triunfos ATP en las tres superficies principales. Desde la estadística, se ubica detrás de figuras como Rafael Nadal, quien logró algo similar en sus inicios.
Sin embargo, lo que más llama la atención en su caso no es solo el talento, sino la transformación interna. De declarar que odiaba el tenis a disfrutar cada punto con una sonrisa. “Ahora me divierto. Eso es lo más importante”, declaró en Stuttgart. También reconoció que la clave fue cambiar el enfoque: dejar de pensar únicamente en ganar y empezar a disfrutar el proceso, incluso los errores. Esta madurez emocional, poco común para un adolescente, es parte del trabajo que realiza junto a Kohlschreiber, quien lo entrena desde hace más de un año.
Engel no está solo. Además de Kohlschreiber, cuenta con el respaldo de su familia y el asesoramiento de figuras como Jan-Lennard Struff, quien curiosamente fue su niñero durante algunos años. Esta red de contención parece haber encontrado el equilibrio ideal entre exigencia, diversión y preparación técnica. Su juego, basado en un revés sólido, buena movilidad y adaptabilidad en distintos ritmos, también refleja esa madurez. A pesar de su altura (1,88 m), Engel no depende únicamente del saque y demuestra inteligencia para construir los puntos.
El próximo desafío será aún mayor. En cuartos de final lo espera el canadiense Félix Auger-Aliassime, actual número 17 del mundo y con experiencia en torneos grandes. Independientemente del resultado, Engel ya dejó una huella. Su irrupción despertó el entusiasmo del público local, que lo empieza a ver como el sucesor natural de Alexander Zverev.
A días de que comience Wimbledon, la historia de Justin Engel se vuelve aún más relevante. Si bien su ingreso al cuadro principal no está garantizado, el rendimiento de estas semanas aumenta sus chances de recibir una invitación o disputar la qualy. Lo cierto es que el joven alemán ya está en el radar del mundo del tenis. Y, sobre todo, logró algo todavía más difícil: reconciliarse con el deporte que una vez rechazó.
En un circuito que busca renovarse, la irrupción de un adolescente alemán que “odiaba el tenis” aporta frescura, narrativa y un estilo de juego atractivo. Tal vez no sea campeón de Wimbledon en 2025. Pero si algo dejó claro, es que el nombre Justin Engel va a seguir sonando —y mucho— en los próximos años.
Emmanuel Mamani, 2°A, turno tarde