Fantasía fue dirigida por Joe Grant y Dick Huemer, bajo la supervisión de Ben Sharpsteen y de nada más y nada menos que Walt Disney, co-fundador y -en ese entonces- presidente de su empresa homónima y un pionero absoluto en la industria cinematográfica.
Según estimaciones, constó de un presupuesto superior a los U$S2.200.000 y recaudó más de U$S83.300.000, que incluyen los montos de su primeras reproducciones (con la inicial en el Teatro Broadway de Nueva York) y de los diferentes reestrenos a lo largo de los años.
Representa un desafío interesante para la actualidad, ya que supera las dos horas de duración y no posee diálogos (solamente cuenta con voces introductorias para cada segmento). Sin dudas, confronta con las costumbres de la sociedad actual, que está muy aferrada a la inmediatez y que precisa estímulos constantes.
Leopold Stokowski, director de orquesta inglés (caracterizado por desarrollar su oficio a manos libres) y Deems Taylor, crítico musical estadounidense, son los únicos protagonistas humanos de la obra. El primero, tal como en su vida fuera de la ficción, dirige la Orquesta de Philadelphia. En cambio, el último, es el maestro de ceremonias, que tiene la función de introducir cada segmento.
Desde los primeros minutos, con la orquesta y Stokowski como referentes en pantalla, se percibe una atmósfera bien preparada gracias a una atención detallada de la iluminación, los sonidos, la música y los movimientos de la cámara.
Lógicamente, al tratarse de una pieza artística que podría describirse como perfecta (aunque no hay ningún criterio fino para medirlo), cada segundo de grabación y animación está fríamente calculado y sostenido por la relación fundamental entre entre los componentes visuales y auditivos, un vínculo que varía bastante a lo largo de la obra.
El primer segmento es la Tocata y Fuga en Re Menor, de Johann Sebastian Bach. La pieza musical es tan contundente que, por más que esté acompañada por figuras abstractas, líneas y sombras referentes a los sonidos, no desentona con lo que se ve.
A continuación, se escucha El Cascanueces, de Piotr Ilich Chaikovski. Este ballet se destaca por no mostrar ningún cascanueces (por más contradictorio que parezca) y por divagar entre distintas figuras (flores, hongos y hadas, entre otras) que representan los cambios de estación.
La tercera muestra es El Aprendiz de Brujo, de Paul Dukas, la única que tuvo la música preparada en función de la historia y no en viceversa, debido a que está inspirada en el poema homónimo de Goethe, escrito en 1797. En ella, se observa a Mickey Mouse como aprendiz fallido de un hechicero.
Una cuestión sumamente destacable de la película es que, además de contar con notables materiales fantásticos y obras musicales históricas, relata temas científicos mientras suena La Consagración de la Primavera, de Ígor Stravinski, un ballet que musicaliza una secuencia cronológica de la evolución de los seres vivos.
La historia representada muestra la formación de la Tierra, desde los elementos más pequeños hasta la aparición de la primera especie dominante. Se visibiliza la importancia de la transición de los animales acuáticos a los terrestres y, posteriormente, el agua (por su carencia) vuelve a ser protagonista en la extinción de los dinosaurios.
Intermedio es una representación gráfica de las ondas sonoras, presentada al momento en el que la Orquesta se toma un descanso y acompañada por Stokowski. Compara las diferencias de intensidad y sonido de cada tipo de instrumento.
La música de Beethoven tuvo su tramo en el film con la Sinfonía Pastoral, la sexta de las nueve creadas por el alemán. Fue situada en un mundo mitológico, con apariciones divinas y varios personajes clásicos, como los centauros.
La danza de las horas. de Amilcare Ponchielli, es el último ballet que se reproduce. Es el segmento con la visualización animal más marcada, con hipopótamos, elefantes y cocodrilos, entre otras especies.
El último capítulo es el único que combina dos obras musicales: Una Noche en el Monte Pelado, de Modest Músorgski, y Ave Maria, de Franz Schubert. Inicia con tintes perturbadores y personajes oscuros, que se mueven al son de los instrumentos hasta que un campanazo lo cambia todo. Con el inicio de la última canción y la aparición de un coro, la noche se convierte en amanecer y la película llega a su fin.
Federico Spina Llaneza
