Entre los puntos más destacados se discutieron los recortes a las universidades públicas y la posible reestructuración del financiamiento a hospitales públicos de alta complejidad, como el Hospital Garrahan. Estas medidas, que buscan reducir el gasto estatal, se presentan como parte de una “emergencia fiscal” declarada por el gobierno de Milei, pero también han desatado una intensa controversia en torno al impacto que podrían tener en el acceso a derechos fundamentales como la educación y la salud.
Desde que Javier Milei asumió la presidencia, uno de sus principales ejes de campaña ha sido la reducción del gasto público. La propuesta de disminuir el presupuesto destinado a las universidades nacionales es uno de los puntos más polémicos de su plan económico. En el Senado, el debate se centró en el futuro de las universidades públicas, cuyo financiamiento podría sufrir una importante disminución en los próximos años si estas medidas avanzan.
A lo largo de la sesión, varios legisladores se mostraron alarmados por las consecuencias de esta medida, advirtiendo que recortar fondos a las universidades públicas podría generar una mayor exclusión social y profundizar la desigualdad educativa.
Las universidades nacionales, que actualmente garantizan el acceso gratuito a la educación superior para miles de jóvenes de todo el país, podrían verse obligadas a reducir la cantidad de becas, aumentar los costos de servicios académicos o, en el peor de los casos, eliminar carreras y cátedras. Este tipo de medidas afectarían principalmente a los sectores más vulnerables, quienes dependen de la educación pública para acceder a una formación profesional de calidad.
Otro de los puntos sensibles que se discutieron fue la situación del Hospital Garrahan, uno de los centros pediátricos más importantes de Argentina y América Latina. Según las propuestas de Milei, varios hospitales públicos de alta complejidad, incluido el Garrahan, podrían sufrir recortes en su financiamiento. Este hospital no solo recibe pacientes de la Ciudad de Buenos Aires, sino también de otras provincias, y constituye un pilar fundamental de la salud infantil en el país.
El Garrahan no es solo un hospital: es un símbolo de la lucha por una salud pública de calidad para todos, sin distinción de clases sociales. Los recortes en salud pública no solo significan una disminución en la calidad de los servicios médicos, sino que también podrían generar una sobrecarga en otros centros sanitarios, ya desbordados por la demanda. Si el Garrahan, con su alto nivel de especialización, también se ve afectado por los ajustes, el acceso a tratamientos médicos esenciales para muchos niños podría verse gravemente comprometido.
Tanto en el caso de las universidades como en el del Hospital Garrahan, lo que está en juego es mucho más que el dinero del Estado. Se trata de un modelo de país que está empezando a delinearse, en el que lo público pasa a un segundo plano frente a los intereses de un pequeño sector económico privilegiado. A lo largo de la sesión en el Senado, varios legisladores de la oposición advirtieron que las propuestas de Milei representan un claro intento de desmantelar el sistema público en favor de una mayor privatización.
Si las medidas propuestas por el gobierno de Milei siguen adelante, se corre el riesgo de consolidar una sociedad aún más desigual, donde la salud y la educación de calidad solo estén al alcance de los sectores más acomodados. Este escenario no solo sería perjudicial para las generaciones actuales, sino también para las futuras.
Vanina González Villalba 2°A TN