Una promesa de fiesta, una cita con la muerte
Brenda del Castillo (20), su prima Morena Verdi (20) y Lara Gutiérrez (15) salieron de sus casas con ilusión adolescente: una fiesta, un rato de diversión, una noche distinta. Días después, sus cuerpos fueron hallados enterrados en el jardín de una vivienda de Florencio Varela. Habían sido torturadas y asesinadas.
El triple crimen conmocionó al país entero. El horror superó la lógica de un simple hecho policial: fue una demostración de crueldad y de poder mafioso en un territorio donde la violencia parece haber reemplazado al Estado.
Florencio Varela, escenario del espanto
El lugar del hallazgo no es un detalle menor. Varela es uno de los partidos más castigados por la desigualdad en el sur bonaerense. Allí conviven barrios populares, economías informales y la presencia permanente del narcotráfico. Según la investigación, el crimen estaría vinculado a un ajuste de cuentas, un supuesto robo que derivó en represalia.
El narco como telón de fondo
Hoy hay varios detenidos, y un prófugo señalado como autor intelectual. Las hipótesis hablan de un castigo mafioso, un mensaje ejemplificador. Lo que vuelve aún más aterrador es que parte de esa violencia se habría transmitido en vivo por redes sociales, como si la crueldad se hubiera convertido en espectáculo. Si es cierto, no hablamos solo de un crimen, sino de una puesta en escena de la barbarie. Una prueba de cómo la tecnología puede ser usada para amplificar el miedo y normalizar el espanto.
Un entierro que se volvió grito colectivo
El velorio y entierro de Brenda, Morena y Lara fue una postal de dolor. Vecinos, amigos y familiares acompañaron los féretros en medio de aplausos, lágrimas y gritos de justicia. Las calles del sur bonaerense se llenaron de pancartas improvisadas y reclamos que no buscan venganza, sino respuestas.
Porque más allá de las detenciones, la pregunta sigue siendo: ¿cómo tres adolescentes fueron secuestradas, torturadas y enterradas sin que nadie pudiera evitarlo?
Cuando la violencia se naturaliza
El triple crimen no puede quedar reducido a un expediente judicial. Refleja una trama mayor: jóvenes que crecen en barrios donde la violencia se volvió paisaje, donde el narco recluta y amenaza, y donde la falta de oportunidades abre la puerta a cualquier trampa.
Brenda, Morena y Lara eran más que nombres en un titular. Eran primas, amigas, chicas que soñaban con lo mismo que tantas otras: una vida mejor. Hoy, sus nombres son parte de una lista demasiado larga de víctimas de femicidios y violencias extremas en Argentina.
El triple crimen de Florencio Varela dejó un vacío en sus familias, pero también una herida en la sociedad entera. Una herida que no cerrará con un juicio ni con una condena ejemplar, sino con cambios reales: más presencia del Estado, más oportunidades para los jóvenes.
Emmanuel Dario Mamani, 2° A TT