El mundo despide a un hombre que vivió con austeridad, gobernó con honestidad y murió en su ley. José «Pepe» Mujica falleció este martes 13 de mayo a los 89 años, tras una larga batalla contra el cáncer, enfermedad con la que lidiaba desde el 2024, cuando en una sorpresiva conferencia de prensa anunció que padecía cáncer de esófago. Con su partida, el mundo despide a la figura más popular de la democracia uruguaya, pero también a un representante de la política latinoamericana.
En los últimos meses la salud del ex presidente uruguayo se deterioró ya que el cáncer comprometió rápidamente sus órganos. Pese a su delicado estado Mujica se mantuvo en su chacra de Rincón del Cerro en Montevideo, donde vivió durante décadas junto a su pareja, Lucía Topolansky, quien encabezó este miércoles el cortejo fúnebre y recibió las condolencias durante el velatorio público organizado por el gobierno uruguayo en el Palacio Legislativo, donde miles de personas se acercaron para darle el último adiós, entre ellos, mandatarios y exmandatarios como Luis Inácio Lula da Silva, Gabriel Boric y Gustavo Petro.
«..Me quiero despedir de mis compañeros y de mis compatriotas. Lo que pido es que me dejen tranquilo, que no me acosen con las entrevistas. Se terminó mi ciclo hace rato. Sinceramente me estoy muriendo y el guerrero tiene derecho a su descanso..», declaró en enero en una entrevista con Búsqueda luego de 32 sesiones de radioterapia, la desaparición de los indicios del tumor y una dolorosa recuperación con varias internaciones por los problemas para alimentarse.
Mujica fue guerrillero tupamaro durante las décadas del 60 y 70, allí conoció a Lucía y ambos fueron perseguidos, encerrados y torturados en condiciones infrahumanas hasta el regreso de la democracia en 1985. Fue detenido varias veces y recibió seis balazos en un tiroteo en un bar de Montevideo. La primera vez fue en 1964 cuando fue encarcelado por robar el depósito de una fábrica cuando intentaba reunir dinero para la organización y llegó a estar prisionero por hurto más de ocho meses, según narra el libro «Una oveja negra al poder», de Andrés Danza y Ernesto Tulbovitz.
En la segunda ocasión también fue por ser tupamaro, en 1970 (donde recibió los seis balazos al intentar resistirse). Pero en 1972 cayó definitivamente hasta marzo de 1985. Estuvo completamente encerrado sin ventilación ni colchones y comenzó a volverse loco. Según el mismo relata en el libro, empezó a hablar con las hormigas, tener delirios y terminó internado en el Hospital Militar, donde una psiquiatra le brindó unas pastillas que él nunca tomó. Pero la mujer sugirió que lo dejaran leer y escribir y en ese momento su vida cambió rotundamente.
Aunque llegó a estar al borde de la locura, al salir de prisión decidió dedicarse a la política democrática. Ayudó a fundar el Movimiento de Participación Popular (MPP), dentro del Frente Amplio, una coalición de izquierda y comenzó su carrera política fiel a su estilo directo y sin rodeos, que lo volvió una figura popular en una época marcada por la desconfianza, el cinismo institucional y el individualismo. Mujica ofreció un ejemplo distinto y en los años 90 fue elegido diputado y luego senador. Para finalmente ser electo presidente de Uruguay a los 74 años (2010 – 2015). Como máxima autoridad llevó a cabo reformas sociales como la despenalización del aborto, la regulación del mercado de marihuana y la legalización del matrimonio igualitario.
Su autenticidad, sus discursos críticos del consumismo y su defensa de la dignidad humana lo convirtieron en un referente global y producto de eso fue invitado a hablar en foros internacionales como la ONU y la Cumbre de Río+20, donde dejó frases memorables sobre el sentido de la vida y la política. Aquel discurso de 7 minutos rápidamente se viralizó de manera internacional. «…¿Estamos gobernando la globalización o la globalización nos gobierna a nosotros?… Venimos al planeta a vivir. No a desarrollarnos sin más. Porque el desarrollo no puede ser contra la felicidad. Tiene que ser a favor de la vida humana…».
Terminado el mandato decidió no volver a presentarse como candidato pero las encuestas siempre lo mostraron como uno de los políticos más importantes del país. Cada opinión que daba desde su chacra era de alto impacto en la ciudadanía y en el sistema político. También siguió siendo visitado allí por presidentes, ex mandatarios, periodistas, e incluso artistas. Además, continuó participando de actos militantes hasta que su salud se lo permitió.
Su última petición fue que sus restos fueran enterrados en su chacra, donde descansa su perra de tres patas, Manuela. El amor por esa perra llevó al ex presidente a repetir que quería ser enterrado junto a ella en múltiples ocasiones y finalmente, su deseo será cumplido.
Lucía Suárez: redacción.
Santiago Gorgone: archivo.
Bustillo Valentina: archivo.