Hace tiempo que se vienen acarreando grandes sequías en el país. En este último tiempo el problema se sintió aún más. Las quemas de humedales y los grandes focos de incendios forestales van en aumento, dañan rotundamente la regularización de lluvias porque dichos ecosistemas cumplían ese rol fundamental. A fines de marzo la falta de agua llegó a un techo histórico. Afectó a las Cataratas del Iguazú que llegó a 289 metros cúbicos cuando habitualmente es de 1300 y 1500 metros.
La demanda del agua abunda en los productores y dueños de grandes hectáreas de campo que, no sólo están perdiendo las ganancias del porcentaje habitual de sus cosechas de maíz, soja, girasol y trigo (estos granos también sufrieron por los cambios climáticos que derivaron en fuertes heladas en los últimos tiempos). También, se le están muriendo los animales. Asimismo a los propietarios que residen en un distinto distrito de las hectáreas de tierras que poseen, se les dificulta el traslado entre provincias por las restricciones protocolares del Covid-19. Todo deteriora la toma de decisiones, el establecimiento de objetivos y las resoluciones a problemáticas que están afrontando.
De 1,4 millones de hectáreas que eran destinadas para el girasol, solamente el 27,2% fueron fijados. El déficit hídrico, atrasa el crecimiento de la semilla y la floración de la misma. Por ejemplo el maíz con destino comercial, está sufriendo un retraso de 5.2 puntos en comparación a la temporada anterior. Se necesitan 30 milímetros de lluvia, según profesionales dedicados al oficio. A lo que deriva, en que tarde en extraer la mazorca, se venda en menos cantidad y las ganancias no son las mismas que en una buena campaña. Pero los impuestos hay que pagarlos igual, reclaman los productores.
Sin embargo la respuesta ante estas circunstancias la puede tener la empresa Bioceres-Indear que, con su tecnología transgénica, bautizada como HB4, tiene la característica de la tolerancia a los escasez de humedad para la soja. En cuanto al trigo, además de ser persistente a la sequía, también aumenta la productividad a un 20% en condiciones promedio y un 40% en situaciones de falta de lluvias. Este producto fue aprobado en 2015 y espera la aprobación para su comercialización por parte de China. Existen productores locales que ya lo utilizan.
En cuanto a la cosecha de trigo 2020, se recaudó 17 millones de toneladas, un millón menos de las que se preveía para septiembre/octubre del mismo año.
Las zonas más afectadas son las provincias de Santa Fe, Entre Ríos, San Luis y en Córdoba, aunque en esta última provincia llovió lo suficiente para apagar los focos de incendios. Si bien no fueron grandes precipitaciones para calmar la sequía de 5 meses. En el norte, en la Provincia de Chaco se declaró el desastre agropecuario, adjetivando la situación como catastrófica.
Distinta es la situación en el sector oeste de la Provincia de Buenos Aires y el norte de La Pampa, en donde se encuentran estables y con una humedad adecuada para la plantación de granos.
En Corrientes advierten que es una situación complicada y compleja, debido a que van a tener gastos extras porque esta semana empezó a realizarse la segunda campaña anual de la vacunación contra la fiebre aftosa. Un proceso sanitario obligatorio para los ganaderos. Se estima en vacunar 2.770.000 cabezas (terneros, terneras, novillitos y novillos). El costo por animal es de $120.76. Los contratiempos para la vacunación, están en las restricciones sanitarias para moverse entre localidades, incendios y obviamente, las sequías.
Por Facundo Estelrrich