Buenos Aires se prepara para regresar a clases

Desde aquel 19 de marzo, día en el que Alberto Fernández declaró la cuarentena obligatoria han pasado ya 238 días (hasta el viernes 13 de […]

Desde aquel 19 de marzo, día en el que Alberto Fernández declaró la cuarentena obligatoria han pasado ya 238 días (hasta el viernes 13 de noviembre). Desde entonces han habido avances, retrocesos, puntos positivos y puntos negativos en cuanto a las posibles vacunas. La economía ha llegado a un punto en el que no aguantará mucho tiempo más en estas condiciones, por lo que el gobierno aprueba lentamente los protocolos y aperturas que le permitan a las personas poder recuperarse de todos estos meses de parate. Sin embargo, la educación parece ser uno de los puntos más extraños en esta sociedad pandémica del 2020. A pesar de ser un aspecto fundamental, las instituciones educativas son uno de los lugares más riesgosos para contagiarse.

Hubo ganas, pero las circunstancias no han permitido un regreso a clases seguro. Tras el inicio del confinamiento, el gobierno claramente optó por trasladar sus esfuerzos primero a los lugares necesarios para que funcione la sociedad, como lugares hospitalarios, alimenticios, etc. Pero el gobierno porteño fue el primero que alzó su voz para pedirle al gobierno un planeamiento de protocolos para que los estudiantes pudieran volver a las aulas. Sin embargo el gobierno nacional y el sindicato de maestros fueron tajantes y aseguraron que no habían condiciones aptas para este regreso. Los días pasaron y la siguiente propuesta llegaría el 9 de octubre, en aquel entonces había un sostenimiento en el número de casos diario. El panorama era alentador y el Consejo Federal Ejecutivo definió un protocolo para que pudieran volver a las aulas los territorios con menor afectación.

Entre estos territorios estaba la Ciudad de Buenos Aires que ya por esos días tenía un nivel de riesgo medio. Se retomaron las actividades en algunas escuelas al aire libre. pero no en todos los niveles educativos. Algunas pudieron continuar con estas actividades hasta hoy mientras que otras las cancelaron por el aumento general de casos en el país y la ciudad, algo que volvió a preocupar a los docentes y padres.

Todo el conflicto que se ha generado alrededor de las clases no es casualidad, un informe del observatorio argentino por la educación sacó a la luz que desde el inicio de la cuarentena sólo la mitad de los alumnos destina más de 3 horas por día a actividades escolares y que 6 de cada 10 familias consideran que se están perdiendo aprendizajes importantes por el aislamiento. Este contexto aumentó en los últimos meses, el desgaste psicológico del encierro, las computadoras y el estrés disminuyó el tiempo dispuesto por el estudiante para su estudio.

Ante todos estos inconvenientes, Soledad Acuña, ministra de educación de Buenos Aires aseguró a inicios de este mes que su cartera tenía planeado para el ciclo estudiantil del 2021 iniciar clases el 17 de febrero y todo de forma presencial. Esto claramente contrario a la postura del ministro de educación nacional, Nicolás Trotta que un día antes había dado una postura totalmente diferente declarando que el ciclo lectivo de este año se podría extender hasta el 30 de abril. A pesar de todo este conflicto de declaraciones, la apertura de la economía es inminente y las medidas se están flexibilizando incluyendo a la educación.

Esta nueva etapa de la educación incluirá la vuelta a clases en todos los niveles pero de una forma gradual y con distintos tipos de actividades. Se aprobaron actividades deportivas, recreativas, y lúdicas al aire libre en grupos burbuja, cada encuentro será de 2 horas y hasta el cierre lectivo del 2020. Este último mes será clave para lo que viene, el éxito de estos protocolos determinará si el siguiente año el gobierno podrá determinar volver a las clases presenciales con mayor normalidad. De todas formas, todo esto será variable dependiendo de la curva epidemiológica del país.

De igual forma las instituciones universitarias también están avanzando con los respectivos protocolos, un ejemplo es la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), la cual fue la primera en obtener los protocolos de bioseguridad para volver a utilizar las aulas presenciales de algunas materias especificas.