Hambre vs coronavirus

La OMS muestra preocupación por la situación económica mundial durante la pandemia. Un nuevo informe de la ONU asesta otro golpe más a la confianza […]

La OMS muestra preocupación por la situación económica mundial durante la pandemia.

Un nuevo informe de la ONU asesta otro golpe más a la confianza de un público mundial en cuarentena. Pero no es doloroso solamente por tratarse de malas noticias en un momento en donde se anhelan las buenas. Es impactante porque señala uno de los aspectos más injustos, inhumanos que vive el mundo bajo el actual sistema. Hablamos, por supuesto, del hambre. Un concepto curioso, ya que en muchas partes del mundo es prácticamente desconocido, mientras que en otras es una parte natural de una devastadora realidad. Y, si ya era un problema mucho antes de la llegada del COVID-19, ahora lo es mucho más.

El Programa Mundial de Alimentos (PMA), perteneciente a la ONU, lanzó un comunicado advirtiendo que la desnutrición aguda podría aumentar en un 20% entre niños y niñas,  a causa de la crueldad con la que el virus azota a las familias en los sectores de mayor pobreza y, por lo tanto, vulnerabilidad. Estamos hablando de 10 millones de niños y niñas cuyo futuro, en caso de sobrevivir, se vería gravemente afectado.

El cierre de una gran parte de la economía mundial desde Marzo significó que muchísimas personas estén confinadas a sus hogares y no puedan trabajar. Cierre de fábricas, proyectos de construcción frenados, restaurantes y transportes que sufren un consumo históricamente bajo. Incluso muchos trabajadores y estudiantes quedaron varados en países alejados de sus familias y no pueden regresar por el cierre de fronteras.

Las medidas por el coronavirus parecen haber sido implementadas sin pensar demasiado en la economía de las personas. El sistema se encuentra ahogado y al límite del colapso.

Hablamos de que las familias pobres sufren más porque son las que necesitan seguir teniendo una actividad laboral, y ponen en riesgo su salud. En Mayo de este año, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) reveló algunas estadísticas preocupantes. El 60% de los trabajadores en el mundo realizan actividades en el mercado informal, sin contrato legal. 

Hoy, a causa de las cuarentenas, confinamiento y toques de queda impuestos en prácticamente todos los países, no hay trabajo para ese 60%, que representa una cifra de aproximadamente 1.6 billones de personas. Que no haya trabajo significa que no hay ingresos. Y si no hay ingresos, no hay comida. 

David Beasley, director ejecutivo del PMA, dejó en claro cual es la situación que atraviesa el mundo. La organización preveía, antes incluso de la aparición del Coronavirus, que para fines de 2020 el mundo enfrentaría “la mayor crisis humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial”. Esto es debido a las guerras en Yemen y Siria, la crisis económicas en Burkina Faso y Sudán, y otros problemas como catástrofes naturales provocadas por el cambio climático. Sumado el coronavirus a estos problemas, el daño puede llegar a ser irreparable. Las cifras que brindó el funcionario hielan la sangre: previo a la aparición del coronavirus, se esperaba que 135 millones de personas correrían un grave riesgo de morir de hambre para fines de 2020. Con la sumatoria del virus, la previsión aumentó en 130 millones. Es decir, para fin de este año, va a haber 265 millones de personas en riesgo de morir por ese motivo.   

La directora de nutrición del PMA, Lauren Landis, aseguró “Si no actuamos ahora, nos vamos a enfrentar a una devastadora pérdida de vidas, de salud y de productividad en las generaciones futuras. Las repercusiones del 2020 van a continuar hasta dentro de décadas».

Es digno de remarcar la frase con la que cerró la declaración Landis, en la que explicó que la ONU necesita “un mínimo de 300 millones de dólares” para evitar la catástrofe alimentaria. En pos de conseguir poner en perspectiva este número, es interesante analizar algunos datos. El año pasado, cada uno de los 30 equipos de la NBA, la liga de básquetbol profesional de Estados Unidos, tenía un presupuesto de 109 millones de dólares para gastar en salarios anuales de sus jugadores. En total, un poco más de 3 billones de dólares.  Esto no es más que una pequeña muestra del ilógico funcionar de un sistema que a muy poco está de colapsar, si no lo está haciendo ya.

Francisco Gazzaniga