La pelota rompe barrotes

La fe y el fútbol, ejes para salir adelante y reencausar. A través de las palabras de Adrián Martínez, goleador de Atlanta que estuvo seis […]

La fe y el fútbol, ejes para salir adelante y reencausar.

A través de las palabras de Adrián Martínez, goleador de Atlanta que estuvo seis meses preso sin pruebas, y los 32 años de experiencia de Felipe Maidana, policía retirado, se relata una realidad escasamente atendida por los gobiernos y la opinión pública: la cruenta vida en las cárceles.

Según el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación en 2012, con datos del Sistema Nacional de Estadísticas sobre Ejecución de la Pena (SNEEP), alrededor de 31.000 personas, un 50 % de las personas alojadas en cárceles argentinas, «se encuentran procesadas sin condena firme». En 2014, otro informe del SNEEP sostenía que del total de detenidos, sólo un 51% está procesado y apenas un 48% tenía condena firme.

Según la oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, la Argentina se ubica en el puesto 18 entre los países con más presos preventivos. Según la jurisdicción, la prisión preventiva «es una herramienta de uso excepcional para los casos en los que haya riesgo de fuga o de entorpecimiento de la causa por parte del imputado».
Alguien que puede dar cuenta de esto es Adrián Martínez, delantero de Atlanta que estuvo medio año en la Unidad 21 de Campana, acusado junto a otros familiares de entrar a una casa con arma de fuego, robar y posteriormente intentar quemar la propiedad.

Martínez perdió su trabajo como recolector de residuos por un accidente y a los 21 años se puso a trabajar con su tío. En ese tiempo, a su hermano le pegaron cuatro balazos, por lo que estuvo en el hospital acompañándolo. Y justamente en el momento en que se encontraba con su hermano, un grupo de personas quiso vengarse del agresor y le prendió fuego a la puerta de la casa, según la versión del jugador bohemio.

“Adrián Martinez – Jugador del Club Atlético Atlanta

En nota con Página 12, Martinez dio detalles de sus días en prisión: «Nunca mostré debilidades. Adentro no podés demostrar nada. Matan, apuñalan, hay peleas todos los días, toman de rehenes a los policías. Es otro mundo, adentro no se puede vivir».

Un relevamiento de La Nación, con información de la Procuración Penitenciaria Nacional , el Centro de Estudios Legales y Sociales y la Comisión Provincial por la Memoria , afirma que en las prisiones del Servicio Penitenciario Bonaerense hubo 707 muertes entre 2009 y 2014, 30% de ellas violentas. Y en el mismo período, en las cárceles del Servicio Penitenciario Federal murieron 272, el 46,3% en forma violenta.»

El futbolista se apoyó en la fe para atravesar esos momentos: «Pasó todo rápido. Dios me dio una posibilidad de volver a empezar y tener la oportunidad de jugar al fútbol». Martínez pasó sus días en Campana en piezas húmedas de 2×2 metros, sin inodoro, durmiendo sobre chapas y usando frazadas que le llevaban sus familiares como colchón. Este tipo de celdas son denominadas «buzones», que sirven, en teoría, para alojar a los más peligrosos y/o revoltosos.
El ex jugador de Defensores Unidos de Zárate dijo que ese momento oscuro fue un «un proceso para conocer a Dios», agregando que «algunos piensan que no lo necesitan porque les va bien y tienen un trabajo. Quizás fui uno de ellos. Cuando estás adentro, ves las personas que realmente están con uno».

Felipe Maidana – Ex Capitán de la Policía Bonaerense

Felipe Maidana, ex capitán de la Policía bonaerense, asegura que en el país los presos se encuentran hacinados por el incremento de la delincuencia: «la población carcelaria aumenta día a día. Hay superpoblación en las unidades y por esto se producen motines, peleas entre internos con facas, inclusive con muertes».

Otro informe de la SNEEP, de 2015, afirma que entre 2002 y ese año la población carcelaria aumentó un 58,9% (unas 71.464 personas) en las 285 unidades del país y con más del 50% de la población carcelaria en la provincia de Buenos Aires.

El ex policía destacó la falta de higiene y los edificios obsoletos en las unidades de detención: «hay distintos pabellones. Están los que alojan presos comunes, unidades de máxima seguridad para los de alta peligrosidad. Existen, y van en aumento, los pabellones evangélicos. Y otros donde están las personas que pertenecieron a fuerzas armadas y de seguridad, funcionarios públicos, empresarios o personas de alta promoción en los medios».
Maidana afirma que la vida dentro de los pabellones se desarrolla en torno a tareas como la cocina y el mantenimiento, en algunos casos de forma remunerada. Y agrega: «hay ciclos de estudios (primarios, secundarios y universitarios) aunque el 48% de los detenidos no estudia».

Otra cuestión importante es la religión, principalmente la evangélica pentecostal, la principal en las cárceles argentinas. Según un estudio de 2014 de la Universidad Nacional de Rosario, esta rama del evangelismo se insertó en la provincia de Buenos Aires y tomó visibilidad en 2000, cuando en una unidad de Coronda hubo una ola de violencia. Esto permitió a los pastores desarrollar un trabajo en las cárceles. Según el investigador Mauricio Machado, un 30% de los pabellones en Santa Fe funciona como iglesias.

Felipe Maidana – Ex Capitán de la Policía Bonaerense

Maidana describe este entramado religioso: «están los detenidos que profesan esta fe, llamados ‘convertidos’, con pastores y código de jerarquías. Están los ‘refugiados’, que para no tener problemas con otros presos se alojan en esos lugares, ejemplo los violadores. Y están los ‘convencidos’, que cansados de conflictos se ponen a disposición para tener normas de disciplina como no tomar alcohol, no tener celulares ni portar facas».

Martínez, un futbolista de potrero que llegó a ser el goleador de Atlanta, reveló que «estaba confiando en que Dios me iba a respaldar. Era una promesa de él que iba a volver a jugar. Me está yendo bien gracias a Dios».
Tuvo fortuna. Pero muchos del casi 50% de los detenidos sin condena no la tiene. Lo que requiere un profundo análisis, que implica también resolver el problema histórico de las condiciones de vida de los reos, respetando los tratados internacionales y las Reglas Mandela de las Naciones Unidas.

Una producción especial de: Leonardo Bravo, Matias Devicenzi, Mauro Coppolillo, Enzo Resino, Santiago Salituro, Eduardo Maidana, Tobías Ginzo, Facundo Llidó, Andrés Stranges y Jayro Castillo