¿Vuelve o no vuelve?

Boedo, uno de los barrios más antiguos y más conocidos de la Capital Federal. Tanguero y teñido de azul y rojo, está delimitado por las […]

Boedo, uno de los barrios más antiguos y más conocidos de la Capital Federal. Tanguero y teñido de azul y rojo, está delimitado por las siguientes calles: Avenida Independencia, Sánchez de Loria, Avenida Caseros y Avenida La Plata. A su vez, se ubica al norte del barrio de Almagro, al este de Parque Patricios, al sur de Nueva Pompeya, y al oeste de Caballito.

Allí, además de celebrar como locos el carnaval, se da una lucha hace unos años entre apasionados soñadores y gente imparcial que solamente quiere tranquilidad para su vida cotidiana. Un enfrentamiento que comienza con una expropiación cerca de 1979 donde San Lorenzo (club característico del barrio) pierde los terrenos de Avenida La Plata donde tenía su estadio. Tiempo después, algunos hinchas pelearon -y pelean- para volver en el tiempo y que ese espacio que fue quitado, vuelva a pertenecer a la institución tal como era antes. Sin embargo, es muy difícil que todo vuelva a la normalidad. De hecho, aparentemente en diciembre podría sumársele una nueva traba para que el club no pueda armar la cancha que tanto ansían sus simpatizantes, en aquella manzana donde se encontraba el Viejo Gasómetro.

Lo importante y destacable de la cuestión es cómo este fenómeno puede convertirse en un ícono cultural de un gran grupo de personas. Ese sentido de pertenencia que todo hincha, o la mayoría de ellos, siente cada vez que habla de Boedo. O capaz, habrá que pensar en qué momento de la historia, una construcción cerrada con asientos destinado a eventos deportivos se convirtió en algo tan simbólico para una parte de los vecinos del barrio, o, como dicen: “la Tierra Santa”.

Hace ya un par de años, a través de la Ley de Restitución Histórica promovida por Adolfo Res en compañía de la subcomisión del hincha, se llegó finalmente a aprobar la famosa vuelta a Boedo. Las calles fueron una fiesta. La ley afirma que los terrenos que actualmente posee la cadena multinacional Carrefour deben pasar nuevamente a ser propiedad de San Lorenzo de Almagro, como era en el pasado. Y, aparentemente, todos esos años de lucha dejarían frutos. De todas maneras, desde el proyecto de Ley que ingresó en el 2010, surgieron muchos cambios hasta el día de hoy.

En primer lugar, hace siete años, el proyecto que recibió la Legislatura buscaba que el lugar que hoy ocupa el supermercado fuera destinado a construir un estadio, financiado con fondos públicos. A cambio de semejante inversión, el club ofrecía parte del predio a un polideportivo municipal destinado a un espacio educativo y otras actividades deportivas y recreativas al aire libre. Todo esto justificado bajo el reclamo de que la dictadura había actuado de oficio y se había quedado con dicha área.

El tiempo pasó y en 2012 más de cien mil (100.000) “cuervos” se movilizaron a la Plaza de Mayo, liderados por la Subcomisión del Hincha, para presionar a los legisladores y que se trate el proyecto de ley. Ya para ese entonces, las condiciones habían cambiado en lo siguiente: Ya no se mencionaba el destino de los terrenos y se modificó la manera de solventar la construcción de la cancha. El Estado no se haría cargo y San Lorenzo tenía que negociar con Carrefour la indemnización, sumado a que los hinchas tendrían que aportar plata de sus bolsillos. Más allá de esto, las esperanzas seguían intactas.

Por otro lado, se generó una fuerte oposición a que esta medida, que quería conseguir San Lorenzo, se pudiera alcanzar. Vecinos del barrio, trabajadores de Carrefour y demás, se juntaron y también marcharon, pero en contra del proyecto de ley. Muchos manifestaban que los días de partido las calles iban a ser intransitables, que crecería la inseguridad y que los precios de los terrenos y las casas disminuirían. En tanto, los trabajadores reclamaban que iban a quedarse sin trabajo y no podrían mantener a sus familias.

Ante esto, los legisladores decidieron incluir una cláusula que básicamente aclaraba que los empleados no podían perder su puesto laboral y que el club no podría cimentar una cancha dado que el Código de Planeamiento Urbano no lo permitía y que el barrio no tenía las condiciones para tal edificación. Se vivieron días negros en ese entonces. Muchos empezaron a preguntarse si eso que tanto anhelaban podría hacerse efectivo o si todo quedaría en la nada y la cancha no se haría jamás.

En paralelo, después de haber sancionado la ley de restitución histórica, San Lorenzo comenzó a construir un polideportivo atrás de Carrefour sobre la calle Salcedo al 4220. Con la obra, también se trabajó sobre la iluminación de las calles aledañas, para que los vecinos apreciaran que San Lorenzo también le daba importancia al barrio y buscaba que creciera. Asimismo, el polideportivo serviría, y sirve en la actualidad para promover los deportes que se practicaban en el Bajo Flores como el básquet, vóley, futsal. De esta forma, se buscaba que los chicos no estuvieran en las calles y tuvieran la opción de practicar deportes.

En 2014, la institución azulgrana pudo arreglar con la multinacional francesa y tras varios meses de negociaciones, en diciembre de 2015, Carrefour aceptó la propuesta que le ofreció San Lorenzo (cuatro cuotas de un millón de dólares a pagar en cuatro años, y una más de 110 millones de pesos).

Finalmente, en 2016, el presidente Matías Lammens junto a Marcelo Tinelli firmaron el boleto de compra-venta de los terrenos de Av. La Plata 1624. Así, quedó cerrada de manera definitiva la vuelta a la “Tierra Santa”. Para condecorar dicha alegría, se inauguró el Polideportivo Roberto Pando (mencionado anteriormente) con el regreso de Fabricio Coloccini al país, ex jugador del Ciclón. Sin embargo, el tema del estadio todavía no estaba finalizado y pese a que muchos lo daban como un hecho, en la práctica se siguen apreciando las dificultades.

En primer punto, la Legislatura debería aprobar la rezonificación para que se pueda empezar a construir el estadio. Lo cierto, es que en Capital Federal esto no está habilitado y es casi imposible que se pueda comenzar con una obra equivalente. En segundo lugar, fuentes extraoficiales aseguran que se está tratando en la Legislatura una ley de impacto ambiental parecida a la N° 123 que saldría para finales de este año. La misma, impediría que se pueda levantar una cancha u obras que superen un cierto límite de altura. A pesar de esto, un importante miembro de la subcomisión del hincha, afirmó que los estudios ecoambientales que se hicieron hace unos años no arrojaron inconvenientes y desde ese punto estaría todo en regla.

Otro impedimento es el económico. Más allá de haber desembolsado ciento diez millones de pesos en la primera cuota por esos benditos veintisiete mil quinientos veinticuatro (27.524) metros aún quedan dos cuotas más de un millón (1.000.000) de dólares por la compra de los terrenos a pagar en julio de 2019 y 2020, algo que ni siquiera terminará de pagar la actual comisión directiva ya que el año que viene habrá elecciones.

Más allá de los impedimentos legales y financieros, las hipótesis de comienzo de la obra en 2018 continúan. Según se rumorea, el año que viene iniciaría la labor con el objetivo de terminarlo en el 2020. Todavía se desconoce quién financiará la construcción y si efectivamente se llegará a terminar para esa fecha estimativa. Cabe recordar, que en 2013, el presidente Lammens certificó en una entrevista de una de las radios más importantes del país, que en sus planes para mediados del 2016 el Estadio Papa Francisco ya estaría terminado. Sin embargo, hoy en día, casi finalizando el 2017 recién se están tirando abajo algunas paredes del hipermercado.

En exclusiva, Federico Verdalle, miembro de la subcomisión del hincha, habló sobre varios temas. En primer lugar, opinó: “Estoy convencido de que la vuelta se va a hacer. Cuando se aprobó la ley por unanimidad en la legislatura, se realizó con estadio incluido. Creo que la legislatura deberá modificar lo que imposibilite que esta ley se pueda realizar tal como lo dice”. Por otra parte, analizó los aspectos positivos que ganarían tanto los socios como los vecinos con la vuelta del Estadio. “Principalmente, se generarían más socios. El hincha va a volver a sus raíces, su lugar en el mundo. Además, hay que pensar que la gente podrá hacer un montón de actividades cerca de sus casas. Es decir, no solamente vuelve el estadio de fútbol. Llega un centro cultural, un centro de asistencia de salud; hasta se rumorea que también habría una sede de la comuna 5. Los días de partido, el socio ganará seguridad sobre todo cuando se juegue de noche. Es de público conocimiento que la zona de Bajo Flores, donde hace de local San Lorenzo hoy en día, es muy insegura y los robos han incrementado notoriamente en los últimos diez años. Hoy, si no tenés un auto y tenés que ir con tu hijo o una persona mayor, lo pensás dos veces”, explicó. En cuanto al barrio, en concordancia con lo explicado anteriormente, Verdalle afirmó: “El barrio ganaría en muchas cosas. Por ejemplo, Iluminación, el arreglo de todas las cuadras, veredas de la zona. Está todo más prolijo y eso fue todo gracias a San Lorenzo. A su vez, agregó: “Habrá un sistema mucho más grande de vigilancia porque en Avenida La Plata después de las diez de la noche queda como todo medio desolado; en cambio, con un estadio y una institución funcionando las 24 horas, sumado a los cambios, le daría una vida enorme al barrio. Entiendo que los vecinos deberían tener en cuenta que en el estadio se jugarían dos partidos al mes, osea, estás hablando de más o menos veinte partidos al año. Eso nos da que de 365 días, solamente se utilizaría para jugar al fútbol 20. Los demás quedarían a disposición del socio”.

Por último y para finalizar, sentenció diciendo: “Al supermercado le quedan dos años para terminar su obras, de ahí en más comenzaría la construcción de San Lorenzo. Para eso, hay que hablar de un plan económico que financie el estadio. Se habla de venta de abonos, de un fideicomiso; aunque no hay nada armado de manera oficial. Todos los cuervos queremos que se haga lo antes posible, pero hay que ser pacientes y esperar a la empresa a que termine su obra tal como lo dice el contrato”.

Por Marcos Serial, Gonzalo Pacheco y Damián Prendes