Mundo clown: mucho más que solo risas

Cuando hablamos de un clown lo primero que se le viene a la mente a una persona promedio es el típico payaso de circo, con […]

Cuando hablamos de un clown lo primero que se le viene a la mente a una persona promedio es el típico payaso de circo, con su pelo extravagante y su nariz roja. Sin embargo, hay muchas diferencias entre aquel personaje que busca despertar risas y alegría entre los niños y el clown. Éste último necesita conocerse a si mismo profundamente, y partir de lo que realmente le suceda en su interior empezar a elaborar un número, una rutina, la cual no se va a tratar solamente de crear chistes para hacer reír espectador.

La técnica del clown mantiene similitudes con la forma de ser de los niños, ambos buscan ser amados, que el público lo quiera e intenta parecerse al resto porque de esa forma supone que lo aceptarán y lo amarán. Los niños, hasta los 3 años aproximadamente, son clowns naturales.

El objetivo de esta práctica es lograr que la persona sea espontanea y obtenga la más pura libertad sobre el escenario. Las técnicas están basadas en juegos dónde se orienta a encontrar placer e incluso disfrutar del ridículo, es decir: reírse de uno mismo. Además, en escena, está la intención de integrar e interactuar con el espectador, rompiendo por lo tanto “la cuarta pared”, que sería aquella barrera imaginaria que pone de un lado a los actores y del otro el público.

Mucho más allá de la risa.

Ser clown no es practicar chistes o maniobras para divertir, al contrario, un clown puede trasmitir todas las sensaciones, desde la risa, la emoción, hasta la tristeza o el dolor, lo trágico y lo gracioso. Debe sumergirse en su propio ser, aceptarse, y dejar fluir el niño que lleva adentro, y a través de las emociones que experimente es como podrá trasmitirlas. “Todos somos clowns” sostienen aquellos que están en la actividad, refiriéndose a que básicamente todos tienen el potencial de descubrir el propio clown que llevan dentro. El entrenamiento se esta técnica se basa en lograr la naturalidad de un estado que siendo adultos resulta difícil lograr: volver a ser niños.

El entrenamiento tiene como objetivo inspirar a la persona que lo practica a que poder lograr un óptimo estado de creatividad, y combinarla con el impulso de trasmitir lo que le suceda por dentro en ese mismo momento, y de manera espontanea. Otra cosa interesante es que el clown crea su propia rutina y su personaje, sin que un director tenga que marcar el camino sobre el perfil de personaje o la escena.

El taller de clown que ofrecen los docentes Fabián Caecero y Alejandra Martínez tiene la particularidad de que no se necesita experiencia previa para empezar a conocer este camino. Consta de varias etapas que van desde la iniciación de la actividad, hasta lograr la conexión el con público, y entre medio siendo necesario superar algunos obstáculos, como liberarse de los prejuicios, de las miradas, del ridículo, y permitirse fluir por las emociones y situaciones que se vayan atravesando.

Inicialmente las prácticas se desarrollan bajo simulacros y actuaciones con máscaras, con el fin de de poder desinhibirse y exponer quién es realmente uno, sin el prejuicio de la mirada ajena. De esta forma se logra una mayor veracidad en las reacciones espontaneas, mayor simpleza y sinceridad con uno mismo y con lo que estamos sintiendo en cada momento. Cuando uno esté listo, puede ya estar a cara descubierta.

Los ejercicios pueden ser grupales o individuales, según comentan sus referentes se busca atravesar la mayor cantidad de emociones posibles, y se los ayuda a que las puedan expresar de la manera más pura, natural y desenvuelta posible.

El clown tiene el trabajo de convertir en un juego todo lo que abarque. Cada situación que recorra, desde la más simple a la más compleja, el clown juega y se divierte. Es puramente positivo. Su espíritu es simple, inquieto, juguetón, espontáneo, sin cadenas e inocente.

Lo difícil es enfrentar lo que pasa por dentro en cada situación, el clown responde y reacciona de la manera que en ese momento le salga, y esto debe ser sincero. Otra dificultad es superar el ridículo, ya que lograr ser espontaneo de la manera más natural posible, genera situaciones ridículas, porque sacamos hacia fuera el lado torpe de uno mismo. Poder superar este lado vulnerable e íntimo, y aceptarlo, al punto de reírse de uno mismo, es el salto que se necesita para que aparezca el verdadero clown que uno lleva adentro.

Por último, se requiere lograr una conexión y complicidad con el público. En esta actividad, el clown participa de manera directa con la gente; el público lo ve, observa, indefectiblemente expresa a través de gestos o sonidos, y el clown presta atención a estos recursos que le van a permitir usar este acto de comunicación para interactuar con ellos.

“Ser clown, para mí, es sublimación” 

Entrevista a Sofía Pedace.

El grupo unido. El trabajo, la dedicación, la autosuperación, el respeto, la amistad, la pasión: Clowns.

En el marco de la finalización de una nueva sesión de entrenamiento en Centro Cultural “El Deseo”, pudimos entrevista a Sofía, que practica clown desde hace 1 año y nos comenta “Ser clown es poder utilizar el humor, incluso el negro, para poder atravesar todos los sentimientos que pasan las personas: un día angustioso puede transformarse en algo que te haga bien porque lo canalizas de una forma positiva. Además agrega: “A nivel psicólogo se lo llama sublimación, que es transformar una energía negativa en algo bueno. “Ser clown para mi es sublimación” concluye.

¿Cómo conociste este mundo?

A través de mi papá, que es actor independiente. Desde el 2007 empezó a interiorizarse en este tema y en la creación de estos personajes, pero no solo en el clown, sino también en su contracara: el bufón, personaje antagonista del clown a nivel histórico. Todo esto deriva en que se convierte en payamedico y luego se entrena para ser clown.

¿Qué es lo que más te gusta de ser clown?

El armado de números, es lo que más disfruto, porque no tengo un director que me diga que es lo que debo hacer, sino que yo creo mi propio personaje y lo transito como quiero. Lo que tiene de lindo el clown a diferencia de cualquier actor es que uno puede equivocarse y cuanto más te equivoques es mejor todavía; queda mejor que te equivoques. No contás con esa presión y aprendes, a nivel social, a quitarte la presión de equivocarte; uno viene acá y te dice “cualquier error es válido y es aplaudido” y uno viene con el chip de la vida de no equivocarse y esto es otra cosa.

¿Cuál fue la mejor experiencia que te dio ser clown?

Poder estar realizando canto en el número que estoy creando. Y haber armado un personaje desde una parte oscura de mi ser y haberla transformado en un personaje que se llama «Beti»: tengo la posibilidad de hacerla brillar ante los ojos de los espectadores, siendo que es un personaje acostumbrado a lo oscuro. Es increíble que me permitan hacer lo que yo realmente quiero hacer.

¿Entonces podes hacer cualquier cosa?

Existe la libertad de cometer errores y hacer lo que a uno le salga, lo que tenga dentro sacarlo de la manera que uno pueda, pero sin violencia y sin insultar, porque el clown es un personaje inofensivo.

Luego de un breve intervalo, Sofía nos cuenta que ella participa de esta actividad porque le resulta terapéutico: Desde chica que uso el humor como arma ante todo. Siempre soy la simpática del grupo de las chicas, la que no llama la atención por ser sexi o muy atractiva, pero sí la que dicen que es simpática y divina”  y continua: “Entonces acepté que ese era mi rol. Durante mucho tiempo estuve enojada por esto mismo, pero ahora lo acepte y le puedo sacar provecho haciendo reír a los demás”.

Durante la conversación, Sofía nos comenta la importancia de manejar esta técnica para cualquier otra disciplina artística: “El clown te enseña a seguir adelante, no importa cuántas veces te caigas ni te equivoques” y agrega:  “La base del clown es que vive de sus frustraciones; se equivoca; levanta y sigue… la gente se ríe, y se continúa.” Y para finalizar detalla: “Es importante además porque enseña a sobrellevar situaciones ridículas ante los ojos de la sociedad, pero a él no le importa, porque está convencido de lo que hace, porque le sale así y eso es muy valioso”

¿Por qué se dice que no es una práctica sino una técnica?

Porque no se trata solamente de actuar, sino de ser uno mismo, y para serlo hay que ser verdaderamente libre… y para ser libre, hay adquirir algunas técnicas y ejercicios para sacar lo que hay en nuestro interior, que no te importe equivocarte y no temer hacer el ridículo. Hay que fortalecer la seguridad en uno mismo. Eso se va logrando con el entrenamiento.

¿El entrenamiento de que consta?

Nuestro taller tiene particularmente tres instancias: Relajación – que sería desprenderse de la rutina y de lo que uno trae de afuera, de su día, para sumergirse en el personaje que fuese–; Entrenamiento actoral, que son ejercicios distintos cada semana e Improvisación, donde hay que inventar escenas o participar en juegos.

¿Qué diferencia hay entre un clown y el payaso tradicional que todos conocen?

El payaso es mas bizarro y la historia es un poco tétrica: en el circo, antiguamente, llegaban los que no tenían espacios en otro lugar, los discriminados, los que quedaban fuera de la sociedad, inclusive los borrachos, que levantaban el circo, las lonas, y hacían su papel de dicha forma: de payasos. ¡Tenían la nariz roja por la cantidad de alcohol que tomaban! después apareció la nariz de goma y el maquillaje… por eso la vida del payaso era triste, si uno presta atención siempre tenían maquillada una lagrima, o la sonrisa para abajo, hacían reír a partir de sus miserias. El clown sale de eso, va por el lado artístico. En relación al payaso contemporáneo, la diferencia es que no se arma una rutina pensada para hacer reír, no tenemos rutinas de chistes o algo diseñado apropósito para causar risa, nuestro número surge de manera natural, mostramos lo que somos y lo que realmente hay en nuestro interior y partir de ello se va creando la escena.

Para finalizar le preguntamos si se necesita algún perfil en especial para participar de esta actividad o si cualquiera puede hacerlo, la respuesta de Sofía resulta alentadora:

Cualquiera puede hacerlo, y se sugiere a principio de año para armar bien el grupo y que tengan tiempo para trabajar y practicar, ya que a fin de año está la exposición y la presentación de la obra. Aunque si uno quiere hacerlo en otro momento, igual son bienvenidos.


El taller de entrenamiento de Clown está dirigido Fabián Caero, Alejandra Martínez. Ambos son docentes y actores de teatro, con especialidad en clown. Fabián, además, participa frecuentemente como bolo para una de las más importante productora de medios de Argentina. El taller lo ofrecen en el Centro Cultural “El Deseo”, situado en el barrio de Balvanera, sobre la calle Saavedra 569. Todos los miércoles, a partir de las 18.30, se desarrolla la actividad y tiene una duración de 3 horas y 30 minutos en total. El clown dice que todos llevamos uno dentro, ¿será realmente así? Sea como fuere, la invitación a conocernos mejor y a reíros de nosotros siempre resulta tan interesante como divertida.

 

Por Matías Magnético, Andrés Zamudio y Francisco Stella