Eduardo Sacheri

Eduardo Alfredo Sacheri nació en el año 1967 en Buenos Aires. Tiene 48 años. Es un destacado escritor argentino. Estudió la carrera de Historia y […]

Eduardo Alfredo Sacheri nació en el año 1967 en Buenos Aires. Tiene 48 años. Es un destacado escritor argentino. Estudió la carrera de Historia y dio inicio a su carrera literaria cuando escribió relatos cortos, en especial cuentos en torno al mundo del fútbol.

Sacheri, hijo de padres odontólogos, tiene dos hermanos, y su padre falleció cuando él solamente tenía 10 años. Su familia le dedicaba mucho tiempo a leer, pero a pesar de eso, nunca le exigieron que leyera, sin embargo Sacheri comenzó a leer a los 4 años, cuando le pidió a su hermana de 11 años que le enseñara, ya que veía a toda su familia leer, y porque quería sentir eso de meterse dentro del cuento y desaparecer del mundo.

Eduardo Sacheri cuenta que escribe para responderse preguntas, dice que no se quiere poner en la posición de “voy a escribir un libro que le guste a la gente”. Además destaca que sus primeros cuentos fueron para poder dormirse, y que pasados los años a la gente les empezó a interesar. Suele resaltar que su estilo literario es muy ficcional, es decir, que esquiva los argumentos que parten de un hecho noticioso o un acontecimiento real, ya que nacen fundamentalmente de su propia imaginación. Se define como una persona que pretende reflexionar, y dice que hay que dudar de todo, ya que es la única manera de estar un poco mejor y no quedarse tranquilo con las respuestas que uno tiene. Remontándonos a lo primero, no busca que el lector se identifique con las historias que escribe… simplemente sucede. Cuando escribe, cuenta que pone en juego su modo de leer y sus gustos por la lectura, tal es así que una vez le preguntaron que si tenía que elegir entre dejar de leer y escribir, contestó que prefiere seguir con la lectura, ya que en algún momento podría pasar que sienta que no tiene más que decir en lo que escribe, y sin dejar de lado su pasión futbolística resalta que además de no dejar de leer, no quiere dejar de jugar al fútbol.

Esta pasión se remonta a que su padre era muy fanático del fútbol y él heredó la misma pasión por el deporte y por Independiente. Cuando era chico, ver a Independiente era como un ritual para su padre y él, ya que decoraban su casa con trapos rojos y los complementaban con cánticos, para sentirse como en la cancha. Además destaca sus dotes futbolísticos, y cuenta que cuando era más joven se desempeñaba como arquero, y que luego de casarse y crecer, pasó a su posición actual, la de mediocampista central.

Fuera del ámbito de escritor, brinda clases en colegios secundarios como profesor de historia y dice que se alejó de la carrera académica porque sentía que conducía a un universo alejado de la realidad, por eso prefiere estar en un colegio donde se establezca una relación más profunda y afectiva con los adolescentes porque según su visión, es la única manera de que puedan aprender historia.

Eduardo resalta la importancia de la amistad y la familia, y cuenta que sus afectos son todos de la facultad, de hace 30 años. Dice que los amigos lo definen a uno como persona, quienes están, quienes perdiste y además resalta que la familia es el núcleo más importante, como para él lo es escribir, ya que le dio mucho en su vida, le dio una casa y una vida digna tanto para él, como para su mujer e hijos.

Las obras de Sacheri tienen un valor muy peculiar. Si bien el empezó a escribir activamente durante la década de 1990, fue en los primeros años del siglo 21 donde sus mejores obras comenzaron a tener mayor notoriedad.

En el año 2000, publicó su primer libro Esperándolo a Tito y otros cuentos de fútbol, un libro compuesto por 15 relatos, entre los que se encuentran «Esperándolo a Tito, «Me van a tener que disculpar», «La promesa», “Independiente, mi viejo y yo” y «De chilena» , que está dirigido hacia los amantes del fútbol y hacia quienes saben que más allá del resultado dentro de una cancha, hay una manera y una forma de disputa que se vuelve única. Y es justamente gracias a la excusa del fútbol que Eduardo Sacheri consigue atrapar al lector y llevarlo a un lugar sentimental dentro de sus historias. La solidaridad, la avaricia, el honor, el coraje, el sentido de pertenencia, la amistad y la lealtad, son algunos de los conceptos que se reflejan fielmente en la historia.

la-preguntaCuando uno comienza a escribir, nunca se imagina cuánto puede llegar a influir lo que escribe, sobre todo si lo que escribís es una simple novela, en la cual solo te dejas fluir para que las palabras salgan solas y la historia se arme poco a poco. Esto fue lo que le pasó al publicar la novela El secreto de sus ojos (publicada originalmente con el título La pregunta de sus ojos), en el año 2005 y que luego fue llevada a la pantalla grande en 2009, de la mano del director Juan José Campanella. Basada en una historia en la que un funcionario judicial decide investigar por su cuenta un caso de violación y asesinato, El secreto de sus ojos ha cosechado numerosos premios, en el cual se encuentra el más importante que fue entregado en 2010, y el que posiblemente le cambió la vida a Eduardo Sacheri, el Oscar a Mejor Película Extranjera, convirtiéndose en una de las películas más famosas y populares del cine argentino, además de tener el honor de ser la segunda película argentina en ganar un Oscar. Su obra está siendo traducida al alemán, francés y otros idiomas.

Otro de sus grandes éxitos llego con Papeles en el viento, novela que salió publicada en 2011, que se basa en la historia de un grupo de amigos que debe reponerse ante el duro fallecimiento de uno de ellos, y que además deben asegurarle un futuro prometedor a su pequeña hija, en una tarea difícil y complicada, ya que el padre invirtió gran parte de su dinero que tenía en la compra de un jugador de fútbol del interior, un muchacho que prometía pero se quedó en la simple promesa. Se trata de una novela que inculca y refleja el valor de la amistad en momentos complejos, y que pone en evidencia que tanto el humor, como el amor, pueden dejar de lado la tristeza y la melancolía.

Esta tragicomedia tuvo tal repercusión, que fue llevada al cine argentino en 2015 por el  director, Juan Taratuto, quien además elaboró el guión junto a Eduardo Sacheri, siendo una de las películas nacionales más vistas del año.

Dentro de sus proyectos personales más allá de las películas, a Eduardo Sacheri también se lo puede encontrar en la actualidad en distintos medios. Además de empezar a participar en campañas de estímulo de la lectura implementadas por el Ministerio de Educación argentino, a partir del 2011 comenzó a trabajar para la revista deportiva El Gráfico, donde escribe una columna sobre fútbol. Desde el 2015 se incorporó al programa Perros de la calle, emitido por radio Metro 95.1, en el que presenta una columna quincenal sobre literatura.

Dentro de los premios y distinciones que ha recibido producto de sus cualidades y virtudes, sobresalen los premios «Clarín», «Goya», «Cóndor de Plata» y «Sur» por mejor guión adaptado entre los años 2009 y 2010 por la contribución del escritor para realizar el excelente guión del film El secreto de sus ojos. Gracias al impulso que le dio el éxito de su primer obra, continuó con la escritura de novelas de gran renombre comola-noche lo fueron: «Ser feliz era esto”, «Los dueños del mundo”, “Aviones en el cielo» y «Las llaves del reino».


A principios de este año, Eduardo Sacheri, publicó su último libro, «La noche de la Usina», el cual ganó el premio Alfaguara, repitiendo lo hecho por los argentinos: Tomás Eloy Martínez en 2002 con «El vuelo de la reina»; Graciela Montes y Ema Wolf en 2005 con el libro «El turno del escriba»; Andrés Neuman en 2009, con su escrito «El viajero del siglo» y Leopoldo Brizuela en 2012 con la obra, «Una misma noche».

«La noche de la Usina», fue elegida entre 707 obras y le brindó a Sacheri el premio de 175.000 dólares y la oportunidad de publicar el libro en España, Latinoamérica y Estados Unidos, lo que le dará la posibilidad de no parar de crecer como escritor y ser reconocido a lo largo de los países.

Por Martín Parodi, Gonzalo Mijangos, Facundo Rios