Jorge Bergoglio: de las villas porteñas al Vaticano

Los argentinos, al menos en su mayoría, profesan la creencia de alguna religión; de los que no, están los que, como expresión mínima, veneran a algún santo. […]

Los argentinos, al menos en su mayoría, profesan la creencia de alguna religión; de los que no, están los que, como expresión mínima, veneran a algún santo. Según estudios realizados por la Conferencia Episcopal Argentina (órgano de la iglesia católica en el país), el 91,1% de los argentinos cree de alguna forma en Dios. También estos estudios arrojaron que el 88% de la población fue bautizada en alguna iglesia católica, religión que lidera las creencias de los argentinos.

Pero dejemos de lado un poco las estadísticas y vamos a hablar de hechos cotidianos. ¿Quién no ha dicho o escuchado alguna vez “Te lo juro por Dios”?, o vio gente parar su marcha para acercarse a alguna virgen en una pared? Es tradición también que el presidente de la Nación, al momento de asumir, dice «juro sobre la Biblia y los santos evangelios». Estos ejemplos demuestran que los argentinos, de algún modo, viven bajo una gran influencia de la religión. Aun más en los momentos que corren, cuando el Papa, máxima figura de la iglesia católica, es un compatriota.

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Jorge Bergoglio, el primer Papa americano y primero no europeo desde el siglo VIII, nació en la ciudad de Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936. Su trabajo en las villas comenzó hace más de dos décadas, antes de ser arzobispo de la capital argentina. En 1996, cuando estaba cargo de la Vicaría de Flores, caminaba por el Bajo Flores en la villa 1-11-14. Cuando fue nombrado arzobispo, Bergoglio apostó por los “curas villeros” más fuerte que nadie, alegando que en las villas se encontraba la gente más creyente del país.

Un costado que pocos conocen sobre el Sumo Pontífice es que también fue escritor. Es el autor de varios libros, como “Meditaciones para religiosos”, escrito en 1982, “Reflexiones sobre la vida apostólica”, de 1986, y “Reflexiones de esperanza”, de 1992. También, entre 2005 y 2011, fue presidente de la Conferencia Episcopal Argentina. El punto más alto de la trayectoria de Bergoglio dentro de la iglesia llegó el 13 de marzo de 2013, cuando alcanzó la máxima jerarquía en la iglesia católica. A partir de allí, Bergoglio no solo ha ejercido influencia en decisiones a nivel mundial sino también en la política nacional.

Está claro que el Papa tuvo una mejor relación con la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner que con Mauricio Macri. Esto se pudo ver en los encuentros que compartió con ambos jefes de estado en su momento. Mientras que con Cristina tuvo una charla más extensa y amena, su reunión con el actua Presidente tuvo mucha repercusión en los medios nacionales por lo escueto de la visita y por algunos gestos de sequedad.

Aunque ya ha visitado varios países desde su primera salida del Vaticano en enero del 2014, Bergoglio aún no ha llegado a su tierra natal como Papa. Ya visitó Francia, Turquía, Bosnia, Filipinas, Albania, Corea del sur, Estados Unidos, México, Cuba e incluso estuvo en las proximidades del país al visitar Ecuador, Bolivia, Paraguay y Brasil.

Con su llegada a Papa, Francisco hizo creer a los argentinos que estábamos «tocados» por una varita. Messi y Maradona por el lado del fútbol, Fangio en el automovilismo, Aymar en el hockey, y ahora Jorge Bergoglio como Papa. Allí puede encontrarse la clave por que muchos argentinos se acercaran nuevamente a las iglesias, reafirmaran su fe y volvieran a creer en un ser superior. Quizá el simple hecho de que alguien de nuestra misma tierra sea una de las personas más conocidas y seguidas por el mundo católico nos genera sentimientos varios, entre ellos el orgullo.

Christian Costilla, Martín Peter